miércoles, 6 de julio de 2022

BREVES Y CON ENCANTO

 BREVES Y CON ENCANTO

 Por Eduardo Horacio Bolan

 

La Ciudad de Buenos Aires fue diseñada en forma de damero pero las necesidades urbanísticas y de vivienda hizo que algunas de sus cuadrículas fueran atravesadas de formas y características particulares. Son los pasajes.

 

Las callecitas de Buenos Aires

“Las tardecitas de Buenos Aires tiene ese qué sé yo, ¿viste?”, este primer verso del poema “Balada para un loco” del escritor y poeta Horacio Ferrer, musicalizado por Astor Piazzolla, nos bien predispone para reemplazar tardecitas por callecitas. La paráfrasis quedaría: “Las callecitas de Buenos Aires tiene ese qué sé yo, ¿viste?”

“Salís de tu casa por (…), lo de siempre, en la calle y en vos”, rellenen el nombre que corresponda a cada posible lector con el de sus respectivas viviendas, en esta segunda línea o verso de la estrofa de “Balada…”, y allí habrá fascinación y deleite. La calle y vos.

 

Reminiscencia española

La Ciudad de Buenos Aires, como urbe colonial de la Corona española, fue construída según las normas de las Leyes de India, por lo tanto con un trazado cuadricular, en forma de damero, como el tablero del juego de damas.

La necesidad fue superando lo reglado y con el avance de los años y el aumento de habitantes hizo que debieran construirse más viviendas y fue menester achicar algunas de ellas para dar paso a otras muchas escondidas a mitad de la cuadra. Los pasajes.

 

Nombres para lugares con encanto

Poseen una fascinación propia. Los solemos llamar pasajes, cortadas, y hasta con la más sombría denominación de callejones.

Podemos encontrarlos en la mayoría de los barrios porteños.

Hay gran variedad de pasajes. Los hay de varios formatos  que podemos representarlos con letras tales como la “I”, con entrada por una calle y salida por otra paralela, que es más habitual, así como “L”, “U”, y hasta con formato de “X”. También los que nos sorprenden sin una salida, son las denominadas cortadas, o “callejón sin salida” o cul de sac (culo de bolsa), algo sin salida.

Los hay públicos y privados. Para uso de vivienda familiar, de oficinas o comercial. Peatonales, los que permiten vehículos, los mixtos. Los que son peatonales pero no para cualquiera, ya que una reja, por ejemplo, no permite la entrada para el paseante ocasional.

A cielo abierto, cubiertos, especies de galerías. Estilo museo.

Los que están y los que solo podemos encontrarlos en crónicas antiguas o en nuestro recuerdo.

Estos pasajes o como gusten denominarlos tiene su definición urbanística que se puede acotar a “paso a dos calles”, o simplemente “sitios o lugares donde se pasa”.

Paseemos, miremos y veamos.

 

Estilo museo

El emblemático es Caminito, en La Boca.

Cuando el Ferrocarril del Sud, luego renombrado General Roca, deja de funcionar son levantadas sus vías (1954) y algunas zonas de su trayectoria boquense quedan abandonadas. A instancias del pintor Benito Quinquela Martín (1890-1977) y otros destacados vecinos, ese paraje curvo es transferido a la Municipalidad de Buenos Aires (1958). Surge así un pasaje peatonal a cielo abierto hecho Museo.

Otro con similares características es el Pasaje Amigos de las Artes, ubicado en el barrio de Villa Luro.

 

En forma de “U”

Es el Pasaje de la Piedad. Nace en Bartolomé Mitre 1573 y luego de un recorrido en “U” invertida finaliza su trayecto en la misma calle de Bartolomé Mitre pero al 1525. Precisamente la arteria Bartolomé Mitre (llamada así desde 1901) anteriormente fue designada como de la Piedad (desde 1769)

Ha sido escenario de varias películas argentinas, desde las tangueras “Pobre mi madre querida” (1948) con dirección de Homero Manzi y la interpretación de Hugo del Carril, “Mi noche triste” (1952) dirigida por Lucas Demare,  hasta “El infierno tan temido” (1980) de Raúl de la Torre, con las actuaciones de Graciela Borges y Alberto de Mendoza y varios films más.

Jorge Luis Borges solía visitar en este pasaje a las hijas de José Ingenieros que vivían en uno de los departamentos.

 

Pasajes cubiertos con estructura de galerías

Como no tener presente al Pasaje Barolo, ubicado en el barrio de Monserrat (el Centro no es un barrio) con su trayectoria desde Avenida de Mayo 1370 hasta Hipólito Yrigoyen al 1373. Cada rincón tiene su sentido y está poblado de mitos y leyendas.

El arquitecto italiano Mario Palanti (1885-1979) recibe el encargo de otro de sus coterráneos, Luigi Barolo, para llevar adelante una construcción para albergar los restos de Dante Alighieri, autor de La Divina Comedia.

El resultado es la obra arquitectónica que podemos admirar desde su inauguración en 1923. Barolo fallece un año antes y no pudo ver la obra terminada. Los restos de Dante nunca llegaron…

El Pasaje Güemes también es otro buen ejemplo con estas características, cubierto y dentro de una galería. Localizado en el barrio de San Nicolás (reitero, el Centro no es un barrio). Posee dos entradas, una por la arteria peatonal Florida y otra por San Martín. Data su inauguración del año 1915. El proyecto fue ideado por el que fuera gobernador de Salta entre 1904-1906, David Ovejero.

El Pasaje Galerías Pacífico es construido entre 1890 y 1896. Es un pasaje diferente ya que la construcción ocupa toda la manzana comprendida entre Av. Córdoba, Florida, Viamonte y San Martín, con entradas y salidas varias. En sus comienzos es sede de las grandes tiendas Le Bon Marché. El Ferrocarril Pacífico, luego renombrado General San Martín, instala allí sus oficinas en1908. En un lugar tan amplio no puede faltar el sector para viviendas, las mismas se ubican en el sector de las calles Viamonte y San Martín. Décadas tras décadas se integran y desaparecen organismos, hasta que el lugar presenta un estado de abandono. Desde 1945 se decide que los muros de la cúpula central sean decorados por grandes artistas, tales como Antonio Berni, Luis Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino, Carlos Alonso, entre varios pintores más. Es relanzado y desde 1992 es declarado Monumento Histórico Nacional.

 

En forma de “X”

Es el Pasaje Butteler, en Parque Chacabuco. Ocupa la manzana comprendida por Cobo, Av. La Plata, Zelarrayán y Senillosa. El lugar, a simple vista, tiene la apariencia de ser cuatro pasajes, pero tiene una unidad que lo hace ser un pasaje y es la determinada por la numeración del 1 al 99. Consta de 64 viviendas, cada una con dos ambientes y patio. En su centro presenta la Plazoleta Santos Discépolo, por algunos conocida como Plazoleta Escondida.

Su denominación es para homenajear a Azucena Butteler, quien donó el terreno para estas construcciones y que en su momento fueron destinadas para vivienda obrera.

 

Pasajes en Villa Crespo

Este barrio presenta varios pasajes públicos, a cielo abierto y con forma de de “I”

En la lista se ubican:

Villafañe, llamado así por Benjamín Villafañe (1819-1893), militar y político argentino. Fue Gobernador de su provincia natal, Tucumán. La calle nace en Sunchales al 649 y concluye su trazado en Casafoust al 642.

El alfabeto, esta denominación surge en 1925. Inicia su breve recorrido desde Remedios de Escala de San Martín al 549 y termina en la Av. Juan B. Justo al 3350.

Murcia, denominado así en honor a la región y ciudad de España con ese nombre. Nace en Luis Viale 431 y acaba su tramo en Galicia 460.

Cañuelas, llamado así desde 1933, antes su denominación fue Tte. Cnel. Escolástico Magán. La denominación surge por el Partido y ciudad de la Provincia de Buenos Aires, quizá se deba ampliar el por qué de su nombre a que allí se realiza la firma  del Tratado de Cañuelas (1829) entre Lavalle y Rosas. Va desde Murillo 1049 hasta Padilla 1050.

Del Parque, ubicado entre Mahatma Gandhi 551 y Antezana 250. Recuerda a la Plaza del Parque (actualmente Plaza Lavalle) ya que allí se había instalado en 1822 un parque de artillería con depósito de pólvora.

Pasaje Mangiante

Se encuentra dentro de las categorías pasaje privado, al aire libre, desaparecido.

Foto del pasaje Mangiante en la década de 1970


Recuerda a Ángel Mangiante. No se conocen datos personales de este inmigrante italiano que se afincó en el barrio de Villa Crespo, todo hace suponer, entre fines del siglo XIX y comienzos del XX. Dueño de un almacén con entrada por Camargo 602, esquina Malabia.

El Anuario Kraft de 1913 Tomo I correspondiente a Capital Federal corrobora este dato. En la sección “Buenos Aires por órden alfabético” (escrito según la ortografía de la época) consta “Mangiante, Angel, almacén, Camargo 602”.

Listado de los Mangiantes y sus ocupaciones en 1913


Fue un pasaje con entrada por Camargo 569, sin salida. En realidad consistía en un pasaje privado o, como dejó escrito Cayetano Francavilla en su “Historia de Villa Crespo” (1978) refiriéndose al pasaje Mangiante: “Esto no es una calle, ni siquiera un pasaje; es solo un gran patio interior llamado Mangiante en homenaje al ilustre vecino que construyó este añejo edificio (…)”

No hay exactitud en considerar que estos lotes de Camargo al 500 eran propiedad de los Mangiante o si el pasaje fue denominado de esa manera en memoria y reconocimiento hacia Ángel Mangiante.

Muchos recuerdan a este pasaje por los torneos de ajedrez que allí se llevaban a cabo, es más, hay quien aventura que allí se acercó el gran Robert “Bobby” Fischer (1943-2008) cuando participaba en el Torneo Internacional de Buenos Aires 1970. No he encontrado registro de esa visita y si aconteció considero como más creíble que haya sucedido en la segunda visita al país (la primera fue en 1959 donde asistió a un torneo en Mar del Plata) que nos hiciera en 1960 cuando él contaba con 16 años y todavía era más fácil de llevarlo de un lugar a otro. En 1970 ya era muy reconocido y su visita no hubiera pasado desapercibida. Mucho más cuando le ganó al gran maestro Tigran Petrossian en el Torneo de Candidatos que se desarrolló en el Teatro General San Martín en 1971.  Por esos años el ajedrez fue furor en Buenos Aires.

Lo que sí existen registros es que a este pasaje muchos lo conocían como el Pasaje del Ajedrez. Es porque en una de sus viviendas tuvo su sede en 1970 el Círculo de Ajedrez de Villa Crespo.

Vista del pasaje desaparecido


Sin duda alguna el pasaje Mangiante será recordado porque en una de sus viviendas habitaba la familia Bernardo. Papá José María, mamá María Jiménez y sus ocho hijos. Al quinto vástago del matrimonio le pusieron el nombre de Francisca Cruz. Al cabo de pocos años será conocida como Paquita Bernardo, la “Flor de Villa Crespo”. Su fecha de nacimiento fue el 1º de mayo de 1900 y muy pronto se despertó en ella la pasión por la música. La consabida inicial oposición paterna, propia de la época, fue torcida por la firme posición de sus hermanos varones que la alentaron y convencieron al padre. Si le gusta la música, pudo haber expresado el padre, que estudie piano. Pero el gran amor musical de Paquita era para con el bandoneón. Nueva oposición paterna. Acaso dijera algo parecido a ¡cómo mi hija va a abrir sus piernas porque así lo exige el uso de ese instrumento, jamás, es inadmisible!, y nueva postura de sus hermanos a favor de la decisión de Francisca. Papá José fue convencido con la condición de que fuera siempre acompañada por Aurelio, uno de los hermanos y gran aliado de Paquita, y llevada en taxi a todos lados, ida y vuelta, por Enrique, otro de sus hermanos, que trabajaba de taxista.

Luego de sus estudios musicales, la trayectoria de Paquita como instrumentista, directora de orquesta y compositora obtuvo un éxito rotundo que solo lo truncó un resfrío mal curado que la llevó a la muerte. Era el 14 de abril de 1925.

 

Quedan muchos pasajes sin nombrar, quizá sirva de aliciente al posible lector para buscar y encontrarlos.


 
  Por Eduardo Horacio Bolan