BEN MOLAR, INFATIGABLE CREADOR
Por Eduardo Horacio
Bolan
Moisés Smolarchik Brenner, segundo hijo de León y Fanny,
nació el 3 de octubre de 1915 en la calle México 2041. A los pocos años la
familia se mudó al barrio de Villa Crespo. Muy pronto este niño llegaría a ser
conocido como Ben Molar.
COSA DE PURRETES
En conversaciones que mantuve con Ben Molar me contó anécdotas de su infancia en Villa Crespo: “Tengo grandes y pequeños recuerdos, por ejemplo el de un Festival que se hizo en la calle que se llamaba Triunvirato (hoy Av. Corrientes); estaban los cines: primero era el “Rívoli”, luego el cine teatro “Mitre” y luego el cine “Villa Crespo”. Tengo especial recuerdo para el cine “Villa Crespo”. Resulta que en años posteriores se estaba festejando un acontecimiento del Cine y, entonces yo, para acompañar como siempre, dije: “lo que pasa es que acá ninguno de ustedes, como yo, entraba gratis al cine ¿saben por qué? porque repartía programas dos o tres veces por semana”. Ahí salta alguien y dice “¡ah, no! ¿Sabés lo que hacía yo para entrar gratis? baldeaba este hall donde ahora estamos”. ¿Sabés quién era? Uno de los más grandes y reconocidos pintores de la Argentina y del mundo: Raúl Soldi” Su madre, doña Fanny Brenner, no veía con buenos ojos que su pequeño hijo estuviera tantas horas en la calle y es por eso que le recomienda asistir a la Biblioteca del barrio.
PRIMER ENCUENTRO CON LEOPOLDO MARECHAL
En el año 1921 la Biblioteca Popular Alberdi tenía su sede en Camargo 570 y hacia 1922 y 1923 era visitada asiduamente por el niño Moisés Smolarchik que cursaba la escuela primaria.
En palabras de ese niño ya hecho hombre: “La querida Biblioteca Popular Alberdi a la que tanto debo de cuando estaba en otra dirección. Yo iba constantemente ya que no podía comprar los libros del curso de segundo grado, entonces había un bibliotecario que tengo un recuerdo imborrable de él también, porque durante muchos años después fue amigo mío, pero en ese entonces me recomendaba ciertos libros. Yo no sabía que era Leopoldo Marechal, que sería un hombre tan importante para la literatura”.
Leopoldo Marechal se desempeñó como bibliotecario en la “Alberdi” desde 1919 hasta 1923. Con los años recuperarían esa amistad cuando el niño Moisés ya fuera Ben Molar y Marechal el destacado escritor reconocido internacionalmente.
INICIO “LITERARIO”
Niño de barrio, Moisés Smolarchik no se pierde ningún Carnaval y participa activamente en esos festejos. Por el Triunvirato villacrespense, desde Thames hasta Canning, con sus adoquines y lamparitas de colores, hacen su aparición las murgas con sus saltos, ropaje colorido y sus estribillos pegadizos.
Este niño/púber Smolarchik integra la murga “Los Presidiarios” y muchas de las letras que cantan son escritas por él. Con sus veintidós años hace el servicio militar y allí ya se “larga” a escribir versos (simples letrillas) para canciones que no tenían letra, comienza por las navideñas “Noche de paz” y “Repican las campanas”.
Hace copias de sus letras en papeles sueltos y las reparte en la Iglesia Nuestra Señora de la Consolación ubicada en Canning (actual Av. Raúl Scalabrini Ortiz) 1073 entre Rivera (actual Av. Córdoba) y Lerma.
EN EL COMIENZO FUE EL BOLERO
Década de 1940. Eran tiempos de tangos… y de boleros. Este género musical proveniente de Cuba, que hace furor en México y en toda hispanoamérica no pasa desapercibo para el inquieto Smolarchik Brenner.
Creativo por naturaleza compone varias letras para ser cantadas en ritmo de bolero. Intuye que siendo argentino y bajo su nombre real no tendrá aceptación en el ambiente artístico, es por eso que inventa el pseudónimo BEN MOLAR.
“NACE” BEN MOLAR
Con su gracia sin igual decía que Ben Molar era por el “hijo de la muela”, aunque claro que en el pseudónimo están reflejadas letras de su apellido materno y paterno.
Gracias a la amistad entablada con el músico Paul Misraki (1908-1998), y a instancias de este compositor, Ben Molar logra instalarse en el medio artístico como un letrista de boleros que, decía, vivía en París.
De esta dupla surge “Final”, “Volvamos a empezar” que fueran cantados por Gregorio Barrios, “Una mujer”, interpretada entre otros por Joao Gilberto.
También compuso “Sin importancia”, vocalizada por el mexicano Juan “el tenor de la voz de seda” Arvizu (1900-1985).
Ningún ritmo le es ajeno a Ben Molar, compone guaranias (música popular de origen paraguaya) como “Mensaje”, “Te sigo esperando”, “Sin saber por qué” con música de Florentín Giménez (1925).
Con Demetrio Ortiz (1916-1975) compone “Recuerdos del Paraguay”
Eso de crear a una persona que no existe en realidad, quizá haya sido un “guiño” hacia, o lo haya tomado de, César Tiempo (Israel Zeitlin, 1906-1980) con su imaginada Clara Beter, aquella prostituta judía que había publicado “Versos de una …” en la Editorial Claridad.
César Tiempo debe salir a aclarar que él era el autor de esa creación y así también confiesa Ben Molar al reconocer que no es un parisino sino un porteño “de ley”.
Luego vendrán las letras en castellano de canciones extranjeras de intérpretes internacionales destacados, letras para incipientes cantantes nacionales (solistas y grupos musicales); lo convocan como representante artístico, una actividad febril. La consagración vendrá de la mano con la obra “14 con el Tango” y su idea para declarar el 11 de diciembre como “El Día Nacional del Tango”.
UN DÍA SE NOS FUE
En la mañana del sábado 25 de abril de 2015 cuando partíamos de la Biblioteca Popular Alberdi para comenzar el acostumbro recorrido por los caminos de la emblemática novela de Leopoldo Marechal “Adán Buenosayres”, el gran Ben Molar abandonaba este mundo con sus infatigables 99 años.
Los que lo conocimos lo tenemos presente así como esta Ciudad que lo declaró Ciudadano Ilustre.
COSA DE PURRETES
En conversaciones que mantuve con Ben Molar me contó anécdotas de su infancia en Villa Crespo: “Tengo grandes y pequeños recuerdos, por ejemplo el de un Festival que se hizo en la calle que se llamaba Triunvirato (hoy Av. Corrientes); estaban los cines: primero era el “Rívoli”, luego el cine teatro “Mitre” y luego el cine “Villa Crespo”. Tengo especial recuerdo para el cine “Villa Crespo”. Resulta que en años posteriores se estaba festejando un acontecimiento del Cine y, entonces yo, para acompañar como siempre, dije: “lo que pasa es que acá ninguno de ustedes, como yo, entraba gratis al cine ¿saben por qué? porque repartía programas dos o tres veces por semana”. Ahí salta alguien y dice “¡ah, no! ¿Sabés lo que hacía yo para entrar gratis? baldeaba este hall donde ahora estamos”. ¿Sabés quién era? Uno de los más grandes y reconocidos pintores de la Argentina y del mundo: Raúl Soldi” Su madre, doña Fanny Brenner, no veía con buenos ojos que su pequeño hijo estuviera tantas horas en la calle y es por eso que le recomienda asistir a la Biblioteca del barrio.
PRIMER ENCUENTRO CON LEOPOLDO MARECHAL
En el año 1921 la Biblioteca Popular Alberdi tenía su sede en Camargo 570 y hacia 1922 y 1923 era visitada asiduamente por el niño Moisés Smolarchik que cursaba la escuela primaria.
En palabras de ese niño ya hecho hombre: “La querida Biblioteca Popular Alberdi a la que tanto debo de cuando estaba en otra dirección. Yo iba constantemente ya que no podía comprar los libros del curso de segundo grado, entonces había un bibliotecario que tengo un recuerdo imborrable de él también, porque durante muchos años después fue amigo mío, pero en ese entonces me recomendaba ciertos libros. Yo no sabía que era Leopoldo Marechal, que sería un hombre tan importante para la literatura”.
Leopoldo Marechal se desempeñó como bibliotecario en la “Alberdi” desde 1919 hasta 1923. Con los años recuperarían esa amistad cuando el niño Moisés ya fuera Ben Molar y Marechal el destacado escritor reconocido internacionalmente.
INICIO “LITERARIO”
Niño de barrio, Moisés Smolarchik no se pierde ningún Carnaval y participa activamente en esos festejos. Por el Triunvirato villacrespense, desde Thames hasta Canning, con sus adoquines y lamparitas de colores, hacen su aparición las murgas con sus saltos, ropaje colorido y sus estribillos pegadizos.
Este niño/púber Smolarchik integra la murga “Los Presidiarios” y muchas de las letras que cantan son escritas por él. Con sus veintidós años hace el servicio militar y allí ya se “larga” a escribir versos (simples letrillas) para canciones que no tenían letra, comienza por las navideñas “Noche de paz” y “Repican las campanas”.
Hace copias de sus letras en papeles sueltos y las reparte en la Iglesia Nuestra Señora de la Consolación ubicada en Canning (actual Av. Raúl Scalabrini Ortiz) 1073 entre Rivera (actual Av. Córdoba) y Lerma.
EN EL COMIENZO FUE EL BOLERO
Década de 1940. Eran tiempos de tangos… y de boleros. Este género musical proveniente de Cuba, que hace furor en México y en toda hispanoamérica no pasa desapercibo para el inquieto Smolarchik Brenner.
Creativo por naturaleza compone varias letras para ser cantadas en ritmo de bolero. Intuye que siendo argentino y bajo su nombre real no tendrá aceptación en el ambiente artístico, es por eso que inventa el pseudónimo BEN MOLAR.
“NACE” BEN MOLAR
Con su gracia sin igual decía que Ben Molar era por el “hijo de la muela”, aunque claro que en el pseudónimo están reflejadas letras de su apellido materno y paterno.
Gracias a la amistad entablada con el músico Paul Misraki (1908-1998), y a instancias de este compositor, Ben Molar logra instalarse en el medio artístico como un letrista de boleros que, decía, vivía en París.
De esta dupla surge “Final”, “Volvamos a empezar” que fueran cantados por Gregorio Barrios, “Una mujer”, interpretada entre otros por Joao Gilberto.
También compuso “Sin importancia”, vocalizada por el mexicano Juan “el tenor de la voz de seda” Arvizu (1900-1985).
Ningún ritmo le es ajeno a Ben Molar, compone guaranias (música popular de origen paraguaya) como “Mensaje”, “Te sigo esperando”, “Sin saber por qué” con música de Florentín Giménez (1925).
Con Demetrio Ortiz (1916-1975) compone “Recuerdos del Paraguay”
Eso de crear a una persona que no existe en realidad, quizá haya sido un “guiño” hacia, o lo haya tomado de, César Tiempo (Israel Zeitlin, 1906-1980) con su imaginada Clara Beter, aquella prostituta judía que había publicado “Versos de una …” en la Editorial Claridad.
César Tiempo debe salir a aclarar que él era el autor de esa creación y así también confiesa Ben Molar al reconocer que no es un parisino sino un porteño “de ley”.
Luego vendrán las letras en castellano de canciones extranjeras de intérpretes internacionales destacados, letras para incipientes cantantes nacionales (solistas y grupos musicales); lo convocan como representante artístico, una actividad febril. La consagración vendrá de la mano con la obra “14 con el Tango” y su idea para declarar el 11 de diciembre como “El Día Nacional del Tango”.
UN DÍA SE NOS FUE
En la mañana del sábado 25 de abril de 2015 cuando partíamos de la Biblioteca Popular Alberdi para comenzar el acostumbro recorrido por los caminos de la emblemática novela de Leopoldo Marechal “Adán Buenosayres”, el gran Ben Molar abandonaba este mundo con sus infatigables 99 años.
Los que lo conocimos lo tenemos presente así como esta Ciudad que lo declaró Ciudadano Ilustre.
eduardobolan@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario