jueves, 29 de agosto de 2019

CELEDONIO FLORES, EL OTRO “MOROCHO”

CELEDONIO FLORES, EL OTRO MOROCHO

Por Eduardo Horacio Bolan





- Pibe, estos versos ¿no te los habrá escrito tu tío? –preguntó en forma socarrona “El  Morocho” (Carlos Gardel)  Por toda respuesta el muchacho, también morocho, robusto y más bien bajo, sacó un  cuaderno donde escribía sus poemas desde 1915 y afirmó sin vacilar:  - Son míos.  (Diálogo recreado de una conversación real)  

Celedonio Esteban Flores (3 de agosto de 1896 – 28 de julio de 1947) desde muy temprana  edad leyó poesía de destacados autores, en especial Rubén Darío (Félix Rubén García  Sarmiento, el del estilo “modernista”, el que escribió “Azul” en 1888).

Su juventud: deporte y poesía
Siendo joven, hacia 1915, comenzó a escribir sus propios poemas, decido a no plagiar ni a  copiar a nadie, los cuales dejó plasmados en un cuaderno que muy pronto llamó “Flores y Yuyos”.
Con el ímpetu que da la juventud y la competitividad de un deportista, practicaba boxeo, se  presentó con un poema de su autoría al certamen organizado por el diario vespertino “Última Hora”.
Ganó el concurso de esa semana y obtuvo dos premios: el dinero en juego, que por  cierto no era mucho, y la publicación del poema ganador “Por la pinta” en la sección “El gorro de dormir” en ese periódico. Corría el año 1920. 
Otro morocho, que también peleaba duro contra “esos kilos de más” reparó en esos versos y solicita una entrevista con el autor para hacerle una propuesta.
Esa decisión del “Morocho del Abasto” (Carlos Gardel)  benefició al Tango pues dio su justo lugar al “Negro Cele”, poeta del Tango.
Carlos Gardel, al conocer más poemas de Celedonio, es el caso de “Mano a mano”, se refiere socarronamente sobre la autenticidad del verdadero autor.  Por decisión de Gardel y el permiso de Celedonio, muy pronto “Por la pinta” pasa a llamarse  “Margot”
Estos versos son musicalizados por otro “Negro”, José Ricardo, aunque en la autoría  de la música figuran Gardel-Razzano. El éxito es imparable.

Poeta del tango
Lector de innumerables e inmejorables poetas nacionales e internacionales, “el Negro Cele”  adquirió el conocimiento y la técnica para dar a sus letras de tango versos bien medidos. La  gran variedad temática, tanto amorosa como con tinte social, fue producto de su impronta.
Utilizó de manera equilibrada el idioma del lunfardo, con cierto grado de dramatismo sin caer  en el tango “llorón”. Supo no seguir el camino de Pascual Contursi, creador de tangos  lacrimógenos (por ejemplo el extraordinario “Mi noche triste”, el primer tango canción, 1916).
Celedonio sí supo imprimir en sus temas un sentido de sentencias moralizantes, de hablar  lunfardo pero, también, de metáforas donde refiere fenómenos celestiales:
“La luna es la  bruja fulera que raja
y el sol, una rubia que se suelta el pelo”
(de “Gorriones”,1926, tango,  con música de Eduardo “Chon” Pereyra), o metáforas tomando como eje al juego de cartas: 
“sos la carta salidora
sos la banca tentadora” 
(de “A la más linda del barrio”, milonga, con  música de Juan José Guichandut)  

Qué decir de las reminiscencias y descripciones de ese Buenos Aires céntrico en “Corrientes y Esmeralda”:
“Amainaron guapos junto a tus ochavas
Esquina porteña
De Esmeralda al norte, del lao de Retiro
Esquina porteña, este milonguero te ofrece su afecto más hondo y cordial” 
(1933, tango, con música de Francisco Pracánico). 

Si bien comprendió al hombre (al varón) en su intento de “gambetear” las penurias de la vida no fue lo mismo con la mujer:
“Son mentiras, no fue el guapo
compadrón ni prepotente
ni un malevo veterano
el que al vicio te largó
Vos rodaste por tu culpa
y no fue inocentemente
berretines de bacana
que tenías en la mente” 
nos dice en “Por la pinta”,  perdón, en “Margot”.
Según mi opinión, ambos, hombres y mujeres, deseaban salir de la pobreza pero a la mujer no se le permitía concretarlo “de cualquier manera”.  

Poeta comprometido
Celedonio era un poeta comprometido con la situación de miseria que aquejaba a gran parte de la población, es por eso que en su juventud abrazó ciertas ideas del anarquismo.
Con los  años nos legó esa maravilla de versos que tituló “Pan” (1932, tango con música de Eduardo  Pereyra):
“Sus pibes no lloran por llorar
Sus pibes se mueren de frío
y lloran, hambrientos  de pan
doliente reproche que ofende a su hombría. 
también su mujer
escuálida y flaca,  con una mirada
toda la tragedia le ha dado a entender.
Se durmieron todos, cachó la barreta
¡si Jesús no ayuda que ayude Satán!
un vidrio, unos gritos ¡Auxilio! Carreras
un hombre  que llora y un cacho de pan…”  
Cómo no recordar al personaje Jean Valjean de la novela “Los miserables” del francés Víctor  Hugo. 

Tras el golpe militar de 1943 muchos de las letras de tango con vocablos lunfardos fueron  retocadas por otras que no fueran nocivas al oído y al buen gusto. Tan es así que en “Pan” se  cambió
“¡Si Jesús no ayuda que ayude Satán!” 
por:
“se puso la gorra dispuesto a robar”. 
Este es  un ejemplo y hay muchísimos casos más. 

Aquí “me planto” para que cada uno de los lectores escuche y se deleite con las innumerables  versiones de los tangos y milongas compuestas con letra de Celedonio Flores. Allí estarán  Carlos Gardel, Rosita Quiroga, Alberto Gómez, Edmundo Rivero, Julio Sosa y sigue la lista.  En un tono más literario también podemos leerlos como poemas, porque en definitiva el  “Negro Cele” fue sobre todo un poeta.


eduardobolan@gmail.com


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