jueves, 29 de agosto de 2019

EL DÍA QUE LEONARDO PADURA VISITÓ VILLA CRESPO

EL DÍA QUE LEONARDO PADURA VISITÓ VILLA CRESPO
Por Eduardo Horacio Bolan
















En una de las tantas visitas que realiza a la Ciudad de Buenos Aires el destacado  escritor cubano Leonardo Padura, siempre requerido en la Feria Internacional del  Libro, en los medios gráficos y en los jurados literarios, supe hacerse de tiempo para  conocer una Biblioteca y eligió una de Villa Crespo.             

Ese jueves 27 de octubre de 2016 las puertas de la Biblioteca Popular Alberdi de Villa  Crespo se abrieron para recibir al escritor Leonardo Padura.  El Presidente de la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares Prof.  Leandro de Sagastizábal, siempre dispuesto a que los autores se acerquen a los  lectores propuso al escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, 1955) que visite a  una de las Bibliotecas Populares más antiguas y prestigiosas de CABA, dentro del  marco de la Campaña de “Socios para la Lectura”, propulsada por CO.NA.BI.P.
Ese  jueves 27, acompañado por autoridades y miembros del Ministerio de Cultura de la  Nación y de la Secretaría de Cultura de la Nación, se hizo presente en el barrio de Villa  Crespo el creador de la saga de “Mario Conde”, personaje que comenzó siendo policía  cubano (“Pasado perfecto”, “Vientos de cuaresma”) y luego, ya retirado, sigue su  devenir como comprador y vendedor de libros (“Adiós Hemingway”, “Herejes”, “La  transparencia del tiempo”).
Sin duda la popularidad de Padura se catapultó con la  novela “El hombre que amaba a los perros”.  El autor vino acompañado de su esposa Lucía López Coll, también escritora y guionista.  Aprovecharon los primeros minutos para recorrer las instalaciones, y detenerse en los  libros que más les interesaban (muchos de ellos editados en Cuba). Miembros de  Comisión Directiva de la B P Alberdi le daban las explicaciones pertinentes de cómo  estaban organizados los anaqueles.          Padura, preocupado por el futuro de la documentación y de los libros en papel,  inquirió qué política al respecto seguía la Biblioteca. Se le explicó que, en especial, la  documentación, más que centenaria, de la B P Alberdi estaba siendo digitalizada pero  que todavía se confiaba en un futuro con ediciones en papel. 
Pronto la conversación se hizo más informal y derivó sobre socios, escritores más  leídos, obras más solicitadas.  A todo esto Lucía seguía interesada en los libros que pululan en las diversas  estanterías, ojeando determinados ejemplares, aquellos que más le habían llamado la atención.
A propósito, vale recordar la dedicatoria expresada en “El hombre…” donde  Padura sin pudor declara: “Treinta años después, todavía, para Lucía”  Luego de interesantes intercambios de opiniones sobre ediciones y autores se pasó a  la grabación del spot “Socios para la Lectura” para lo cual se puso una remera  confeccionada para la ocasión (aunque talle único, lo que le produjo, al colocársela,  una sonrisa franca al invitado pues le quedaba ajustada).   

TEXTUAL  
Dejo al mismo Padura para que se exprese con sus palabras:  
 “Yo soy Leonardo Padura, soy escritor. Vengo de Cuba y soy Socio de la Lectura.  Aunque eso es un poco mentira, yo realmente vivo de la lectura.  Yo creo que para mí, haber descubierto la lectura es haber descubierto el placer  dentro de los libros, es algo que me cambió la vida.  Cuando tenía entre 16 y 17 años el gran sueño de mi vida era ser jugador de beisbol.  Para nosotros, los cubanos, es una pasión, una parte de nuestra cultura, de la  espiritualidad cubana.         
Cuando descubrí que no iba a ser un buen jugador de beisbol, pues, quise ser  periodista deportivo, tampoco pude serlo porque no existía la carrera.  Terminé estudiando Literatura. Ahí comencé una vinculación mucho más profunda  como lector. Escribo porque he leído.  Y llegué a una biblioteca, de alguna forma parecida a esta. Ahí tuve mi primera  experiencia importante como lector “profesional”  Era la Biblioteca del Instituto Preuniversitario donde estudiaba.  Este Instituto Preuniversitario de “La Víbora” (así se llama esa zona residencial de La  Habana) tiene nombre de serpiente pero es un barrio muy hermoso.  El bibliotecario era un señor llamado Carlos. A mí me parecía un hombre viejo, debería  tener la edad que yo tengo ahora (61 años). 
Como era viejo, era sabio y como era bibliotecario era dos veces sabio.  Tenía la capacidad de saber cuándo un estudiante era un lector potencial.  A esos estudiantes Carlos les permitía algo que no era habitual, no se los permitía a  todos, y era que podíamos deambular por los estantes de libros, tocarlos, sacarlos y  leerlos.  Buscaba la forma de atraerlos y ponerlos en contactos con los libros. Eso era un paso  después de una cierta iniciación con la lectura que él sabía cómo inducirlo.           
Había estudiantes que le gustaba la poesía y sabía qué poetas buscarles.  En mi caso, Carlos descubrió que me gustaba mucho el mundo de la mitología griega.  Descubrí “La Ilíada” en mi primer curso de estudios preuniversitarios, era un resumen  de dos o tres de sus cantos.  - Carlos, cómo puedo enterarme cómo fue que pasó todo esto que he leído en el  resumen  - Pues hay un libro donde Homero cuenta toda esa historia.  Y me dio “La Ilíada”  - Y tú sabes que pasó después.  - Yo creo que está, vi una película.  Y me dio “La Odisea”  - Tú sabes que tengo la historia de Eneas.  Y me dio “La Eneida”  Así me fue buscando los caminos por los cuales para mí la lectura era no solamente  un agrado sino un apoyo.  Creo que este señor bibliotecario tuvo mucho que ver con la persona que soy.  Una Biblioteca puede ser simplemente un almacén de libros, un lugar donde estén los  ejemplares y son los bibliotecarios los que enlazan ese almacén a los lectores.  En un momento donde hay tantas atracciones, o distracciones, el trabajo de las  bibliotecas es cada vez más importante. 
Estoy convencido que entre un hombre que no lee y un hombre que lee, es mejor un  hombre que lee.”   

Luego siguieron más preguntas, una en especial sobre su preferencia por escritores  argentinos. Trató de mencionar a los ya fallecidos para no incurrir en olvidos de los que  editan actualmente.  Hacía pocos meses que Padura había obtenido el Premio Princesa de Asturias de las  Letras (2015) pero la Comisión Directiva de la B P Alberdi no se amilanó y le otorgó un  diploma donde se lo declara Socio Honorario de la Biblioteca. 

eduardobolan@gmail.com



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