CELEDONIO FLORES, EL OTRO MOROCHO
Por Eduardo Horacio Bolan
- Pibe, estos versos ¿no te los habrá escrito tu tío?
–preguntó en forma socarrona “El Morocho”
(Carlos Gardel) Por toda respuesta el
muchacho, también morocho, robusto y más bien bajo, sacó un cuaderno donde escribía sus poemas desde 1915
y afirmó sin vacilar: - Son míos. (Diálogo recreado de una conversación real)
Celedonio Esteban Flores (3 de agosto de 1896 – 28 de julio de 1947) desde muy temprana edad leyó poesía de destacados autores, en especial Rubén Darío (Félix Rubén García Sarmiento, el del estilo “modernista”, el que escribió “Azul” en 1888).
Su juventud: deporte y poesía
Siendo joven, hacia 1915, comenzó a escribir sus propios poemas, decido a no plagiar ni a copiar a nadie, los cuales dejó plasmados en un cuaderno que muy pronto llamó “Flores y Yuyos”.
Con el ímpetu que da la juventud y la competitividad de un deportista, practicaba boxeo, se presentó con un poema de su autoría al certamen organizado por el diario vespertino “Última Hora”.
Ganó el concurso de esa semana y obtuvo dos premios: el dinero en juego, que por cierto no era mucho, y la publicación del poema ganador “Por la pinta” en la sección “El gorro de dormir” en ese periódico. Corría el año 1920.
Otro morocho, que también peleaba duro contra “esos kilos de más” reparó en esos versos y solicita una entrevista con el autor para hacerle una propuesta.
Esa decisión del “Morocho del Abasto” (Carlos Gardel) benefició al Tango pues dio su justo lugar al “Negro Cele”, poeta del Tango.
Carlos Gardel, al conocer más poemas de Celedonio, es el caso de “Mano a mano”, se refiere socarronamente sobre la autenticidad del verdadero autor. Por decisión de Gardel y el permiso de Celedonio, muy pronto “Por la pinta” pasa a llamarse “Margot”
Estos versos son musicalizados por otro “Negro”, José Ricardo, aunque en la autoría de la música figuran Gardel-Razzano. El éxito es imparable.
Poeta del tango
Lector de innumerables e inmejorables poetas nacionales e internacionales, “el Negro Cele” adquirió el conocimiento y la técnica para dar a sus letras de tango versos bien medidos. La gran variedad temática, tanto amorosa como con tinte social, fue producto de su impronta.
Utilizó de manera equilibrada el idioma del lunfardo, con cierto grado de dramatismo sin caer en el tango “llorón”. Supo no seguir el camino de Pascual Contursi, creador de tangos lacrimógenos (por ejemplo el extraordinario “Mi noche triste”, el primer tango canción, 1916).
Celedonio sí supo imprimir en sus temas un sentido de sentencias moralizantes, de hablar lunfardo pero, también, de metáforas donde refiere fenómenos celestiales:
Qué decir de las reminiscencias y
descripciones de ese Buenos Aires céntrico en “Corrientes y Esmeralda”:
Si bien comprendió al hombre (al varón) en su intento de “gambetear” las penurias de la vida no fue lo mismo con la mujer:
Según mi opinión, ambos, hombres y mujeres, deseaban salir de la pobreza pero a la mujer no se le permitía concretarlo “de cualquier manera”.
Poeta comprometido
Celedonio era un poeta comprometido con la situación de miseria que aquejaba a gran parte de la población, es por eso que en su juventud abrazó ciertas ideas del anarquismo.
Con los años nos legó esa maravilla de versos que tituló “Pan” (1932, tango con música de Eduardo Pereyra):
Tras el golpe militar de 1943 muchos de las letras de tango con vocablos lunfardos fueron retocadas por otras que no fueran nocivas al oído y al buen gusto. Tan es así que en “Pan” se cambió
Aquí “me planto” para que cada uno de los lectores escuche y se deleite con las innumerables versiones de los tangos y milongas compuestas con letra de Celedonio Flores. Allí estarán Carlos Gardel, Rosita Quiroga, Alberto Gómez, Edmundo Rivero, Julio Sosa y sigue la lista. En un tono más literario también podemos leerlos como poemas, porque en definitiva el “Negro Cele” fue sobre todo un poeta.
Celedonio Esteban Flores (3 de agosto de 1896 – 28 de julio de 1947) desde muy temprana edad leyó poesía de destacados autores, en especial Rubén Darío (Félix Rubén García Sarmiento, el del estilo “modernista”, el que escribió “Azul” en 1888).
Su juventud: deporte y poesía
Siendo joven, hacia 1915, comenzó a escribir sus propios poemas, decido a no plagiar ni a copiar a nadie, los cuales dejó plasmados en un cuaderno que muy pronto llamó “Flores y Yuyos”.
Con el ímpetu que da la juventud y la competitividad de un deportista, practicaba boxeo, se presentó con un poema de su autoría al certamen organizado por el diario vespertino “Última Hora”.
Ganó el concurso de esa semana y obtuvo dos premios: el dinero en juego, que por cierto no era mucho, y la publicación del poema ganador “Por la pinta” en la sección “El gorro de dormir” en ese periódico. Corría el año 1920.
Otro morocho, que también peleaba duro contra “esos kilos de más” reparó en esos versos y solicita una entrevista con el autor para hacerle una propuesta.
Esa decisión del “Morocho del Abasto” (Carlos Gardel) benefició al Tango pues dio su justo lugar al “Negro Cele”, poeta del Tango.
Carlos Gardel, al conocer más poemas de Celedonio, es el caso de “Mano a mano”, se refiere socarronamente sobre la autenticidad del verdadero autor. Por decisión de Gardel y el permiso de Celedonio, muy pronto “Por la pinta” pasa a llamarse “Margot”
Estos versos son musicalizados por otro “Negro”, José Ricardo, aunque en la autoría de la música figuran Gardel-Razzano. El éxito es imparable.
Poeta del tango
Lector de innumerables e inmejorables poetas nacionales e internacionales, “el Negro Cele” adquirió el conocimiento y la técnica para dar a sus letras de tango versos bien medidos. La gran variedad temática, tanto amorosa como con tinte social, fue producto de su impronta.
Utilizó de manera equilibrada el idioma del lunfardo, con cierto grado de dramatismo sin caer en el tango “llorón”. Supo no seguir el camino de Pascual Contursi, creador de tangos lacrimógenos (por ejemplo el extraordinario “Mi noche triste”, el primer tango canción, 1916).
Celedonio sí supo imprimir en sus temas un sentido de sentencias moralizantes, de hablar lunfardo pero, también, de metáforas donde refiere fenómenos celestiales:
“La luna es la bruja fulera que raja
y
el sol, una rubia que se suelta el pelo”
(de “Gorriones”,1926, tango, con música de Eduardo “Chon” Pereyra), o
metáforas tomando como eje al juego de cartas:
“sos la carta salidora
sos la banca tentadora”
(de “A la más linda del
barrio”, milonga, con música de Juan
José Guichandut)
“Amainaron guapos junto a tus ochavas
Esquina porteña
De Esmeralda al
norte, del lao de Retiro
Esquina porteña, este milonguero te ofrece su afecto
más hondo y cordial”
(1933, tango, con música de Francisco Pracánico). Si bien comprendió al hombre (al varón) en su intento de “gambetear” las penurias de la vida no fue lo mismo con la mujer:
“Son mentiras, no fue el guapo
compadrón ni prepotente
ni un malevo
veterano
el que al vicio te largó
Vos rodaste por tu culpa
y no fue
inocentemente
berretines de bacana
que tenías en la mente”
nos dice en “Por
la pinta”, perdón, en “Margot”.Según mi opinión, ambos, hombres y mujeres, deseaban salir de la pobreza pero a la mujer no se le permitía concretarlo “de cualquier manera”.
Poeta comprometido
Celedonio era un poeta comprometido con la situación de miseria que aquejaba a gran parte de la población, es por eso que en su juventud abrazó ciertas ideas del anarquismo.
Con los años nos legó esa maravilla de versos que tituló “Pan” (1932, tango con música de Eduardo Pereyra):
“Sus pibes no lloran por llorar
Sus pibes se mueren de frío
y lloran, hambrientos de pan
doliente reproche que ofende a su hombría.
también su mujer
escuálida y
flaca, con una mirada
toda la tragedia
le ha dado a entender.
Se durmieron todos, cachó la barreta
¡si Jesús no ayuda que ayude Satán!
un
vidrio, unos gritos ¡Auxilio! Carreras
un hombre que llora y un cacho de pan…”
Cómo no recordar al personaje Jean Valjean de
la novela “Los miserables” del francés Víctor
Hugo. Tras el golpe militar de 1943 muchos de las letras de tango con vocablos lunfardos fueron retocadas por otras que no fueran nocivas al oído y al buen gusto. Tan es así que en “Pan” se cambió
“¡Si Jesús no ayuda que ayude Satán!”
por:
“se puso la gorra dispuesto a robar”.
Este es un ejemplo y hay muchísimos casos más. Aquí “me planto” para que cada uno de los lectores escuche y se deleite con las innumerables versiones de los tangos y milongas compuestas con letra de Celedonio Flores. Allí estarán Carlos Gardel, Rosita Quiroga, Alberto Gómez, Edmundo Rivero, Julio Sosa y sigue la lista. En un tono más literario también podemos leerlos como poemas, porque en definitiva el “Negro Cele” fue sobre todo un poeta.
eduardobolan@gmail.com
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