MANUEL GLEIZER, LIBRERO Y EDITOR SOCIAL
Por Eduardo Horacio Bolan
Quiso la Suerte, que no es buena ni mala, instalarse en 1918 en un local de venta de billetes de lotería en el Barrio de Villa Crespo y convertir ese establecimiento en una semilla que en el proceso de germinación dio origen a un peculiar movimiento cultural.
DEL IMPERIO ZARISTA A ENTRE RÍOS
En el pueblo Otaci, o Ataki, cercano al río Dniéster (en la actual República de Moldavia, ubicada entre Rumania y Ucrania) un 5 de junio de 1889 nació Manuel, hijo del matrimonio Gleizer y Groisman. Llegaron a ser cinco hermanos: Marcos, Golde, Fishel, Samuel y nuestro Manuel.
Eran los tiempos de la Rusia zarista y la familia deseó dejar atrás persecuciones y hambre. Alentada por la ayuda de la corriente migratoria impulsada por el empresario, banquero y filántropo Barón Hirsch (Moritz von Hirsch auf Gereuth, 1831-1896) llegaron a La Argentina a principios del siglo XX.
Se instalaron en la provincia de Entre Ríos, en la zona de Basavilbaso. Manuel, con doce años, fue peón de campo y así creció en una comunidad rural (esta judería criolla está retratada por Alberto Gerchunoff en su libro “Los gauchos judíos”). Es allí donde se casó con Manuela Dayenoff, para más datos era maestra.
SU LLEGADA A BUENOS AIRES
El matrimonio viaja a la Ciudad de Buenos Aires y se establece en uno de sus barrios, en el de Villa Crespo. Corría el año de 1918. Con sus veintinueve años debía trabajar “de lo que sea” para mantener a su familia (como así también lo hacían tantos otros): vendedor ambulante y a pagar en cuotas de los artículos que pudiera conseguir pero, sobre todo de ropa.
En sus ansias de mejorar su situación económica (como tantos otros) se decide alquilar un local de lotería, en Triunvirato 550 (hoy Av. Corrientes al 5200). Nunca se supo bien la causa pero quiso la Suerte que Manuel Gleizer no devolviera a tiempo a la Lotería Nacional (fundada en octubre de 1893) esos billetes de lotería que estaban a la venta en su negocio y entra, así, en deuda con ese organismo nacional. La suma alcanza a unos $ 300,= moneda nacional.
Para hacer frente a esa obligación lleva de su casa al local libros de su propiedad y los pone a la venta: cada uno a $ 0,40 m/n. Los vende a los pocos días. Así va saldando su deuda pero, al mismo tiempo ve una oportunidad y coloca un cartel que dice: “compro libros”. Así entre ventas, compras y ventas se convierte en un “librero de viejo” donde hace circular libros “de segunda mano”.
Entre los compradores de estos libros usados se encuentra Arturo Cancela (periodista y escritor argentino, 1892-1957). Entre conversación y conversación, Gleizer escucha las opiniones de su asiduo cliente y se convence de ampliar su incipiente nuevo negocio. Es el mismo Cancela que le presenta la oportunidad de mudarse “casi enfrente”, a Triunvirato 537 (hoy Galería Galecor), a escasos metros de Canning (hoy Scalabrini Ortiz… o Canning, según pronuncie cada vecino villacrespense a esta avenida). El local pertenece a la familia Dufour y Cancela hace de nexo para que el decidido Gleizer lo alquile. Muy pronto se muda con su familia a la nueva vivienda.
MANUEL GLEIZER y SU PARTICIPACIÓN ACTIVA EN VILLA CRESPO
A la calle, abre la librería. Es un espacio amplio, con quince o veinte metros de largo. Al fondo queda el sitio para la residencia particular. Vende todo tipo de libros usados, incluyendo textos de primaria y secundaria. Al mismo tiempo, la familia del matrimonio de Manuel y Manuela va creciendo hasta llegar a ser integrado por cuatro hijos: Dora, Meyer, Jovita y Hugo. En agosto de 1920 Manuel Gleizer integra la Comisión Directiva de la Biblioteca Popular Alberdi con el cargo de Protesorero, puesto que ejercerá por dos años. Con el cambio de vereda y de dirección la librería pasa a llamarse “La Cultura”. Acertado nombre ya que allí comienzan a reunirse numerosos escritores que asisten no sólo al local que da a la calle sino que muchas veces son invitados por Gleizer a su vivienda particular para que participen de la comida familiar que prepara su esposa. El sitio es un verdadero encuentro de bohemios en el cual dan “rienda suelta” a sus artes literarias así como sacian su hambre.
EDITORIAL MANUEL GLEIZER
Gleizer, siempre sabiendo escuchar a Arturo Cancela acepta la sugerencia de este periodista y escritor de publicar los trabajos literarios de esos jóvenes desconocidos y se decide a editar las obras de esos autores de escasos recursos económicos.
A Manuel Gleizer no le sobra dinero pero él asume la edición de libros y lo lleva a cabo como algo alejado del apetito comercial, lo hace desde un aspecto de vista social, de dar a conocer al gran público buenas obras de escritores con mucho para mostrar.
El primer favorecido es Joaquín de Vedia (1877-1936), joven periodista que le entrega a la recién creada editorial su obra “Como los vi yo”. Allí, el autor, hace una semblanza sobre hombres de la historia argentina tales como Bartolomé Mitre, Julio A. Roca, Leandro N. Alem y varios más, así como Georges Clemenceau y otros. La edición tuvo una tirada de 1800 ejemplares (posteriores libros serán de menor cantidad); el precio de venta al público es de $ 4,50 m/n. Corre el año 1922 cuando Manuel Gleizer se convierte en editor, tiene 33 años de edad.
Para identificar a su editorial utiliza un logo ideado y dibujado por el artista José Bonomi con el perfil de Dante Alighieri, un perfil que estudiosos ven rasgos del rostro de Manuela. Eran tiempos de los editores “románticos”, otro fue Antonio Zamora (1896-1976, con su “Editorial Claridad”), los cuales se caracterizaron por la firme determinación de llevar al gran público buenas obras de autores que muy pronto tomarían dimensiones nacionales e internacionales.
La editorial de Manuel Gleizer llega a publicar cerca de 300 títulos. En general la tirada es entre 300 y 500 ejemplares con un precio de venta que varía entre $ 0,50 y $ 3,50 m/n. No hace distinción de temáticas ni de autores. Los hay marxistas, conservadores, nacionalistas, liberales, porteños, de las provincias y la lista sigue. Entre los escritores publicados figuran Leopoldo Marechal, Jorge Luis Borges, Carlos de la Púa, Macedonio Fernández, los hermanos González Tuñón, Eduardo Mallea, Raúl Scalabrini Ortiz (sí, le editó “El hombre que está solo y espera” con una tirada de 3.000 ejemplares) y muchísimos más. También publica libros científicos como “Electrocardiografía y poligrafías clínicas”.
MUDANZA Y ÚLTIMOS AÑOS
En 1932 muda su librería a la Av. Santa Fe y luego a la calle Beruti. Disminuye la cantidad e importancia de ediciones aunque no deja de arriesgar y publica el primer poemario de Juan Gelman. Su vida se apaga el 3 de marzo de 1966 pero nos deja sus libros y su historia de librero y editor. Quizá fue la necesidad de un hombre de intentar una vida económica mejor, quizá su inconciencia de hacer algo sin tener la experiencia previa pero la Suerte, o el Destino, quiso darse cita en un lugar de Villa Crespo para reunir obras de escritores, hoy emblemáticos, con lectores de varias generaciones.
eduardobolan@gmail.com
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