IGNACIO WARNES
Warnes es mucho más que el nombre de
una avenida. Recuerda el apellido de un héroe de la Independencia. Hoy, este
apellido, tiene presencia en Villa Crespo.
Una
familia en el Buenos Aires prerevolucionario
Como era costumbre en esa época, dentro
de una familia con cierta holgura económica, al recién nacido lo denominaron
con tres nombres y dos apellidos: Ignacio José Javier Warnes García de Zúñiga.
Ignacio nació el 27 de noviembre de
1770 (hay historiadores que plantean fechas diferentes) poco antes de
instaurarse el Virreinato del Río de la Plata (1776)
Ya tenía un hermano mayor, Manuel José,
también criollo.
Luego vendrían Manuela, Martina y
Martín José.
El padre de estos hermanos era un comerciante
español Manuel Antonio José Warnes, con orígenes familiares irlandeses,
afincado en Buenos Aires que había contraído segundas nupcias con la criolla porteña
Ana Jacoba García de Zúñiga.
Años
turbulentos
El padre Manuel Antonio fue nombrado
Alcalde del Cabildo de Buenos Aires en dos oportunidades.
Dos de los hermanos varones, Ignacio y
Martín, siguiendo el mandato familiar, tomaron como camino la carrera militar.
El mayor (Manuel), seguramente también siguiendo el mandato familiar, tomó los
hábitos y se doctoró en teología.
Las hermanas mujeres se casaron con
militares.
Manuela
Josefa con el general chileno José Joaquín
Prieto, que llegaría a ser dos veces Presidente de Chile.
Martina
Josefa Celestina contrajo nupcias con el marino español
Baltasar Unquera, destacado combatiente en las Invasiones Inglesas.
En 1810, con el estallido de la
Revolución, la familia abrazó la causa patriota.
Ana
Jacoba García de Zúñiga se encuentra
dentro de las catorce mujeres porteñas, en el listado del 30 de mayo de 1812,
que donaron dinero (entregó cincuenta pesos fuertes y su hija Martina un
anteojo de gran valor) para la compra de armamento para la causa emancipadora. En
esa lista de damas de la sociedad también se encuentran entre otras: Tomasa de
la Quintana, María Sánchez de Thompson y María de los Remedios de Escalada. No
solo en Buenos Aires las mujeres realizaron donaciones sino en todo el
territorio de lo que en la actualidad es la República Argentina y no solo
dinero, sino todo tipo de pertenencias, también su tiempo y su vida. En nuestra
historia nacional se las recuerda como Patricias
Argentinas.
Además de dinero, Ana García de Zúñiga
Warnes, también debió ceder a la Patria naciente a sus cinco hijos. Cada uno de
ellos tuvo un destino diferente; en el que nos ocupa, trágico aunque con
gloria.
Caminos
militares y del Señor
Martín
José,
el más joven de los cinco hermanos (nace en 1786) después de su aprendizaje
como guardiamarina en Cádiz participa combatiendo contra Napoleón en su
invasión a España, aunque no hay registros que haya peleado en la batalla de
Trafalgar como algunos historiadores sostienen. Cae prisionero de los franceses
y con el tiempo logra fugarse. En 1816 renuncia a su juramento a la corona
española y viaja a su Buenos Aires natal para adherir a la causa emancipadora. A
su llegada, José de San Martín lo solicita a las autoridades porteñas para que
se incorpore al Ejercito de los Andes. Allí lo destinan, y combate junto a San
Martín en Talcahuano, Cancha Rayada y Maipú. Desde Valparaíso acompaña a San
Martín al Perú.
El sacerdote es trasladado al
presbiterado de la Catedral de Córdoba y luego pasa a desempeñarse en el curato
de San Nicolás de los Arroyos. En esa función, en 1811, es acusado de no
simpatizar con la causa patriota y es separado. Los cargos presentados contra
el Padre Manuel Warnes no son muy
claros ni contundentes. El sacerdote Warnes debe recurrir a Manuel Belgrano
para que interceda a su favor. De esta manera es restituído en el curato. En
1815 se traslada a la parroquia de San José de Flores (recordemos que esta
parroquia junto a la de Belgrano serían incorporadas a la Ciudad de Buenos
Aires en 1880 con la Ley de
Capitalización).
IGNACIO
WARNES
De los hermanos Warnes, dejando de
lado al sacerdote Manuel, es el único que no pudo disfrutar de una relación
amorosa estable, algo parecida a lo vivido por Manuel Belgrano, su jefe, su
compañero y amigo.
Algunos historiadores aseguran, aunque
no todos, que tuvo una hija con Micaela Montero Vaca a la cual llamaron Manuela
Antonia. Ambas, madre e hija, conocieron el desamparo y hasta la cárcel luego
de la muerte en batalla de Ignacio.
Su carrera militar estuvo signada por
el sacrificio con gloria. En octubre de 1791 ya es cadete en el Regimiento de
Infantería de Buenos Aires. Pasa a la Banda Oriental y obtiene en 1795 el cargo
de Subteniente y alférez de Caballería en los Blandengues de Montevideo, creado
para luchar contra el bandidaje, para defender la frontera lindante con los
portugueses y bandeirantes y para combatir el contrabando. En 1803 ya es
Teniente de Caballería. Participa en las Invasiones Inglesas.
En junio de 1809, en plena
efervescencia prerevolucionaria, solicita el retiro del ejército Real de la
Corona española, aduce hemoptisis (expulsión de sangre al toser o en las
flemas).
La suerte está marcada, adhiere a la
incipiente Revolución que ya está en la mente de los patriotas.
El entonces Coronel Manuel Belgrano lo
incorpora a su expedición al Paraguay (setiembre 1810). Allí lo acompaña en el
combate de Campichuelo y en las derrotas de Paraguarí y Tacuarí, donde, quizá,
escuchó el redoble del tambor del niño Pedro Ríos (el Tambor de Tacuarí).
Warnes es tomado prisionero. Al ser liberado
es reclamado nuevamente por Belgrano para su expedición al Norte, en la llamada
Segunda Campaña Auxiliadora al Alto Perú (1812). Warnes ya es Teniente Coronel
y Belgrano General. Interviene en las victorias de las batallas de Tucumán y
Salta. Por su actuación es ascendido al grado de Coronel de infantería y
Belgrano lo nombra su Ayudante. Luego vinieron las derrotas de Vilcapugio y
Ayohuma (con la valerosa actuación del grupo de mujeres recordadas como las
“Niñas de Ayohuma”).
Ante la retirada del ejército
emancipador, Belgrano destaca a Ignacio Warnes a Santa Cruz de la Sierra
(actualmente ciudad perteneciente a Bolivia) como Gobernador Intendente.
En Santa Cruz de la Sierra, Warnes,
reorganiza sus tropas y trabaja él mismo en los talleres que había instalado
para fabricar armamento y municiones. Luego de un revés militar da batalla a
los realistas en La Florida. Con gran habilidad militar, Warnes junto a Juan
Antonio Álvarez de Arenales y el cruceño José Manuel Mercado (el Colorao)
derrotan a las tropas de la Corona.
Esta gesta sirve de alivio a las
autoridades de las Provincias del Río de
la Plata, con sede en Buenos Aires, ya que detuvo el avance que estaban
preparando los realistas.
La batalla de La Florida se da el 25
de mayo de 1814, fecha emblemática para la emancipación americana ya que
recordaba al levantamiento popular contra la Corona española en 1809 en
Chuquisaca (hoy ciudad Sucre, Bolivia) y a la Revolución del 25 de Mayo de 1810
en Buenos Aires.
Particularidades
de combatientes (no por haber nacido en…)
Como muchos nacidos en España
adhirieron a los ideales emancipadores, otros, nacidos en América empuñaron las
armas a favor de la Corona española.
En el primer caso se puede mencionar a
Juan Antonio Álvarez de Arenales. Nacido en Reinoso (Burgos), España, al llegar
a costas americanas adhirió al movimiento independentista. Peleó en Perú bajo
las órdenes de José de San Martín y hasta se dice, no hay documentos que lo
avalen, intentó infructuosamente que San Martín y Simón Bolívar llegaran a un
entendimiento antes de la llamada Entrevista de Guayaquil (1822). Llegó a ser
gobernador de Salta y un nieto suyo, José Evaristo Uriburu, alcanzó el grado de
Presidente de la República Argentina (1895-1898)
En el sector opuesto, los criollos que
pelearon bravamente a favor del Rey, se encuentra José Manuel de Goyeneche y
Barreda. Había nacido en Arequipa, Perú, aunque educado en la península.
Combatió con éxito contra los patriotas en la batalla de Huaqui (1811).
La
batalla de El Pari
Al poco tiempo de la victoria de La
Florida, Warnes vuelve a derrotar a los realistas en Santa Bárbara (1815).
El ejército de la Corona se reagrupa,
no da tregua, la orden es eliminar al “formidable Warnes” y recuperar Santa
Cruz de la Sierra para el Rey.
El 21 de noviembre de 1816 se da un
nuevo encuentro bélico, que será el último de Ignacio Warnes. En total son tres
mil combatientes, 1.200 son patriotas. La lucha se vuelve feroz, se combate
cuerpo a cuerpo sin respiro. La orden debe cumplirse.
Warnes, como es su costumbre, se
encuentra al frente de sus soldados y hace propia la arenga que siempre les
imparte antes de cada contienda: “A vencer o morir con gloria. Viva la Patria”.
Una bala lo hiere en una pierna, una bala de cañón impacta en su caballo, sobre
el cual está montado sable en mano. No puede moverse, su caballo lo oprime. Es
la oportunidad, arremeten contra él. Una bayoneta calada lo hiere en el pecho y
recibe un disparo a quemaropa en la cabeza. La misión está cumplida. Le
cercenan la cabeza y la exhiben como trofeo.
El ejército patriota, ya sin jefe, se
desorienta. Los realistas recuperan Santa Cruz de la Sierra. De aquellos tres
mil combatientes solo quedan en pie poco más de quinientos. Se señala que es la
batalla más sangrienta de la Guerra de Independencia.
Informe
de Belgrano y su dolor
El general Belgrano informa a Juan
Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas sobre la muerte
en acción del coronel Ignacio Warnes: “El parte que me da el oficial José
Manuel Mercado (…) nos saca de la incertidumbre y perplejidad con respecto del
coronel Ignacio Warnes. Me avisa que el 21 de noviembre del año último, al
cerrarse la tarde, en acción sangrienta con el enemigo, arrojó aquel una bala
de cañón y con ella la muerte al expresado coronel.” (Fechado 3 de julio de
1817).
A pesar de la certidumbre expresada
por Belgrano, Buenos Aires no cree que todo terminó y a un año de los
acontecimientos de El Pari, Matías de Irigoyen, de destacada actuación en la
Revolución de Mayo, le contesta por carta a Doña Ana García de Zúñiga y Warnes
ante un pedido de la madre de Ignacio: “Aunque las noticias dadas por algunos
emigrados (…) anuncian el fallecimiento del Coronel Don Ignacio Warnes, nada se
sabe oficialmente y de modo positivo.” (Fechado 19 de noviembre de 1817)
Es Manuel Belgrano el encargado de
terminar con un estado de angustia y
desconcierto de una madre para dar paso a la angustia de la realidad: “Muy
señora mía: dudé mucho tiempo de la suerte de nuestro Ignacio y hasta que por
conducto fidedigno no supe la gloria con que cubrió su carrera no quería creer que
Ud. y la Patria hubiesen perdido un hijo tan digno y yo un verdadero amigo.”
(Carta a Doña Ana García de Zúñiga y Warnes, fechada en Tucumán, el 10
de enero de 1818).
Reconocimiento
de la historiografía cruceña
Los habitantes de Santa Cruz de la
Sierra y la historiografía cruceña han dado un lugar de privilegio a Ignacio
Warnes. Siguiendo lo detallado por la historiadora Yngrid Vespa Adomeit
(diplomada en Historia y Estudios del Oriente Boliviano –Universidad Privada de
Santa Cruz-, Dama de Honor de la Academia Belgraniana de la República
Argentina) sabemos la suerte que acompañó la cabeza separada del cuerpo del
coronel Warnes:
“Mientras Ana Barba, con argucias
distraía la atención del centinela, José Manuel Vaca “Cañoto” y Francisco
Ribero, con un palo y un lienzo, rescataban la cabeza del héroe. Ana Barba la
escondió como un tesoro hasta que se proclamó la libertad en Santa Cruz, en
febrero de 1825.”
Desde 1920 en el mismo lugar donde se expuso
la cabeza cercenada se alza una estatua en bronce de Ignacio Warnes.
El
apellido Warnes en Villa Crespo
Además de la avenida que recuerda al
héroe de la Independencia, el apellido Warnes está presente en el barrio de
Villa Crespo por medio de un descendiente de aquella familia.
Miguel
R. Warnes nació en San Miguel de Tucumán el 29
de setiembre de 1939. A sus veinticinco años decidió dar un salto en su vida y
recaló en la Ciudad de Buenos Aires. Aquí decidió desarrollar con plena
libertad lo poético, lo que sentía. Ese sentimiento lo llevó a potenciar su
veta de artista plástico, de escritor, de poeta y también de americanista.
Para ganarse el pan diario dio rienda
suelta a su vocación docente. Al mismo tiempo exponía su obra, tanto pictórica
como escultórica.
Muchos son sus trabajos pero aquí
quiero resaltar el busto que realizara en homenaje a Ignacio. No quedaron
registros fidedignos de cómo era el héroe y mucho menos la expresión de su
rostro. Si bien circula un óleo sobre tela de autor anónimo, Miguel Warnes creyó conveniente realizar
su propia obra donde combinara fisonomía con personalidad, encuadrado dentro de
los ideales patrióticos, tales como predisposición y temple. En el año 2002 el
busto de Ignacio, realizado por Miguel Warnes, fue develado en la plaza Bolivia
(Av. del libertador y Olleros, Ciudad de Buenos Aires).
Miguel
R. Warnes, desde 1979, vive y desarrolla su
arte en Villa Crespo, es nuestro vecino.
eduardobolan@gmail.com
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