viernes, 4 de junio de 2021

UN PASEO POR LA CALLE SERRANO

 

UN PASEO POR LA CALLE SERRANO

     Por Eduardo Horacio Bolan

Desde 1882 lleva este nombre. En un tramo perteneciente al Barrio de Palermo fue renombrada, en 1996, para homenajear a un ilustre escritor que en esos lares viviera su infancia.

 

Calle Serrano

La denominación más antigua que se tenga referencia es 3 de Febrero. Comenzó a llamarse oficialmente Serrano desde la confección y publicación del Plano Municipal de Obras Públicas de la Ciudad de Buenos Aires en 1882.

Nace en Av. Warnes al 799 y, originalmente, concluía su trayecto en Av. Santa Fe al 4100. Actualmente, bajo esta denominación, su trazado termina en Honduras (Plaza Julio Cortázar), en Palermo. Desde 1996 se le cambió el nombre al tramo correspondiente desde Honduras hasta Av. Santa Fe por el de Jorge Luis Borges, a pesar de la negativa, en vida del escritor, de que se concrete este proyecto.

Jorge Luis Borges (1899-1986) vivió en Serrano  2135 entre los años 1901 a 1914. Este genial lector y escritor nació en el barrio de San Nicolás. Por cuestiones económicas sus progenitores, Jorge Guillermo Borges y Leonor Acevedo, debieron mudarse. A sus allegados, Jorge Guillermo y Leonor, les dejaban entender que se habían mudado “al norte” de la ciudad. Les daba vergüenza decir que se encontraban viviendo en un barrio incipiente.

 

¿Quién fue Serrano?

Esta arteria recuerda a José Mariano Serrano, quien naciera en 1788 en la Intendencia de Chuquisaca (por aquel entonces perteneciente al Alto Perú). El 25 de Mayo de 1809 apoyó al movimiento revolucionario que intentara la autonomía de la corona española. Ante el fracaso de la insurrección no disminuyó su patriotismo y se plegó a los ideales de la Revolución del 25 de  Mayo de 1810 en Buenos Aires. Fue perseguido por consiguiente en su lugar natal y no se le permitió ejercer como abogado, título que obtuviera en 1811. Se refugió en Buenos Aires donde desempeñó el cargo de diputado por Charcas (Intendencia del Alto Perú, hoy Bolivia) en la Asamblea General Constituyente de 1813. También fue designado por Charcas para que la represente en el Congreso de Tucumán en 1816.

La firma de Serrano figura al pie del Acta de Independencia y fue él el que la redactó en los idiomas español, quecha y aymará, por decisión del Congreso.

La idea de Serrano era constituir en estas tierras una monarquía no absoluta, atemperada por así decir, es por eso que se oponía a que el gobierno sea ejercido por la sucesión incaica.

Como político, en nuestro país, desempeñó una importante actividad participando en innumerables debates e involucrándose en los conflictos que surgían entre Buenos Aires y las provincias comandadas por sus caudillos.

En 1825 regresa a Chuquisaca y preside el Congreso que declara la independencia de la actual Bolivia, también redacta y firma el Acta. Por lo tanto, Serrano interviene activamente en dos declaraciones de Independencia: la Argentina y la de Bolivia.

Su actividad no disminuye y en 1826 viaja a Buenos Aires para luego dirigirse a Francia siempre como representante de su país.

En dos ocasiones asume interinamente como presidente de Bolivia para luego ejercer la presidencia de la Suprema Corte, cargo que ocupó hasta su fallecimiento en 1851.

 

Paseo por la calle Serrano

Es una calle muy amigable para caminar. En su primer tramo, a cuadra y media de su nacimiento, podemos observar una placa que nos recuerda que en ese solar se encontraba ubicado un famoso conventillo. Me refiero al “Conventillo Nacional”. Recibía esa denominación por albergar, entre muchos otros inquilinos, a trabajadores, con sus familias, de la Fábrica Nacional de Calzado. La piedra fundamental de esta Fábrica fue colocada el 3 de junio de 1888 (es la fecha que se considera como fundación del Barrio de Villa Crespo, aunque en ese momento no hubo una fundación entendida como tal). Participó de la misma el Dr. (médico) Antonio Crespo en carácter de Intendente de la Ciudad de Buenos Aires.


La Fábrica ocupaba la manzana de terreno comprendida entre Acevedo, Murillo, Gurruchaga (en esos años Segurola) y Padilla (antes Cuyo), calle donde se encontraba la entrada. Enfrente de la Fábrica se emplazó la Curtiembre, delimitada por las arterias Murillo, Gurruchaga, Padilla y Serrano.

Este Conventillo ha pasado a la historia como el “Conventillo de la Paloma”. No hay constancias ciertas que lo corroboren pero el recuerdo popular estableció que allí habitaba una muchacha de condición social modesta, posiblemente obrera, muy famosa por su hermosura y buenos modales. El escritor Alberto Vacarezza, que fuera vecino de Villa Crespo, trasladó esas remembranzas  a uno de sus famosos sainetes.

El Conventillo Nacional habría tenido su entrada en Serrano 148, 152 o 156. Se dice que lo surcaba un estrecho pasillo muy largo, que atravesaba toda la manzana, y que llegaba a Thames (dirección 151),  arteria paralela a Serrano. Tendría instaladas unas ciento doce habitaciones distribuídas en cuatro cuerpos, no quedó establecido cuántos piletones tendría ni la cantidad de baños.

Serrano 148 (Foto EHB, 01/06/2021)

Serrano 152, 156. Fachada actual del "Conventillo de la Paloma"
(Foto EHB, 01/06/2021)

Sigo con mi paseo. Otra cuadra y media, en la esquina de Serrano y Padilla, se puede observar la Parroquia de San Bernardo en medio de dos torres de viviendas, de las tres construídas en lo que fuera la Curtiembre.

Vista desde la esquina de Padilla y Serrano. Parroquia de San Bernardo
(Foto EHB 01/06/2021)


A doscientos metros de allí, en la esquina de Serrano y Av. Corrientes, todavía existe gran parte de la fachada de lo que fuera Textil Dell´Acqua, inaugurada en 1894.

Alzando un poco la vista se puede apreciar en Villa Crespo gran parte de su pasado, no hay que perderlo. No solo es placentero observar esa parte de tiempos idos sino también saber conservar el patrimonio legado.

Av. Corrientes y Serrano. Fachada Tienda Dell´Acqua (Foto EHB, 01/06/2021)

Detalle (Foto EHB, 01/06/2021)

Más allá, en Serrano 742, se encuentra la fachada del edificio de lo que fuera el Hogar Santa Clara de Asís. Este solar fue donado en 1910 por Fernando Bourdieu y su segunda esposa para sea el albergue de matrimonios de bajos recursos económicos. Comenzó a funcionar al año siguiente. Se le dio el nombre de Santa Clara en honor a una hija de Bourdieu de su primer matrimonio, muerta muy joven.

Serrano 742. Hogar Santa Clara de Asís (Foto EHB 19/agosto/2020)

Serrano 742. Frente del Hogar Santa Clara de Asís (Foto EHB, 19/agosto/2020)


En 1955 se erigió allí una Parroquia. Es en 2002 cuando el entonces Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge Mario Bergoglio (Papa Francisco desde el 13 de marzo de 2013) dispone el traslado parroquial a Gurruchaga 1012, uniéndose a la Iglesia de San José.

 

Serrano en Palermo

Cruzando la Av. Córdoba ya es Palermo. Este barrio está conformado, según los vecinos, por sub-barrios no oficiales. A este sector de Serrano se lo denomina, por cuestiones comerciales, Palermo Soho, hasta hace poco conocido solo como Palermo Viejo. De ese lado también, como en Villa Crespo, tuvieron en 1888 su sector de viviendas obreras y una denominación que honraba a un político importante de la época.

El 1º Intendente de la Ciudad de Buenos Aires fue Torcuato de Alvear, quien se desempeñó en ese cargo desde 1883 a 1887. Sus realizaciones, entre muchas otras, fueron el ensanchamiento de la Av. de Mayo, la demolición de la Recova Vieja y las mejoras de los parques de la Recoleta y Palermo.

En 1885 la empresa Moreno, Mosconi y Cía adquiere el predio ubicado
entre las calles Costa Rica, Thames, Cabrera y Gurruchaga, con destino
a construir una ciudad con casas y plazas para  obreros.

A fines de ese año el intendente Torcuato de Alvear coloca la piedra
fundamental de la villa que llevará su nombre. En 1888 el Banco
Inmobiliario, propiedad de don Antonio Devoto, compra la villa y
encomienda al arquitecto Juan Buschiazzo (1846 - 1917) el proyecto del
trazado urbano. Al mismo tiempo, Buschiazzo también realizó el
proyecto de Villa Devoto.

Lo llevado a la práctica por Buschiazzo era un sistema alternado de
calles y pasajes. La idea central es que las calles siguieran la trama de la traza principal en damero y los pasajes, de menos ancho, dividieran en dos las manzanas. Con esto se da comienza a un intento de construir casas más económicas en los barrios más alejados, en esos años finales del siglo XIX, achicando los lotes y multiplicando las calles. Esas casas fueron rápidamente habitadas por trabajadores y por sus familias. También se dio importancia a espacios verdes con el emplazamiento de plazas y plazoletas. A esta nueva “ciudad” o barrio se la conoció como “Ciudad de los obreros” y muy pronto pasó a ser conocida como “Villa Alvear”. Ahora entendemos un poco más el por qué Jorge Guillermo Borges, padre de Jorge Luis, comunicaba a sus conocidos que deberían mudarse “al norte” de la ciudad, no iba a decir que se trasladaba a la “Ciudad de los obreros”.

Como queda dicho más arriba luego fue variando el nombre de este sector de Palermo.

En el cruce de las calles Serrano y Honduras se ubicó una pequeña plazoleta. Actualmente, reitero, el cruce es Borges (llamada así desde 1996) y Honduras y la plaza es Julio Cortázar (de esta manera denominada desde 1994, antes Serrano).

Algo similar sucedía en Villa Crespo, en 1888, con la construcción de la Fábrica Nacional de Calzado y denominando, en este caso los rematadores, al nuevo barrio con el apellido del Intendente de entonces, el 2º Intendente de la Capital Federal, Antonio Crespo.

Como se puede apreciar tanto Villa Crespo como Palermo tuvieron un origen paralelo.

 

Volver a Villa Crespo y a algunos años atrás

Regreso a Villa Crespo y… a décadas pasadas,  más precisamente a la esquina de Av. Corrientes y Serrano y al 31 de mayo de 1985. Un temporal azotó a la Ciudad de Buenos Aires desde la tarde del 30 y se extendió hasta la mañana del 1º de junio de 1985.

El día que más lluvia cayó fue el 31 y causó estragos materiales y pérdidas humanas. ¡300 milímetros en un solo día!

La situación fue gravísima, personas con agua hasta las rodillas, viviendas y negocios inundados, coches a la deriva, noventa mil personas evacuadas y lo más penoso e irreparable, catorce personas fallecidas. Son fechas que quedan en el recuerdo de los porteños, incluyendo a los vecinos de Villa Crespo ya que la lluvia tuvo consecuencias devastadoras, especialmente en las calles cercanas al Arroyo Maldonado. Ha quedado un interesante registro fotográfico de la inundación.




“Hoy todo ha pasado” nos dice Carlos Gardel en el tango “Silencio”. Muchos negocios cambiaron de dueño, de rubro y su aspecto exterior, otros se mudaron cerca. Hoy todo ha pasado pero la esencia vecinal perdura como la fachada de la Textil Dell´Acqua y que sigue siendo la esquina de Av. Corrientes y Serrano con toda su historia.

Av. Corrientes y Serrano (Foto EHB, 01/06/2021)

 


 

VILLA CRESPO, ¿BARRIO REO?

  Por Eduardo Horacio Bolan

 

“Barrio piringundín, barrio malevo”,  recuerda Celedonio Flores, “¡Villa Crespo!... barrio reo” le hace decir Alberto Vacarezza a uno de sus personajes.  A pesar de algunos intentos de poetas y escritores no ha quedado registros, de gran relevancia, de guapos de armas  llevar que dejaran su marca en el barrio de Villa Crespo.

 

“Barrio de contras bravas”. Celedonio Flores

Aquellas quintas, potreros, talleres de ladrillos de la Circunscripción 15 se transforman en casitas bajas habitadas por obreros y sus familias. El vecindario es ocupado por “laburantes” que van a la “Fábrica” o a otros lugares de trabajo, chicos que caminan cuadras y cuadras para llegar a la escuela, jóvenes que en el mejor de los casos son aprendices de oficio o jornaleros, señoras que se esmeran por prepararle platos con comida, aunque sea sopa, a su familia.

Las calles son estrechas, de tierra, cuando llueve de barro, en algún caso empedradas con el sistema  “macadam” como en Rivera altura Avenida Canning. Son  conocidas con nombres de habitantes del lugar, denominadas en muchos casos con números y después, muy pronto, ya con nombres propios. Ya es la Parroquia de San Bernardo también llamada por los rematadores la villa de Crespo.

El paisaje va cambiando pero quedan arroyos, en especial el “cuneta rea”, el Arroyo Maldonado.

Para esos años de claroscuro de fin de un siglo y comienzo de otro un joven poeta observa el barrio, lo vive, y transforma su visión en poesía. Es Celedonio Esteban Flores (1896-1947). Supo ser, en su juventud, boxeador, en la categoría peso pluma. Pero sobre todo, poeta (admirador de Rubén Darío) y letrista de tangos. De su poema “Villa Crespo” extraigo su primera estrofa:

“Barrio piringundín, barrio malevo

donde aprendí a mancar la vida maula

en mis días papusos de purrete

compadrito y piernún, callao y taura.”

Comienza, Celedonio Flores, señalando a Villa Crespo como lugar de bailes de ínfima categoría, de mal vivir. Nos dice que aprendió a reconocer la vida engañosa en sus lindos días de chico que va creciendo. Él mismo se considera compadrito, pendenciero; piernún, activo, sagaz, listo; callao, es decir piedra moldeada por la erosión de los ríos y, en nuestro caso, de arroyos. También se dice taura o sea guapo.

En la siguiente estrofa confirma como etiqueta al barrio en su mirada de poeta:

“Barrio de contras bravas, tus hazañas

que rubricaron fieras puñaladas

deberían saberlas los mocosos

en la escuela tendrán que saberlas.”

Más adelante detalla lugares y personajes:

“La quinta de la Lunga, los perales

tentación de pandillas malandrasas (…)

La academia San Jorge, la academia…

donde cobraban cinco la bailada.

Si me habré compadriado mis chirolas

despatarrando cortes y quebradas.

El Mocho, el Cachafaz, Pata de Alambre,

David, la Portuguesa y el Lagaña;

Los hermanos Balijas y Fresedo

(El Pibe Paternal, de larga fama).”

Celedonio Flores 

Lugares y personajes de aquellos tiempos

En ese detalle que realiza Celedonio Flores de sitios y personajes, es necesario saber quiénes fueron. Allí voy:

“La quinta de la Lunga”. Quizá más que una quinta era un conventillo. Estaba ubicado en la calle Castro Barros 433, barrio de Almagro, y el lugar era conocido como “María la Lunga”. En décadas pasadas memoriosos que recuerdan de otros con mucha memoria que eran comunes las riñas entre los asistentes a “lo de la Lunga”.

Estos evocadores también aseguran que la Rubia Mireya no es un personaje sino que fue una mujer de carne y hueso y que se hospedaba en el conventillo de María la Lunga.

“La academia San Jorge”. Este salón de baile estaba ubicado en la calle Thames 583. Es importante destacar que se encontraba en esa calle, ya que ella corre paralela al Arroyo Maldonado. Esta academia de baile abría sus puertas los sábados y domingos y, tal como dice Celedonio, la pieza costaba cinco centavos m/n. Por registros policiales se sabe que allí eran comunes enfrentamientos entre “gente de mal vivir”.

Celedonio deja bien en claro que esa es “la academia”, la más importante de todas. No era la única del barrio, había muchas más. Esos espacios eran conocidos no solo como “academias” sino también como  “patios”y a los lugares más elegantes se los calificaba “salones”. Otra academia donde había encontronazos era la ubicada en Canning (Scalabrini Ortiz) 812, a pocos metros de la esquina con Castillo. Otro “patio” de baile estaba emplazado en Acevedo 130. En la calle Darwin, entre Aguirre y Loyola, estaba situado otro de estos “patios”, en este caso sí se le puede decir patio ya que estaba a cielo abierto y lo engalanaba una planta de parra. Luego se mudó a Gurruchaga 574. En estos últimos casos había que pagar entrada, la cual oscilaba entre 30 centavos m/n hasta 1,50 pesos m/n. En la mayoría de los casos los hombres aprendían a bailar tangos con profesores hombres, por lo tanto se bailaba entre hombres. Los músicos presentes tocaban el bandoneón, la guitarra y en algunos casos el violín.

Celedonio Flores menciona personas que casi con seguridad conoció, estos son:

“El Mocho”, “el Cachafaz”, “David”, “La Portuguesa”. Seudónimos de personas verdaderas que existieron y supieron alegrar a los concurrentes de los bailongos.

El nombre verdadero de “el Mocho”, llamado así porque le faltaba un dedo, era David Undarz, oriundo de Avellanada, y su compañera de la vida y de baile era Amelia, con el apelativo de la Portuguesa. Supieron brillar entre 1915 y 1930 en el entonces cabaret Royal Pigall (donde también se lucía Tito Lusiardo), ubicado en, la todavía angosta, Corrientes 825. Funcionaba en el vestíbulo del Teatro Royal,  que en 1924 sería renombrado Tabarís.

El tango “Milonguita” con letra de Samuel Linning dice:

“Esthercita

hoy te llaman Milonguita

flor de noche y de placer

flor de lujo y cabaret (…)

Cuando sales por la madrugada

Milonguita, de aquel cabaret (…)”

Los estudiosos de las letras de tango aseguran que el cabaret que se hace mención es el Royal Pigall.

 “El Cachafaz”. En lunfardo quiere decir pícaro, sinvergüenza, bribón. Su verdadero nombre era Ovidio José Bianquet (1882-1942) y había nacido en el barrio porteño de Boedo. Es el mayor exponente del bailarín compadrito porteño, supe brillar tanto en esta ciudad como en París.



“El Lagaña”. Fue uno de los pseudónimos de Anselmo Aieta (1896-1964), compositor y bandoneonista, autor de tangos como “Siga el Corso” y el vals criollo “Palomita Blanca”.

“Los hermanos Balijas”. Eran tres hermanos, de apellido Servidio, que Villa Crespo los acunó al nacer. El mayor fue Luis (1895-1961) y luego vendría José (1900-1969) el más famoso y el de mayor actuación de los hermanos. Por último se incorporaría el menor, Alfredo. El apodo Balija se lo ganó José ya que portaba su bandoneón en una valija… tan grande como él. José fue compañero en sus inicios de “El Lagaña” Aieta; integró muchas orquestas, entre ellas las de Osvaldo Fresedo.

“Fresedo (El Pibe Paternal)”. Se refiere al compositor y director de orquesta de tango Osvaldo Nicolás Fresedo (1897-1984), nacido en el barrio de La Paternal.

Celedonio Flores, en el mencionado poema “Villa Crespo”, también nombra a “El Café Venturita”, ubicado en ese barrio donde actuaba el trío compuesto por  Francisco Canaro (violín), Augusto Berto (bandoneón) y Domingo Salerno (guitarra). Además recuerda: “Los matinés y los bailes de Peracca”

 


Salón Peracca. Enrique Cadícamo

En 1890 se había instalado el “Salón Villa Crespo” donde eran frecuentes las reuniones culturales. Al comprar José Peracca este establecimiento cambia su denominación, será “Salón Peracca”, y su objeto social, pasa a ser salón de bailes, especialmente de tango.

Enrique Cadícamo escribió el poema “Salón Peracca” donde, como dato al margen, menciona que el bandoneonista que amenizaba la velada era “Mascarita”. Con este apodo era conocido el hermano de Paquita “La Flor de Villa Crespo” Bernardo.


En diversas estrofas, Cadícamo, relata un hecho policial, con muerte incluída, ocurrido en el Peracca. Lo sintetizo:

“(…) que a la entrada

eran palpados de arma,

siempre había alguna alarma

porque alguno se zafaba.

Volaban sillas y mesas (…)

La noche, cuando aquel mozo,

mató de un tiro al ladrón,

no lo hizo de matón

ni tampoco de alevoso.

El ladrón, a quien llamaban

El Rana, de sobrenombre (…)

sacó un revólver

pero el rival, le ganó,

sacó también y apuntó

un balazo tan medido,

que el ladrón quedó tendido

y ni un suspiro exhaló.”

Otro poema de Enrique Cadícamo, “El Maceta y El Títere”, detalla otro encontronazo entre guapos.

“De la barra de Ítalo, guapo de Villa Crespo,

era el protagonista de la hazaña que narro.

Lo llamaban El Títere y su oficio

era ponerle llantas a los carros.

Supo que en el Abasto, roncaba otro pesado,

con corazón de taura y músculos de atleta.

Una serie de hechos, ya habían consagrado

a este hombre, al que todos, laman El Maceta.

´De allá de Villa Crespo, he llegado atraído

por su cartel de taura que ya se lee de lejos

y como yo soy guapo, esta noche he venido

a llevarme su fama o a dejar mi pellejo´ (…).”

En esta ocasión, luego de las presentaciones amenazantes y de los consabidos desafíos, esta vez a la baraja, y disparo de por medio, concluye en amistad. Esta, sin duda, es una historia auténtica.

 

El cuchillo. Borges

El compañero casi exclusivo de los guapos es el cuchillo. Jorge Luis Borges lo retrató y le dio protagonismo en numerosas ocasiones, como en su cuento “El Sur” (Ficciones, 1944), también en numerosos poemas pero no voy a abrumar al lector, cito solo un par:

“Dónde estará el malevaje

que fundó en polvorientos callejones

de tierra o en perdidas poblaciones

la secta del cuchillo y del coraje?

¿Dónde estarán aquellos que pasaron,

dejando a la epopeya un episodio,

una fábula al tiempo, y que sin odio,

lucro o pasión de amor se acuchillaron”

(El Tango, “Sur”, 1958; Recopilado en “El otro, el mismo”, 1964)

En la “Milonga de Jacinto Chiclana” nos dice:

“algo se dijo también

de una esquina y de un cuchillo (…)

el choque de hombres o sombras

y esa víbora, el cuchillo.”

 

¿Barrio reo?

Variados poetas, muchos poemas pero ¿Villa Crespo, fue barrio de malevos?

Nos imaginamos a los guapos orilleros. Celedonio Flores seguramente los habrá visto en algunos piringundines de la calle Thames, cercana al Arroyo Maldonado (“cuneta rea” lo apodó), que para los vecinos villacrespenses, o quizá para los poetas, de fines del XIX era como la orilla, lo marginal.

No han quedado registros de duelos a cuchillo entre guapos, en la Circunscripción 15 o en la Parroquia de San Bernardo. Que no haya registro no quiere decir que no hayan existido. Los habrá habido, porque, claro, “nunca faltan encontrones cuando el pobre se divierte”, le hacía decir José Hernández al Sargento Cruz, personaje de “El Gaucho Martín Fierro” (1872). Esta expresión se repite casi idéntica, “Nunca faltan encontrones cuando un pobre se divierte”, en el tango “Tres amigos” con letra y música de Enrique Cadícamo.

Seguramente el malevo que más ha perdurado en la memoria villacrespense, el más conocido, es el personaje creado por Alberto Vacarezza para su sainete “El Conventillo de la Paloma”. Es el malevo “Villa Crespo” que nos dice:

“¡Villa Crespo!... barrio reo

el de las calles estrechas

y las casitas mal hechas

que eras lindo por lo feo (…)”

 


 

 

 

IGNACIO WARNES

 

IGNACIO WARNES

 Por Eduardo Horacio Bolan

Warnes es mucho más que el nombre de una avenida. Recuerda el apellido de un héroe de la Independencia. Hoy, este apellido, tiene presencia en Villa Crespo.

 

Busto realizado por el artista Miguel Warnes

Una familia en el Buenos Aires prerevolucionario

Como era costumbre en esa época, dentro de una familia con cierta holgura económica, al recién nacido lo denominaron con tres nombres y dos apellidos: Ignacio José Javier Warnes García de Zúñiga.

Ignacio nació el 27 de noviembre de 1770 (hay historiadores que plantean fechas diferentes) poco antes de instaurarse el Virreinato del Río de la Plata (1776)

Ya tenía un hermano mayor, Manuel José, también criollo.

Luego vendrían Manuela, Martina y Martín José.

El padre de estos hermanos era un comerciante español Manuel Antonio José Warnes, con orígenes familiares irlandeses, afincado en Buenos Aires que había contraído segundas nupcias con la criolla porteña Ana Jacoba García de Zúñiga.

 

Años turbulentos

El padre Manuel Antonio fue nombrado Alcalde del Cabildo de Buenos Aires en dos oportunidades.

Dos de los hermanos varones, Ignacio y Martín, siguiendo el mandato familiar, tomaron como camino la carrera militar. El mayor (Manuel), seguramente también siguiendo el mandato familiar, tomó los hábitos y se doctoró en teología.

Las hermanas mujeres se casaron con militares.

Manuela Josefa con el general chileno José Joaquín Prieto, que llegaría a ser dos veces Presidente de Chile.

Martina Josefa Celestina contrajo nupcias con el marino español Baltasar Unquera, destacado combatiente en las Invasiones Inglesas.

En 1810, con el estallido de la Revolución, la familia abrazó la causa patriota.

Ana Jacoba García de Zúñiga se encuentra dentro de las catorce mujeres porteñas, en el listado del 30 de mayo de 1812, que donaron dinero (entregó cincuenta pesos fuertes y su hija Martina un anteojo de gran valor) para la compra de armamento para la causa emancipadora. En esa lista de damas de la sociedad también se encuentran entre otras: Tomasa de la Quintana, María Sánchez de Thompson y María de los Remedios de Escalada. No solo en Buenos Aires las mujeres realizaron donaciones sino en todo el territorio de lo que en la actualidad es la República Argentina y no solo dinero, sino todo tipo de pertenencias, también su tiempo y su vida. En nuestra historia nacional se las recuerda como Patricias Argentinas.

Además de dinero, Ana García de Zúñiga Warnes, también debió ceder a la Patria naciente a sus cinco hijos. Cada uno de ellos tuvo un destino diferente; en el que nos ocupa, trágico aunque con gloria.

 

Caminos militares y del Señor

Martín  José, el más joven de los cinco hermanos (nace en 1786) después de su aprendizaje como guardiamarina en Cádiz participa combatiendo contra Napoleón en su invasión a España, aunque no hay registros que haya peleado en la batalla de Trafalgar como algunos historiadores sostienen. Cae prisionero de los franceses y con el tiempo logra fugarse. En 1816 renuncia a su juramento a la corona española y viaja a su Buenos Aires natal para adherir a la causa emancipadora. A su llegada, José de San Martín lo solicita a las autoridades porteñas para que se incorpore al Ejercito de los Andes. Allí lo destinan, y combate junto a San Martín en Talcahuano, Cancha Rayada y Maipú. Desde Valparaíso acompaña a San Martín al Perú.

El sacerdote es trasladado al presbiterado de la Catedral de Córdoba y luego pasa a desempeñarse en el curato de San Nicolás de los Arroyos. En esa función, en 1811, es acusado de no simpatizar con la causa patriota y es separado. Los cargos presentados contra el Padre Manuel Warnes no son muy claros ni contundentes. El sacerdote Warnes debe recurrir a Manuel Belgrano para que interceda a su favor. De esta manera es restituído en el curato. En 1815 se traslada a la parroquia de San José de Flores (recordemos que esta parroquia junto a la de Belgrano serían incorporadas a la Ciudad de Buenos Aires en 1880  con la Ley de Capitalización).

 

IGNACIO WARNES

De los hermanos Warnes, dejando de lado al sacerdote Manuel, es el único que no pudo disfrutar de una relación amorosa estable, algo parecida a lo vivido por Manuel Belgrano, su jefe, su compañero y amigo.

Algunos historiadores aseguran, aunque no todos, que tuvo una hija con Micaela Montero Vaca a la cual llamaron Manuela Antonia. Ambas, madre e hija, conocieron el desamparo y hasta la cárcel luego de la muerte en batalla de Ignacio.

Su carrera militar estuvo signada por el sacrificio con gloria. En octubre de 1791 ya es cadete en el Regimiento de Infantería de Buenos Aires. Pasa a la Banda Oriental y obtiene en 1795 el cargo de Subteniente y alférez de Caballería en los Blandengues de Montevideo, creado para luchar contra el bandidaje, para defender la frontera lindante con los portugueses y bandeirantes y para combatir el contrabando. En 1803 ya es Teniente de Caballería. Participa en las Invasiones Inglesas.

En junio de 1809, en plena efervescencia prerevolucionaria, solicita el retiro del ejército Real de la Corona española, aduce hemoptisis (expulsión de sangre al toser o en las flemas).

La suerte está marcada, adhiere a la incipiente Revolución que ya está en la mente de los patriotas.

El entonces Coronel Manuel Belgrano lo incorpora a su expedición al Paraguay (setiembre 1810). Allí lo acompaña en el combate de Campichuelo y en las derrotas de Paraguarí y Tacuarí, donde, quizá, escuchó el redoble del tambor del niño Pedro Ríos (el Tambor de Tacuarí).

Warnes es tomado prisionero. Al ser liberado es reclamado nuevamente por Belgrano para su expedición al Norte, en la llamada Segunda Campaña Auxiliadora al Alto Perú (1812). Warnes ya es Teniente Coronel y Belgrano General. Interviene en las victorias de las batallas de Tucumán y Salta. Por su actuación es ascendido al grado de Coronel de infantería y Belgrano lo nombra su Ayudante. Luego vinieron las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma (con la valerosa actuación del grupo de mujeres recordadas como las “Niñas de Ayohuma”).

Ante la retirada del ejército emancipador, Belgrano destaca a Ignacio Warnes a Santa Cruz de la Sierra (actualmente ciudad perteneciente a Bolivia) como Gobernador Intendente.

En Santa Cruz de la Sierra, Warnes, reorganiza sus tropas y trabaja él mismo en los talleres que había instalado para fabricar armamento y municiones. Luego de un revés militar da batalla a los realistas en La Florida. Con gran habilidad militar, Warnes junto a Juan Antonio Álvarez de Arenales y el cruceño José Manuel Mercado (el Colorao) derrotan a las tropas de la Corona.

Retrato de Ignacio Warnes (autor anónimo)
         No ha quedado registro certero ni del rostro ni de la contextura física de Ignacio Warnes

Esta gesta sirve de alivio a las autoridades de las Provincias  del Río de la Plata, con sede en Buenos Aires, ya que detuvo el avance que estaban preparando los realistas.

La batalla de La Florida se da el 25 de mayo de 1814, fecha emblemática para la emancipación americana ya que recordaba al levantamiento popular contra la Corona española en 1809 en Chuquisaca (hoy ciudad Sucre, Bolivia) y a la Revolución del 25 de Mayo de 1810 en Buenos Aires.

 

Particularidades de combatientes (no por haber nacido en…)

Como muchos nacidos en España adhirieron a los ideales emancipadores, otros, nacidos en América empuñaron las armas a favor de la Corona española.

En el primer caso se puede mencionar a Juan Antonio Álvarez de Arenales. Nacido en Reinoso (Burgos), España, al llegar a costas americanas adhirió al movimiento independentista. Peleó en Perú bajo las órdenes de José de San Martín y hasta se dice, no hay documentos que lo avalen, intentó infructuosamente que San Martín y Simón Bolívar llegaran a un entendimiento antes de la llamada Entrevista de Guayaquil (1822). Llegó a ser gobernador de Salta y un nieto suyo, José Evaristo Uriburu, alcanzó el grado de Presidente de la República Argentina (1895-1898)

En el sector opuesto, los criollos que pelearon bravamente a favor del Rey, se encuentra José Manuel de Goyeneche y Barreda. Había nacido en Arequipa, Perú, aunque educado en la península. Combatió con éxito contra los patriotas en la batalla de Huaqui (1811).

 

La batalla de El Pari

Al poco tiempo de la victoria de La Florida, Warnes vuelve a derrotar a los realistas en Santa Bárbara (1815).

El ejército de la Corona se reagrupa, no da tregua, la orden es eliminar al “formidable Warnes” y recuperar Santa Cruz de la Sierra para el Rey.

El 21 de noviembre de 1816 se da un nuevo encuentro bélico, que será el último de Ignacio Warnes. En total son tres mil combatientes, 1.200 son patriotas. La lucha se vuelve feroz, se combate cuerpo a cuerpo sin respiro. La orden debe cumplirse.

Warnes, como es su costumbre, se encuentra al frente de sus soldados y hace propia la arenga que siempre les imparte antes de cada contienda: “A vencer o morir con gloria. Viva la Patria”. Una bala lo hiere en una pierna, una bala de cañón impacta en su caballo, sobre el cual está montado sable en mano. No puede moverse, su caballo lo oprime. Es la oportunidad, arremeten contra él. Una bayoneta calada lo hiere en el pecho y recibe un disparo a quemaropa en la cabeza. La misión está cumplida. Le cercenan la cabeza y la exhiben como trofeo.

El ejército patriota, ya sin jefe, se desorienta. Los realistas recuperan Santa Cruz de la Sierra. De aquellos tres mil combatientes solo quedan en pie poco más de quinientos. Se señala que es la batalla más sangrienta de la Guerra de Independencia.

 

Informe de Belgrano y su dolor

El general Belgrano informa a Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas sobre la muerte en acción del coronel Ignacio Warnes: “El parte que me da el oficial José Manuel Mercado (…) nos saca de la incertidumbre y perplejidad con respecto del coronel Ignacio Warnes. Me avisa que el 21 de noviembre del año último, al cerrarse la tarde, en acción sangrienta con el enemigo, arrojó aquel una bala de cañón y con ella la muerte al expresado coronel.” (Fechado 3 de julio de 1817).

A pesar de la certidumbre expresada por Belgrano, Buenos Aires no cree que todo terminó y a un año de los acontecimientos de El Pari, Matías de Irigoyen, de destacada actuación en la Revolución de Mayo, le contesta por carta a Doña Ana García de Zúñiga y Warnes ante un pedido de la madre de Ignacio: “Aunque las noticias dadas por algunos emigrados (…) anuncian el fallecimiento del Coronel Don Ignacio Warnes, nada se sabe oficialmente y de modo positivo.” (Fechado 19 de noviembre de 1817)

Es Manuel Belgrano el encargado de terminar con un estado de  angustia y desconcierto de una madre para dar paso a la angustia de la realidad: “Muy señora mía: dudé mucho tiempo de la suerte de nuestro Ignacio y hasta que por conducto fidedigno no supe la gloria con que cubrió su carrera no quería creer que Ud. y la Patria hubiesen perdido un hijo tan digno y yo un verdadero amigo.” (Carta a Doña Ana García de Zúñiga y Warnes, fechada en Tucumán,  el  10 de enero de 1818).

 

Reconocimiento de la historiografía cruceña

Los habitantes de Santa Cruz de la Sierra y la historiografía cruceña han dado un lugar de privilegio a Ignacio Warnes. Siguiendo lo detallado por la historiadora Yngrid Vespa Adomeit (diplomada en Historia y Estudios del Oriente Boliviano –Universidad Privada de Santa Cruz-, Dama de Honor de la Academia Belgraniana de la República Argentina) sabemos la suerte que acompañó la cabeza separada del cuerpo del coronel Warnes:

“Mientras Ana Barba, con argucias distraía la atención del centinela, José Manuel Vaca “Cañoto” y Francisco Ribero, con un palo y un lienzo, rescataban la cabeza del héroe. Ana Barba la escondió como un tesoro hasta que se proclamó la libertad en Santa Cruz, en febrero de 1825.”

Desde 1920 en el mismo lugar donde se expuso la cabeza cercenada se alza una estatua en bronce de Ignacio Warnes.

 

El apellido Warnes en Villa Crespo

Además de la avenida que recuerda al héroe de la Independencia, el apellido Warnes está presente en el barrio de Villa Crespo por medio de un descendiente de aquella familia.

Miguel R. Warnes nació en San Miguel de Tucumán el 29 de setiembre de 1939. A sus veinticinco años decidió dar un salto en su vida y recaló en la Ciudad de Buenos Aires. Aquí decidió desarrollar con plena libertad lo poético, lo que sentía. Ese sentimiento lo llevó a potenciar su veta de artista plástico, de escritor, de poeta y también de americanista.

Para ganarse el pan diario dio rienda suelta a su vocación docente. Al mismo tiempo exponía su obra, tanto pictórica como escultórica.

Muchos son sus trabajos pero aquí quiero resaltar el busto que realizara en homenaje a Ignacio. No quedaron registros fidedignos de cómo era el héroe y mucho menos la expresión de su rostro. Si bien circula un óleo sobre tela de autor anónimo, Miguel Warnes creyó conveniente realizar su propia obra donde combinara fisonomía con personalidad, encuadrado dentro de los ideales patrióticos, tales como predisposición y temple. En el año 2002 el busto de Ignacio, realizado por Miguel Warnes, fue develado en la plaza Bolivia (Av. del libertador y Olleros, Ciudad de Buenos Aires).

Miguel R. Warnes, desde 1979, vive y desarrolla su arte en Villa Crespo, es nuestro vecino.


eduardobolan@gmail.com