BREVES Y CON ENCANTO
La Ciudad de
Buenos Aires fue diseñada en forma de damero pero las necesidades urbanísticas
y de vivienda hizo que algunas de sus cuadrículas fueran atravesadas de formas
y características particulares. Son los pasajes.
Las callecitas de Buenos Aires
“Las tardecitas
de Buenos Aires tiene ese qué sé yo, ¿viste?”, este primer verso del poema
“Balada para un loco” del escritor y poeta Horacio Ferrer, musicalizado por
Astor Piazzolla, nos bien predispone para reemplazar tardecitas por callecitas.
La paráfrasis quedaría: “Las callecitas de Buenos Aires tiene ese qué sé yo,
¿viste?”
“Salís
de tu casa por (…), lo de siempre, en la calle y en vos”, rellenen el nombre que
corresponda a cada posible lector con el de sus respectivas viviendas, en esta
segunda línea o verso de la estrofa de “Balada…”, y allí habrá fascinación y
deleite. La calle y vos.
Reminiscencia española
La
Ciudad de Buenos Aires, como urbe colonial de la Corona española, fue
construída según las normas de las Leyes de India, por lo tanto con un trazado
cuadricular, en forma de damero, como el tablero del juego de damas.
La
necesidad fue superando lo reglado y con el avance de los años y el aumento de
habitantes hizo que debieran construirse más viviendas y fue menester achicar
algunas de ellas para dar paso a otras muchas escondidas a mitad de la cuadra.
Los pasajes.
Nombres para lugares con encanto
Poseen una
fascinación propia. Los solemos llamar pasajes, cortadas, y hasta con la más
sombría denominación de callejones.
Podemos
encontrarlos en la mayoría de los barrios porteños.
Hay gran variedad
de pasajes. Los hay de varios formatos
que podemos representarlos con letras tales como la “I”, con entrada por
una calle y salida por otra paralela, que es más habitual, así como “L”, “U”, y
hasta con formato de “X”. También los que nos sorprenden sin una salida, son
las denominadas cortadas, o “callejón sin salida” o cul de sac (culo de bolsa), algo sin salida.
Los hay públicos
y privados. Para uso de vivienda familiar, de oficinas o comercial. Peatonales,
los que permiten vehículos, los mixtos. Los que son peatonales pero no para
cualquiera, ya que una reja, por ejemplo, no permite la entrada para el
paseante ocasional.
A cielo abierto,
cubiertos, especies de galerías. Estilo museo.
Los que están y
los que solo podemos encontrarlos en crónicas antiguas o en nuestro recuerdo.
Estos pasajes o
como gusten denominarlos tiene su definición urbanística que se puede acotar a
“paso a dos calles”, o simplemente “sitios o lugares donde se pasa”.
Paseemos, miremos
y veamos.
Estilo museo
El emblemático es
Caminito, en La Boca.
Cuando el
Ferrocarril del Sud, luego renombrado General Roca, deja de funcionar son
levantadas sus vías (1954) y algunas zonas de su trayectoria boquense quedan
abandonadas. A instancias del pintor Benito Quinquela Martín (1890-1977) y
otros destacados vecinos, ese paraje curvo es transferido a la Municipalidad de
Buenos Aires (1958). Surge así un pasaje peatonal a cielo abierto hecho Museo.
Otro con
similares características es el Pasaje Amigos
de las Artes, ubicado en el barrio de Villa Luro.
En forma de “U”
Es el Pasaje de la Piedad. Nace en Bartolomé Mitre
1573 y luego de un recorrido en “U” invertida finaliza su trayecto en la misma
calle de Bartolomé Mitre pero al 1525. Precisamente la arteria Bartolomé Mitre
(llamada así desde 1901) anteriormente fue designada como de la Piedad (desde 1769)
Ha sido escenario
de varias películas argentinas, desde las tangueras “Pobre mi madre querida”
(1948) con dirección de Homero Manzi y la interpretación de Hugo del Carril, “Mi
noche triste” (1952) dirigida por Lucas Demare,
hasta “El infierno tan temido” (1980) de Raúl de la Torre, con las
actuaciones de Graciela Borges y Alberto de Mendoza y varios films más.
Jorge Luis Borges
solía visitar en este pasaje a las hijas de José Ingenieros que vivían en uno
de los departamentos.
Pasajes cubiertos con estructura de galerías
Como no tener
presente al Pasaje Barolo, ubicado
en el barrio de Monserrat (el Centro no es un barrio) con su trayectoria desde
Avenida de Mayo 1370 hasta Hipólito Yrigoyen al 1373. Cada rincón tiene su
sentido y está poblado de mitos y leyendas.
El arquitecto
italiano Mario Palanti (1885-1979) recibe el encargo de otro de sus
coterráneos, Luigi Barolo, para llevar adelante una construcción para albergar
los restos de Dante Alighieri, autor de La Divina Comedia.
El resultado es
la obra arquitectónica que podemos admirar desde su inauguración en 1923.
Barolo fallece un año antes y no pudo ver la obra terminada. Los restos de
Dante nunca llegaron…
El Pasaje Güemes también es otro buen
ejemplo con estas características, cubierto y dentro de una galería. Localizado
en el barrio de San Nicolás (reitero, el Centro no es un barrio). Posee dos
entradas, una por la arteria peatonal Florida y otra por San Martín. Data su
inauguración del año 1915. El proyecto fue ideado por el que fuera gobernador
de Salta entre 1904-1906, David Ovejero.
El Pasaje Galerías Pacífico es construido
entre 1890 y 1896. Es un pasaje diferente ya que la construcción ocupa toda la
manzana comprendida entre Av. Córdoba, Florida, Viamonte y San Martín, con
entradas y salidas varias. En sus comienzos es sede de las grandes tiendas Le
Bon Marché. El Ferrocarril Pacífico, luego renombrado General San Martín,
instala allí sus oficinas en1908. En un lugar tan amplio no puede faltar el
sector para viviendas, las mismas se ubican en el sector de las calles Viamonte
y San Martín. Décadas tras décadas se integran y desaparecen organismos, hasta
que el lugar presenta un estado de abandono. Desde 1945 se decide que los muros
de la cúpula central sean decorados por grandes artistas, tales como Antonio
Berni, Luis Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino, Carlos Alonso, entre varios
pintores más. Es relanzado y desde 1992 es declarado Monumento Histórico
Nacional.
En forma de “X”
Es el Pasaje Butteler, en Parque Chacabuco.
Ocupa la manzana comprendida por Cobo, Av. La Plata, Zelarrayán y Senillosa. El
lugar, a simple vista, tiene la apariencia de ser cuatro pasajes, pero tiene
una unidad que lo hace ser un pasaje y es la determinada por la numeración del
1 al 99. Consta de 64 viviendas, cada una con dos ambientes y patio. En su
centro presenta la Plazoleta Santos Discépolo, por algunos conocida como
Plazoleta Escondida.
Su denominación
es para homenajear a Azucena Butteler, quien donó el terreno para estas
construcciones y que en su momento fueron destinadas para vivienda obrera.
Pasajes en Villa Crespo
Este barrio
presenta varios pasajes públicos, a cielo abierto y con forma de de “I”
En la lista se
ubican:
Villafañe, llamado así por Benjamín Villafañe
(1819-1893), militar y político argentino. Fue Gobernador de su provincia
natal, Tucumán. La calle nace en Sunchales al 649 y concluye su trazado en
Casafoust al 642.
El alfabeto, esta denominación surge en 1925.
Inicia su breve recorrido desde Remedios de Escala de San Martín al 549 y termina
en la Av. Juan B. Justo al 3350.
Murcia, denominado así en honor a la región
y ciudad de España con ese nombre. Nace en Luis Viale 431 y acaba su tramo en
Galicia 460.
Cañuelas, llamado así desde 1933, antes su
denominación fue Tte. Cnel. Escolástico Magán. La denominación surge por el Partido
y ciudad de la Provincia de Buenos Aires, quizá se deba ampliar el por qué de
su nombre a que allí se realiza la firma del Tratado de Cañuelas (1829) entre Lavalle y
Rosas. Va desde Murillo 1049 hasta Padilla 1050.
Del Parque, ubicado entre Mahatma Gandhi 551 y
Antezana 250. Recuerda a la Plaza del Parque (actualmente Plaza Lavalle) ya que
allí se había instalado en 1822 un parque de artillería con depósito de
pólvora.
Pasaje Mangiante
Se encuentra dentro de las categorías pasaje privado, al aire libre,
desaparecido.
Recuerda a Ángel
Mangiante. No se conocen datos personales de este inmigrante italiano que se
afincó en el barrio de Villa Crespo, todo hace suponer, entre fines del siglo
XIX y comienzos del XX. Dueño de un almacén con entrada por Camargo 602,
esquina Malabia.
El Anuario Kraft
de 1913 Tomo I correspondiente a Capital Federal corrobora este dato. En la
sección “Buenos Aires por órden alfabético” (escrito según la ortografía de la
época) consta “Mangiante, Angel, almacén, Camargo 602”.
Fue un pasaje con
entrada por Camargo 569, sin salida. En realidad consistía en un pasaje privado
o, como dejó escrito Cayetano Francavilla en su “Historia de Villa Crespo”
(1978) refiriéndose al pasaje Mangiante: “Esto no es una calle, ni siquiera un
pasaje; es solo un gran patio interior llamado Mangiante en homenaje al ilustre
vecino que construyó este añejo edificio (…)”
No hay exactitud
en considerar que estos lotes de Camargo al 500 eran propiedad de los Mangiante
o si el pasaje fue denominado de esa manera en memoria y reconocimiento hacia
Ángel Mangiante.
Muchos recuerdan
a este pasaje por los torneos de ajedrez que allí se llevaban a cabo, es más, hay
quien aventura que allí se acercó el gran Robert “Bobby” Fischer (1943-2008)
cuando participaba en el Torneo Internacional de Buenos Aires 1970. No he
encontrado registro de esa visita y si aconteció considero como más creíble que
haya sucedido en la segunda visita al país (la primera fue en 1959 donde
asistió a un torneo en Mar del Plata) que nos hiciera en 1960 cuando él contaba
con 16 años y todavía era más fácil de llevarlo de un lugar a otro. En 1970 ya
era muy reconocido y su visita no hubiera pasado desapercibida. Mucho más
cuando le ganó al gran maestro Tigran Petrossian en el Torneo de Candidatos que
se desarrolló en el Teatro General San Martín en 1971. Por esos años el ajedrez fue furor en Buenos
Aires.
Lo que sí existen
registros es que a este pasaje muchos lo conocían como el Pasaje del Ajedrez.
Es porque en una de sus viviendas tuvo su sede en 1970 el Círculo de Ajedrez de
Villa Crespo.
Sin duda alguna
el pasaje Mangiante será recordado porque en una de sus viviendas habitaba la
familia Bernardo. Papá José María, mamá María Jiménez y sus ocho hijos. Al
quinto vástago del matrimonio le pusieron el nombre de Francisca Cruz. Al cabo
de pocos años será conocida como Paquita Bernardo, la “Flor de Villa Crespo”.
Su fecha de nacimiento fue el 1º de mayo de 1900 y muy pronto se despertó en
ella la pasión por la música. La consabida inicial oposición paterna, propia de
la época, fue torcida por la firme posición de sus hermanos varones que la
alentaron y convencieron al padre. Si le gusta la música, pudo haber expresado
el padre, que estudie piano. Pero el gran amor musical de Paquita era para con
el bandoneón. Nueva oposición paterna. Acaso dijera algo parecido a ¡cómo mi
hija va a abrir sus piernas porque así lo exige el uso de ese instrumento,
jamás, es inadmisible!, y nueva postura de sus hermanos a favor de la decisión
de Francisca. Papá José fue convencido con la condición de que fuera siempre
acompañada por Aurelio, uno de los hermanos y gran aliado de Paquita, y llevada
en taxi a todos lados, ida y vuelta, por Enrique, otro de sus hermanos, que
trabajaba de taxista.
Luego de sus
estudios musicales, la trayectoria de Paquita como instrumentista, directora de
orquesta y compositora obtuvo un éxito rotundo que solo lo truncó un resfrío
mal curado que la llevó a la muerte. Era el 14 de abril de 1925.
Quedan muchos pasajes
sin nombrar, quizá sirva de aliciente al posible lector para buscar y
encontrarlos.
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