jueves, 29 de agosto de 2019

A 70 años de ADÁN BUENOSAYRES

A 70 AÑOS DE ADÁN BUENOSAYRES

Por Eduardo H. Bolan







El pañuelito blanco  que te ofrecí  bordado con mi pelo”  Así comienza esa maravillosa canción porteña “El pañuelito”. Versos compuestos por  Gabino Coria Peñaloza (1889-1975) en 1920 sobre una música que Juan de Dios Filiberto  (1885-1964) compusiera en 1917. 
No solo ese tango comienza así, también lo hace la novela “Adán Buenosayres”, del gran  escritor y poeta Leopoldo Marechal (11 de junio 1900 - 26 de junio 1970). Publicada por Editorial Sudamericana el 30 de agosto de 1948, continúan realizándose  nuevas ediciones en castellano y traducciones a diversos idiomas.  Esos versos corresponden al Libro Primero, capítulo I pero la obra en sí comienza con un  “Prólogo indispensable” firmado por L. M. Allí, el autor nos informa y anticipa que “En cierta  mañana de octubre de 192., casi a mediodía, seis hombres nos internábamos en el  Cementerio del Oeste, llevando a pulso un ataúd (…) El Astrólogo Schultze y yo (…) Franky Amundsen y Del Solar (…) Luis Pereda (…) Samuel Tesler” 

Personas y personajes en "Adán Buenosayres"
Ya están presentados varios de los protagonistas que dan vida a esta novela. Bien es conocido que cada personaje representa a alguno de sus amigos o colegas del grupo  martinfierrista. Así por ejemplo encontramos a Xul Solar, pintor, escultor, inventor y muchas cosas más, como el astrólogo Schultze; Jorge Luis Borges como el “fortachón y bamboleante como un jabalí ciego” Luis Pereda; Jacobo Fijman, poeta, como Samuel Tesler, Raúl Scalabrini Ortiz, pensador, historiador, periodista y muchas cosas más, como el petiso Benini y así otros.  Al que trasladan en el ataúd es, precisamente, a Adán Buenosayres. 
El mismo Marechal nos aclara en el mencionado Prólogo que “podría suceder que alguno de  mis lectores identificara a ciertos personajes de la obra, o se reconociera él mismo en alguno  de ellos. En tal caso, no afirmaré yo hipócritamente que se trata de un parecido casual, sino que afrontaré las consecuencias (…) todos los personajes de este relato levantan una  “estatura heroica”; y no ignoro que, si bien algunos visten el traje de lo ridículo, lo hacen  graciosamente y sin deshonor, en virtud de aquel “humorismo angélico” (así lo llamó  Buenosayres)”  A pesar de esta “observación final” no todos quedaron conforme, se sabe que a Borges no le  hizo gracia. 
También en dicho Prólogo, Marechal nos dice: “Mi plan se concretó al fin en cinco libros,  donde presentaría yo a mi Adán Buenosayres desde su despertar metafísico en el número  303 de la calle Monte Egmont, hasta la medianoche del siguiente día, en que ángeles y  demonios pelearon por su alma en Villa Crespo, frente a la iglesia de San Bernardo, ante la  figura inmóvil del Cristo de la Mano Rota. Luego transcribiría yo el Cuaderno de Tapas Azules  y el Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia, como sexto y séptimo libros de mi relato.  Las primeras páginas de esta obra fueron escritas en París, en el invierno de 1930.” 

Encuentros para homenajear a "Adán Buenosayres"
Como ya es costumbre y gracias a la iniciativa de María del Ángeles Marechal, hija del escritor y poeta, integrante de la Fundación Marechal y del Museo Histórico “Cornelio de  Saavedra” representado por su Director Lic. Alberto Piñeiro, Villa Crespo ya cuenta su 7º año consecutivo realizando la “Visita guiada por los Itinerarios de Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal”. 
El encuentro para este recorrido se produce en la Biblioteca Popular Alberdi (Acevedo 666), donde el escritor fuera bibliotecario entre los años 1919 a 1923 y donde escribiera sus primeros poemas, incluídos en el que fuera su inaugural libro editado “Los    Aguiluchos” (Editorial Manuel Gleizer, 1922). Desde la Biblioteca se inicia la caminata por las calles y lugares emblemáticos de Villa Crespo. 
Por la tarde el itinerario continúa por el barrio de Saavedra donde también se desarrolla parte de la trama de esta narración.  “Adán Buenosayres” fue la primera novela escrita por Leopoldo Marechal y es allí donde Villa Crespo vibra con sentimiento propio. 
Este barrio quedó grabado en su recuerdo y corazón. Aseveración que se lo puede apreciar al comienzo de su última novela “Megafón, o  la guerra” (1970), acaso una especie de continuación de “Adán Buenosayres” pues retornan algunos de los sitios y protagonistas de esa primera narrativa, tal el caso de Samuel Tesler y del propio narrador. 
Es, en “Megafón, o la guerra” donde Marechal regresa a esos años juveniles a través de un personaje, Megafón, que lo presenta como un espejo de sí mismo:  “Porque aquel niño lector arreaba con todo, artes, ciencias y letras, en un desorden que  favorecía no poco el mismo tenor de la Biblioteca Popular Alberdi cuyo acerbo bibliográfico (…) todo lo proponía” También retorna a un lugar emblemático: “Conocí a Megafón en 1921 y en la Biblioteca Popular Alberdi (…) que funcionaba en la calle Camargo de Villa Crespo.” 



eduardobolan@gmail.com




ENTRE CONGRESISTAS Y CONQUISTADORES


ENTRE CONGRESISTAS Y CONQUISTADORES
Por Eduardo Horacio Bolan





En muchas de las calles de Villa Crespo podemos transitar por nomenclaturas que nos  retrotraen al siglo XVI y en sus esquinas encontrarnos con los congresistas de 1816.   

El caminante puede encontrar esa seducción particular, esa percepción etérea de  dejarse llevar por el encanto de transitar por la Ciudad de Buenos Aires, en este caso  por arterias del barrio de Villa Crespo, y advertir la decisión de los intendentes,  legisladores o simples vecinos que nos precedieron a denominar a calles de  determinada manera. 
En los planos de 1868 y 1882 de la Ciudad de Buenos Aires se puede observar que las  calles eran denominadas tanto con nombres como con números. En la Ciudad de La  Plata funcionó la nomenclatura de arterias por números, en cambio en la de Buenos  Aires no prosperó por la insistencia de los vecinos porteños en seguir llamándolas por  nombres. 
El barrio de Villa Crespo nos ofrece un recorrido histórico con solo leer el nombre de  sus arterias. En muchos casos nos encontramos caminando por nombres que  recuerdan a feroces conquistadores españoles y fundadores de ciudades y con solo  doblar la esquina nos hallamos con los congresistas que nos dieron la Independencia  aquel año de 1816. 
El listado será enunciativo y aleatorio, no taxativo ni en forma estrictamente  alfabética.   

ENTRE CONQUISTADORES  
De Av. Corrientes a Av. Córdoba (o viceversa) podemos toparnos con despiadados  conquistadores españoles que pronto pasaron a ser fundadores de poblaciones en  nuestro territorio argentino.

Castillo  
Pedro del Castillo nació hacia 1521 en La Rioja (España). Llegó a América y, en Perú,  sirvió a las órdenes de Gonzalo Pizarro (hermano de Francisco). Pronto fue enviado a  Chile y luego a nuestras tierras. Aquí, el 2 de marzo de 1561, fundó la ciudad  “Mendoza del Nuevo Valle de La Rioja” (fue precavido y sentimental, tuvo presente al  gobernador García Hurtado de Mendoza y a su pueblo natal). 
Figura con esta denominación desde la Ordenanza de 1893.
Anteriormente se la  conocía como 67 D. Nace en Estado de Israel y concluye su andar en Av. Dorrego.   

Vera  
Juan de Torres y Vera de Aragón, oriundo de Sevilla, nació hacia 1506 y era de familia  noble en la península ibérica.  Gobernó Santiago de Chile y venció en varias oportunidades a los rebeldes araucanos. 
No le fue tan bien entre las luchas por el poder político con el Virrey del Perú Francisco  de Toledo.  Vera de Aragón debió pasar al Paraguay y allí se encontró con las sublevaciones de los  nativos guaycurúes (pueblos de la región del Gran Chaco, hoy Argentina, Bolivia,  Paraguay y Brasil) a los cuales derrotó. 
El 3 de abril de 1588 fundó la ciudad de Corrientes. En realidad la llamó “Ciudad de  Vera”, pero fue conocida como “San Juan de Vera de las Siete Corrientes”, nombre que  se fue acortando hasta quedar su denominación actual.  Falleció en 1606.  Antes de 1893, a esta calle, se la llamaba 67 H. Su nombre actual deriva de la  Ordenanza de 1893.
Inicia su recorrido en Ángel Gallardo y termina en Av. Dorrego. 

El listado puede seguir: Argañaras, Lerma, Jufre, Loyola, Juan Ramírez de Velasco,  Villarroel, Aguirre (por Francisco, no confundir con Lope de Aguirre “la ira de Dios”). 

ENTRE CONGRESISTAS 

Serrano  
José Mariano Serrano. Nace en 1788 en Chuquisaca (por ese entonces provincia del  Alto Perú, hoy Bolivia). Luego de recibirse de abogado participa en 1809 en el  levantamiento independentista de Chuquisaca, que muy pronto fue acompañado por  el de La Paz. Ambas rebeliones son ferozmente aniquiladas. Serrano, al plegarse también al proceso revolucionario iniciado el 25 de Mayo de 1810 en Buenos Aires es perseguido por José Manuel de Goyeneche (integrante de las tropas realistas a pesar de haber nacido en Perú) y debe huir a Tucumán y luego a Buenos Aires.  Es nombrado diputado en la Asamblea General constituyente de 1813. 
En 1816, siendo diputado por Charcas ante el Congreso de Tucumán, firma el Acta de  Independencia. Es el encargado de redactar el texto del Acta en tres idiomas: español,  quechua y aymará. 
Serrano no es partidario de la proclamación de un monarca Inca pero sí defiende la  idea de una monarquía moderada. 
Luego de muchas vicisitudes regresa al Alto Perú y en 1825 participa como Presidente  de la Asamblea en la Independencia de Bolivia.  Ejerce en dos oportunidades la presidencia interina de Bolivia. Fallece en 1851 en  Sucre (nombre actual de la ciudad de Chuquisaca). 
Esta arteria anteriormente era conocida como “3 de Febrero”. En el Plano Municipal  de 1882 ya se la denomina con su nombre actual. Surge en Av. Warnes, traspasa los  límites del barrio (llega a Palermo) y concluye en Av. Santa Fe al 4100.   

Acevedo  
Manuel Antonio Acevedo nace en Salta el 25 de mayo de 1770, realizando sus estudios  superiores en el Colegio de Monserrat de Córdoba. Es ordenado sacerdote en 1795. 
Luego de ser cura párroco en varios distritos llega a Belén (Catamarca).  La Revolución de Mayo lo encuentra en Buenos Aires y comparte los ideales de Manuel  Belgrano a quien acompaña en el Ejército Auxiliar del Norte. 
Al Congreso de Tucumán llega como diputado por Catamarca. Es partidario de una  monarquía con raigambre incaica. Cuando el Congreso se traslada a Buenos Aires es  designado Presidente.
Al disolverse el Congreso regresa a su curato en Belén. 
Su deceso se produce en 1825. 
Antes de tener esta denominación era conocida como 46 N y luego Galicia. Nace en Av.  Warnes y termina en Av. Córdoba al 4800. 

La serie puede seguir con: Uriarte, Godoy Cruz, Thames, Malabia, Aráoz (también  sacerdote, pero nacido en Tucumán).  


eduardobolan@gmail.com

EL CONSERVATORIO DE MÚSICA KLOTZMAN


EL CONSERVATORIO DE MÚSICA KLOTZMAN












En Serrano 485 funcionó desde la década del ´40 hasta la del ´80 el Conservatorio de  Música dirigido por Lázaro Klotzman.    

1941. Calle Serrano al 485. En ese cartel con fondo azul y escrito con letras plateadas  se lee “Conservatorio Klotzman” y también hay otro que nos indica que allí atiende una  obstetra.      Abrimos la puerta de madera y vidrio y comenzamos a subir los escalones. A mitad de  esos 32 escalones de mármol de carrara nos encontramos con una puerta cancel que  acostumbra a estar abierta. Finalmente llegamos al 1º piso. Allí otra puerta de madera  nos invita a entrar. Al abrirla nos encontramos con un ambiente que si lo caminamos  hacia un lado nos lleva al consultorio de la obstetra y si elegimos el otro extremo nos  encontraremos con el Conservatorio de Música y, seguramente, oiremos los acordes  que nos regala un violín.  También escucharemos, de algún lado de ese 1° piso, el llanto de Celia, la beba de  ocho meses nacida del matrimonio compuesto por Lázaro y Eugenia.  En esa esquina de Triunvirato (hoy Av. Corrientes) y Serrano está el bar de Palei, un  lugar donde se come, un restaurante, pero también hay lugar para practicar y  representar obras de teatro.

Viajes en transatlántico premiados con el amor
El “Cap. Norte” de la empresa naviera Hamburg Südamerikanische Dampfschifffahrts-  Gesellschaft (Compañía naviera sudamericana de Hamburgo), empresa alemana  fundada en 1871, llega a nuestras costas en 1922. Desembarca Lázaro Klotzman  violinista experimentado, instruído en el Conservatorio Imperial de Odessa. Klotzman,  nacido un 13 de julio todo indica que entre 1902 y 1904, en el boleto naviero figura  como Leizer (nombre en idish de Lázaro).  En otro barco, en otro año, llega a Buenos Aires Eugenia Cherny, procedente de Rusia,  quien en su juventud supo estudiar medicina con Iván Petrovich Pávlov (si, el de  “Reflejos condicionados”, con sus observaciones sobre estímulo-respuesta en perros y  su salivación). En el caso de Cherny el documento argentino, a su llegada, la renombra  Genia, en vez de Eugenia.   
El encuentro de estos dos inmigrantes amantes de la música se produce en el Teatro  Colón (Cerrito 628), más exactamente en “El paraíso” sector con gradas a precios  económicos. 
De este matrimonio nacen Naum(cito) Moisés (01/01/1934) y Celia Lía (17/09/1941).
El  mayor pronto deja atrás el diminutivo y pasan a llamarlo Cito, será un hombre que  también abraza la música pero en forma de tango porteño, “un tanguero de ley”. 
Ella, Celia, que es instruída en el violín, seguirá el amor de su padre por la música denominada “clásica”. Será la que continúe con el Conservatorio hasta que en 1988   iniciará una gira que la llevará a Europa.   

Vida en Villa Crespo  
El matrimonio alquila uno de los ambientes del edificio que luego sería una sucursal  del “Bazar Dos Mundos de Roger Balet” (esquina de Av. Corrientes, 5100, y Luis María  Drago). Con el tiempo se mudan a Av. Corrientes al 5250, para luego establecerse en  Serrano 485. 
La vida de la familia transcurre como tantas otras. Lázaro, por la mañana, sale a  trabajar. Su labor es enseñar música en colegios, armar coros. A su regreso lo esperan  estudiantes deseosos de aprender a tocar instrumentos musicales.
En su Conservatorio  les enseña en especial el violín, su gran pasión, también piano y canto. Muchos de sus  alumnos llegan a integrar la Orquesta Estable del Teatro Colón. 
También se da tiempo para viajar a Uruguay y Chile para dar conciertos de violín y  piano, acompañado por la profesora Paulina HermanEugenia, que ha sabido revalidar sus títulos, cumple con su especialidad a toda hora  ¡cuántas veces ha tenido que salir de alguna de las funciones de los cines o teatros del  barrio para atender una parturienta!  En las habituales comidas en familia no falta la sopa, en especial la de remolacha. 
También son habitué de la heladería “Agapito” ubicada en Triunvirato, entre Serrano y  Thames.  Celia, ya en edad escolar, asiste por la mañana a la escuela primaria “Tomasa de la  Quintana de Escalada” (Av. Corrientes 5332) con su guardapolvo blanco y por la tarde  concurre a la escuela “Scholem Aleijem” (con entrada por Serrano 341). 
En esa esquina del Conservatorio se reúnen músicos, poetas, pintores. Tertulias  musicales acompañadas con las delicias gastronómicas preparadas por Eugenia.
Cada  fin de año se realiza un concierto con los alumnos en un salón céntrico.   

Lázaro Klotzman autor    
Klotzman escribe obras de teatro: “El Día del Juicio” representada en 1941 en el Teatro  de Arte de Nueva York y “La hija de nadie” estrenada en el centro porteño.
También  dispone de tiempo y fervor para dar conciertos en la AMIA (Asociación Mutual israelita  Argentina) y difundir la música hebrea. 
Compositor de canciones para niños tales como “El pastorcillo” y “El Jardín de  Infantes”, por nombrar solo un par supo estar asociado a SADAIC (Sociedad Argentina  de Autores y Compositores de Música) en los tiempos de Enrique Santos Discépolo  como presidente y José María Contursi como secretario. 

por Eduardo Horacio Bolan


eduardobolan@gmail.com

RECORRIDO POR LAS CALLES DE VILLA CRESPO A TRAVÉS DE UNA BIBLIOTECA CENTENARIA

RECORRIDO POR LAS CALLES DE VILLA CRESPO A TRAVÉS DE UNA BIBLIOTECA CENTENARIA

por Eduardo Horacio Bolan







En el mes de abril de 2018 se realizará por 7º año consecutivo un nuevo paseo por los Itinerarios de la novela Adán Buenosayres, obra cumbre del destacado escritor y poeta Leopoldo Marechal. Esta nueva visita guiada por los senderos que transitó Adán Buenosayres en los barrios de Villa Crespo y Saavedra tendrá, nuevamente, su punto de reunión y partida en la centenaria Biblioteca Popular Alberdi de la cual, Marechal, fuera su bibliotecario entre 1919 y 1923. Esta actividad libre y gratuita está organizada por la Fundación Marechal.  A la espera de ese momento es dable realizar, aunque sea a través de este artículo, un  recorrido por diferentes calles y lugares de Villa Crespo. Para ello opté seguir el itinerario de  las diversas sedes sociales que ocupó la Biblioteca Popular Alberdi.        Año 1914. Don Julián Bourdeu (sentado, de bigotes) y miembros de Comisión Directiva junto a  lectoras y niños asistentes a la Sala de Lectura de Acevedo 357      Sedes Sociales  En total han sido diez las sedes sociales de la Biblioteca Popular Alberdi. Todas en el barrio de  Villa Crespo. Esta Institución nació “por iniciativa del Jefe de la Sub-Intendencia de Belgrano,  señor Joaquín Sánchez”. Fue un 8 de julio de 1910, en el marco de las conmemoraciones del  Centenario de la Patria cuando queda fundada la denominada, por ese entonces, “Biblioteca  Popular de San Bernardo” (en 1921 cambia su nombre por el actual). En aquellos tiempos de  1910 coexistían las denominaciones, para el actual barrio, de Parroquia de San Bernardo, Villa  Crespo y hasta, en casos de jurisdicción, se lo llamaba Sección 15º.  Todas las sedes, calles, numeración y sus fechas de inicio de actividades han quedado  debidamente registradas en los libros de Actas de la Entidad. De allí tomo las citas textuales  (respetando la ortografía y gramática de cada época y, quizá también, con errores propios de  la redacción realizada en forma manuscrita y llevada a cabo en el momento de la reunión de  Comisión Directiva) y las direcciones que a continuación detallo:  Acevedo 357  Gurruchaga 323  Acevedo 373  Camargo 570  Acevedo 361  Vera 677  Malabia 260  Gurruchaga 542  Villarroel 1034  Acevedo 666 (la actual)   Acevedo 357  El periódico barrial “El Progreso”, en su nota del 20 de diciembre de 1914 nos dice bajo el  título “Biblioteca Popular de San Bernardo”: “Esta Biblioteca como es sabido funciona en la  calle Acevedo 357 todas las noches de 7 á 10 y en la que el público tiene libre acceso, progresa  día a día.”  El Acta de Comisión Directiva con fecha 2 de agosto de 1917 nos indica:  “(…) La Biblioteca instalada desde su fundación en el local, que también ocupaban las Oficinas  de la Inspección Municipal Sección 15° calle Acevedo 357 (…)”  El predio de la Subintendencia debía constar de varias entradas cada una con su propia  numeración: Acevedo 357, 361 y 373. A la Biblioteca le correspondió, en sus orígenes, la más cercana a Triunvirato (actual Av. Corrientes). La permanencia en este solar no era gratuita, así nos lo hace saber lo registrado en Acta del 30 de marzo de 1913: “Contribuir con la suma de cuarenta pesos mensuales por el alquiler de la Biblioteca (…)”    Desde sus inicios la actividad de la Biblioteca es vital e importante, leamos párrafos de algunas  de sus Actas:  “(…) á diez y siete de Octubre de mil novecientos diez (…) Se dispuso asimismo darle á la  Biblioteca el carácter de circulante entendiendo que así será posible difundir mayormente los  beneficios que preste.”  “En Buenos Aires a quince de abril del año mil novecientos doce (…) Destinar hasta la suma de  cuarenta pesos mensuales para encuadernación de libros. Autorizar la impresión de un índice  alfabético de autores de los libros existentes en número de quinientos ejemplares.”  “En Buenos Aires á los diez días del mes de Enero de mil novecientos catorce se resolvió lo  siguiente:  Primero: Aprobación de la adquisición de nueve libros de textos para uso de colegios  nacionales (…) Segundo: apruébase la encuadernación de varios tomos.”  En el barrio también se hacen compras de libros. En Acta del 10 de enero de 1915 se nos dice:  “Páguese á la casa Palumbo el importe de su factura de fecha Enero 8 del cte. que asciende a  la suma de $ 33,49 m/n por la adquisición de 168 volúmenes.”  Con respecto a la Librería Palumbo, tan viva en el recuerdo de los vecinos de Villa Crespo,  permaneció abierta hasta el año 2012 y se encontraba en Av. Corrientes 5457, entre Acevedo y  Gurruchaga, a escasos metros de la esquina donde se encuentra una Sucursal del Banco de la  Nación Argentina (Av. Corrientes 5401).  Es en esta sede inicial de Acevedo 357 donde se concreta el reconocimiento de la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares en diciembre de 1915 y se da a conocer el Reglamento  General (hoy se diría Estatuto Social) en ese año.  Paso a trascribir algunos artículos de este Estatuto:  “Art. 3° - La Biblioteca estará abierta gratuitamente al público que desee frecuentar sus salas  de lectura y al solo efecto de su sostenimiento y adelanto, se admitirán subscriptores con la  cuota mínima de cincuenta centavos de moneda nacional.”  Art. 19 – En la Biblioteca funcionará una sección especial denominada Infantil a cuyo efecto la  Comisión cuidará de que en ella existan toda clase de textos escolares y libros de pasatiempo  para niños y niñas de edad escolar, así como toda clase de juegos instructivos, láminas,  aparatos y todo aquello que por su naturaleza influya en los sentimientos de los niños para  formar el carácter y desarrollar la inteligencia.”  Por cuestiones de economía, el Intendente municipal Don Joaquín Llambías (bajo su mandato  se construyó el Balneario Municipal) ordena el cierre de la Subintendencia en 1917.  La Biblioteca queda “en una situación crítica para poder arrendar por sí sola y sufragar los  gastos que demandaba el alquiler de toda la casa es decir $ 170 m/n mensuales.”  Los mismos protagonistas de esta compleja situación que son los miembros de Comisión  Directiva, nos informan:  “Hubo necesidad urgente de buscar nuevo local, no yá apropiado para el mejor  funcionamiento, pués era materialmente imposible encontrar otro que reuniera mejores  condiciones que el que actualmente posee y en carácter provisorio, el que por el cual se  arrienda en la suma de noventa pesos m/n mensuales, razones estas suficientes para tomarlas  en consideración y aprobándose en un todo el temperamento usado por el Señor Presidente  para éste efecto.”  El “Señor Presidente” que se hace mención es Don Julián Bourdeu, quien presidiera a la  Institución desde 1910 hasta 1917.  Todo indica que fue el 14 de julio que se desocupó el local de Acevedo 357, pues el propietario  del local reclama el pago del alquiler correspondiente al mes de junio y hasta el 14 de julio de  1917.    Gurruchaga 323  “(…)a los dos días del mes de Agosto de 1917 (…) El Señor Presidente de la Comisión dá cuenta  del traslado de la Biblioteca a su nuevo local Gurruchaga 323 (…)”    En agosto de 1917 la sede social ya está ubicada en la calle Gurruchaga 323. Aproximadamente  a unos ciento cincuenta metros de la Parroquia (Iglesia) de San Bernardo (Gurruchaga 171) y a  escasos metros de la Curtiembre (instalada en la manzana comprendida por las arterias  Gurruchaga -antes llamada Segurola-, Padilla, Murillo y Serrano). Por esos tiempos era la  “Curtiembre Villa Crespo”, a partir de 1919 es vendida y pasa a denominarse “Curtiembre La  Federal”.  El nuevo inmueble de la Biblioteca queda muy cerca de la sede anterior, aproximadamente  doscientos metros.  Con el paso de las semanas los trastornos económicos no disminuyen sino que se acrecientan.  A pesar de todos los inconvenientes económicos y el inconveniente de mudar el numeroso  acervo bibliográfico, documentación y demás papeles que lleva una Entidad importante, la  Biblioteca sigue abriendo sus puertas para sus asociados y no descuida el sector de atención al  público. Numerosos vecinos continúan visitándola en busca de un lugar donde estudiar y leer.  La actividad no disminuye. Se reciben notas de otras bibliotecas solicitando libros en donación  que la Biblioteca tuviera repetidos y, en muchos casos, se solicita copia del Estatuto Social para  basarse en él para la confección del suyo propio.  En Acta del 26 de agosto de 1917 se deja constancia de:  “Abonar al Señor Eugenio Sobralo la suma de cuarenta y cinco pesos moneda nacional por los  quince días de alquiler (del 15 al 30 del corriente) del local que ocupa la Biblioteca para luego  abonar los primeros de mes el alquiler correspondiente de pesos noventa moneda nacional.”  Los miembros de Comisión Directiva, presididos por Don Julián Bourdeu no desisten en su  accionar ni aun en los momentos críticos.  En Acta ya mencionada del 26 de agosto encontramos:  “Habiéndose resuelto en la reunión del día dos del corriente el concurso de vecinos  caracterizados de la localidad para dar mayor amplitud al progreso de la Institución (…) Se  toma conocimiento de haber enviado la nueva ubicación de la Biblioteca a los periódicos y  revistas siguientes: El Progreso – La voz del norte – Los Principios – Revista Popular La Nueva  Era – El Municipio – Boletín mensual de Estadística Municipal de B. Aires – Boletín de la  Asociación Argentina de Electro-Técnicos – Inter-América de Nueva York – y también a la  Comisión Protectora de Bibliotecas Populares y a la Sucursal N° 8 del Banco de la Nación  Argentina.”  El corazón es grande y las ganas inmensas pero el local es pequeño para albergar la gran  cantidad de volúmenes y dar asistencia a los lectores. No se dejan vencer. Las reuniones se  realizan en forma más cercanas.  “(…) a los veintinueve días del mes de Agosto del año mil novecientos diecisiete (…) Como el  local en que actualmente funciona la Biblioteca es bajo todo punto de vista reducido é  incomodo, para el mejor desempeño de su cometido se comisiona a los Señores Miembros  Don Emilio Cirio y Don Martín F. Quadri para hallar un local que pueda reunir más comodidad  (…)”  En Asamblea de fecha 12 de setiembre de 1917 el Presidente saliente Don Julián Bourdeu deja  bien en claro los peligros que amenazan a la Institución:  “(…) que ante la alternativa de entregar la Biblioteca a manos de personas desinteresadas o de  permitir que fuera absorbida por la Sub-Intendencia de Belgrano, la Comisión optó por dirigir  un llamado a un núcleo de vecinos caracterizados para conservar y dar impulso a la obra  empezada, fiel exponente de la cultura de la Parroquia.”  Tal cual lo dicho en Acta del dos de agosto esta sede era “en carácter provisorio”. Se  permanece allí solo dos meses. El 14 de setiembre de 1917 se realiza una nueva mudanza y al  día siguiente, 15, se abren las puertas de la Biblioteca en su nueva sede de Acevedo 373. Se  regresa así a escasos metros de la sede original, donde todo empezó. El inmueble reúne las  condiciones de comodidad para la atención a socios y público pero carece de luz eléctrica. 



eduardobolan@gmail.com

LIGA ARGENTINA MÉDICA ASISTENCIAL DE VILLA CRESPO Está construyendo su nuevo edificio

LIGA ARGENTINA MÉDICA ASISTENCIAL DE VILLA CRESPO

Por Eduardo Horacio Bolan




Una de las Instituciones más emblemáticas del barrio de Villa Crespo que aún existe y  que ha sabido mantener sus puertas abiertas para el bien de la Comunidad es LIGA  ARGENTINA MÉDICA ASISTENCIAL DE VILLA CRESPO (L.A.M.A.) Asociación Civil sin fines de lucro con Personería Jurídica.

Cercano al Centenario de su creación, año 1919, es  meritorio recordar aspectos sobresalientes de este establecimiento sanitario. 
Hoy en día ha debido trasladarse provisoriamente a una nueva sede ubicada en la calle  Otamendi 629 (casi esquina Av. Díaz Vélez) en el sector del 1º piso. Debido esto a la  reestructuración total edilicia que se hará en el solar donde estaba ubicada hasta  mediados del mes de julio 2017. El cuerpo médico con sus diversas especialidades, la  atención esmerada y los amplios horarios se mantiene inalterable para una mejor  atención de la salud humana. 

Es momento de hacer un poco de historia y rememorar la inauguración de esta Entidad  sin fines de lucro. Qué mejor para ello que citar a uno de sus Presidentes recientes más  importantes, Don Narciso Nicolás De Filpo (h) homónimo de su padre que también presidiera esa Institución. En el libro “Un vuelo de palabras en la Biblioteca Popular Alberdi” (Ed. Dunken, 2013) en su escrito “Apuntes históricos sobre la trayectoria de Liga Argentina Médica Asistencial de Villa Crespo”, nos dice:  “Un grupo de abnegados y esforzados vecinos de Villa Crespo, avalados por el Dr. Gregorio Aráoz Alfaro, destacado médico y titular de Liga Argentina contra la  tuberculosis, que desarrollaba sus actividades en el barrio de Palermo, decide fundar, visto el estrago que producía la tuberculosis para ese entonces en la ciudad de Buenos  Aires, al que no escapaba el barrio de villa Crespo, una Institución similar para dar  lucha al terrible flagelo.  Fue así que el día 4 de junio de 1919 en el Club Social San Bernardo, hoy desaparecido,  se labra el Acta de su fundación de la que se llamaría por entonces “LIGA ARGENTINA  CONTRA LA TUBERCULOSIS – COMISIÓN VILLA CRESPO”. Esta Liga se instala en forma  provisoria en un edificio de la calle Malabia 233.” 

No sólo el famoso Club San Bernardo, que databa su fundación del año 1912 producto  de la unión de otros dos clubes del barrio, ya no existe. La LIGA ARGENTINA CONTRA  LA TUBERCULOSIS madre, en mi decir ya que fue la que dio origen a la vecinal,  tampoco existe, sus puertas se cerraron definitivamente hace años.
Es por eso la  importancia de que L.A.M.A. continúa en el tiempo y mantiene intacta su trayectoria y  la sapiencia de los que la integran en honor de quienes marcaron el camino.   

Sigamos con lo que nos dice Nicolás De Filpo:  “Dada la importancia de la asistencia médica que prestaba la Liga (la “Salita” como  cariñosamente la reconocían los vecinos), la Institución fue ganando prestigio.  Por la gran afluencia de pacientes, la Liga, se ve en la imperiosa necesidad de ampliar  sus instalaciones. Para tal fin se reúnen fondos entre los vecinos y se adquieren tres  lotes en la entonces calle Godoy Cruz 542 (hoy Av. Juan B. Justo 2651) entre las calles  Camargo y Triunvirato (hoy Av. Corrientes).” 

En mi afán de que sean fuentes documentales, siempre que sea posible, las que hablen  por sí mismas en la investigación que llevo a cabo, seguiré basándome en registros de  la época, en testimonios de los que vivieron intensamente esos años o que le fueran  contados de primera mano por sus padres, tal es el caso de Don Nicolás De Filpo  (1920-2015) y en artículos periodísticos, como la publicación “Confederación Nacional  de Beneficencia”.
En la primera plana de su edición de abril de 1925 nos relata:  “Fue inaugurado el día 25 el edificio de la calle Godoy Cruz 542, en el que la Liga Argentina contra la Tuberculosis ha establecido el Dispensario Dr. Eduardo Wilde. A la ceremonia realizada por tal motivo asistieron el presidente de la república y su esposa, el intendente municipal… el Dr. Gregorio Aráoz Alfaro, las autoridades de la Liga  Argentina contra la Tuberculosis, las de la Comisión Vecinal y una concurrencia  numerosa de damas y caballeros del vecindario.  Después usó de la palabra el presidente del Departamento Nacional de Higiene, doctor  Gregorio Aráoz Alfaro, quien en frases elocuentes aplaudió el esfuerzo de la Comisión  Vecinal, la única, dijo, que en el corto espacio de tiempo que lleva funcionando ha  cumplido en forma tan completa la obra humanitaria que se ha impuesto.” 

El Estatuto Social inicial, de esta organización no gubernamental, ya incluía un  Dispensario destinado a proporcionar asistencia o tratamiento médico a pacientes que  podían trasladarse (consultorios externos). Así lo encontramos en el Capítulo IX de  dicho Estatuto, el cual en su art. 45 establece:  “De acuerdo con los fines estatutarios, la “Liga Argentina contra la Tuberculosis,  Comisión Villa Crespo” contribuirá al sostenimiento de un dispensario para tuberculosis  y niños débiles, el que será dirigido, en lo que se refiere a la parte técnica, por un  médico director…” 
Con estos antecedentes y con casi cien años de existencia ininterrumpida, L.A.M.A. se  propone ingresar al siglo XXI en un nuevo edificio acondicionado óptimamente para la  atención de la salud humana en consultorios externos.

En el interín, la atención médica  de calidad se lleva a cabo, como fuera dicho más arriba, en Otamendi 629 – 1º piso.  Será en su centenario cuando reabra las puertas en la Av. Juan B. Justo.


eduardobolan@gmail.com


CARNAVALES Y CORSOS EN VILLA CRESPO

CARNAVALES Y CORSOS EN VILLA CRESPO

Por Eduardo Horacio Bolan


Otro año de festejos en el barrio de Villa Crespo por el Carnaval. Esos “cuatro días locos que vamos a vivir” que inmortalizara Alberto Castillo con letra y  música de Rodolfo Sciammarella son, actualmente, unos cuantos días más aunque ya no  tengan el esplendor y la diversión de otrora.
La celebración, donde nunca falta público  entusiasta con disfraces y la consabida lluvia de espuma, se da cita en Villa Crespo los fines  de semana desde el sábado 3 hasta el domingo 18 de febrero, además del feriado  propiamente dicho de Carnaval, el cual en 2018 es en los días lunes 12 y martes 13. 
De los veintinueve corsos programados en 2018 en esta Ciudad Autónoma de Buenos Aires,  el de Villa Crespo se desarrolla en la Av. Scalabrini Ortiz, entre la Av. Corrientes y Aguirre, los  sábados y lunes feriado de 19 a 2, los domingos y martes feriado de 19 a 24 hs.  Tienen prometida su participación Los Viciosos de Almagro, La Redoblona, Sueño Murguero  y decenas de murgas más.

¿Qué es el Carnaval? 
Para dar respuesta a qué es el Carnaval recurro al tan preciado “Diccionario Enciclopédico  Ilustrado de la Lengua Española” de la Editorial Sopena, Tomo 1 (A - CH) edición de 1970, que  fuera propiedad de mi esposa y que ahora ya lo considero como “bienes gananciales”. Dice:  “Los tres días que preceden al miércoles de ceniza, que es primero de cuaresma”. En la  segunda acepción me (nos) dice: “Fiesta popular que se celebra en tales días y consiste en  mascaradas, comparsas, bailes y otros regocijos, animados y bulliciosos.”
Para no ser  “Eduardo el antiguo” googleo (busco) en internet la palabra “carnaval” y me responde:  “Período que comprende los tres días anteriores al miércoles de ceniza, día en que empieza  la cuaresma en el calendario litúrgico cristiano o católico.” 
Ambas respuestas, la del siglo pasado y la actual responden tres días; Rodolfo Sciammarella  dice cuatro días y aquí en CABA, más precisamente en Villa Crespo, para no ser menos lo  llevamos a cabo durante varios fines de semana, además de los días del feriado. 

Un poco de Historia
Esta diversión religiosa la podemos hallar si hurgamos en la historia de pueblos de hace  varios miles de años atrás. Pero los festejos actuales, los podemos rastrear más cerca.
El  hecho de celebrar una fiesta varios días y estar disfrazado, por lo tanto no ser uno mismo,  está relacionado con los festejos Saturnales, esas celebraciones romanas que se realizaban  en honor al dios Saturno. Ya con el cristianismo se llevó a cabo el Concilio de Nicea (325 d.C.)  bajo la protección del emperador Constantino el Grande. Allí se estableció una fórmula (¡sí  una fórmula!) con la cual se determina en qué fecha se celebra la Semana Santa cristiana.  Ésta culminará siempre en el domingo siguiente a la primera luna llena tras la llegada de la  primavera (se considera el hemisferio norte, o sea en el mes de marzo).
Es por eso que  Carnavales siempre se celebra, cada año, en diferentes fechas, no es una festividad fija como  puede ser Navidad.
Se acordó que a la Semana Santa le precedería un espacio de cuarenta  días (la Cuaresma) período en el que se debía realizar actos de sacrificio y penitencia.   
En los tres días anteriores al ayuno y abstinencia se podía comer lo que se quisiera (pudiera)  y divertirse sin control. A esta celebración se la llamó Carnaval, palabra cuya raíz etimológica  proviene del latín “carnem (carne) levare (quitar)”. Sí, quitar la carne durante cuarenta días,  no sólo no comer carne sino tampoco realizar actos “impúdicos” con nuestra carne y piel, la  que cubre nuestros huesos.
Sacrificio y penitencia, ayuno y abstinencia por cuarenta días. 
Durante los tres días anteriores, el descontrol.  El disfraz era para no ser reconocido en los excesos que realizaran. Era ese anonimato de los  pudientes, los poderosos, para ser uno más entre el resto de la gente, donde todos y todas  desataban su yo interior. 

Un poco de tango y de literatura
La famosa máscara que oculta el rostro, esa “alegre mascarita que me miras al pasar” como  dice el tango “Siga el corso” del poeta Francisco García Jiménez, con música de Anselmo  Aieta, tuvo su origen en la ciudad de Venecia en el siglo XIII y su apogeo en el XVIII. Allí era el  lugar de reunión de viajeros y aristócratas de todas las ciudades de Europa que iban en busca  de diversión y placer.  En nuestras pampas valga como ejemplo de cómo se festejaba el carnaval a comienzo del  siglo XX el libro “El sueño de los héroes” de Adolfo Bioy Casares (lo recomiendo, saldrán  beneficiados con su lectura. Cada personaje es de antología, aunque yo me quedo con el Dr.  Valerga, un villano de aquellos). Da comienzo así: “A lo largo de tres días y de tres noches del  carnaval de 1927 la vida de Emilio Gauna logró su primera y misteriosa culminación.” 
Vuelvo a Sciammarella: “Es esta vida la mezcolanza, de diversiones y de pesar.”  

Los Corsos de aquel Villa Crespo  
En los registros de la Municipalidad de Buenos Aires del año 1921 se mencionan los corsos  autorizados. Por supuesto lo encabeza el más famoso, el de Av. de Mayo desde la calle  Bolívar a Sáenz Peña. En el listado de los barrios porteños no podía faltar el de Villa Crespo. 
Nuestro corso se llevó a cabo por Triunvirato, desde Álvarez hasta Thames. Entre los  conjuntos carnavalescos que animaron ese espectáculo figuran “Los Defensores de Villa  Crespo”. 

El recordado Prof. Diego A. del Pino (1921-2008), destacado historiador de la Ciudad de  Buenos Aires, sus barrios, su gente, sus lugares y gran amigo de la Biblioteca Popular Alberdi,  tiene editados muchos trabajos sobre este barrio de Villa Crespo. Es del libro “El Barrio de  Villa Crespo”, volumen XLIV de los famosos Cuadernos de Buenos Aires editados por la, por  entonces, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, de donde extraigo los siguientes  párrafos:  “¿Cómo no hacer una referencia a los famosos corsos de Villa Crespo, orgullo del barrio y  adorno de la calle Corrientes?  Un día de 1930, asombrados con las imágenes de color y los sonidos estridentes del carnaval  porteño los chiquilines de Villa Crespo y sus vecindades -yo era de Chacarita- sabíamos que  en la calle Triunvirato (hoy Av. Corrientes), desde el Maldonado, donde siempre esperaba  una pequeña aventura, hasta Canning, estaban aguardando las luces del tradicional Corso.  Se iluminaban las calles de vereda a vereda, las asociaciones preparaban con anticipación  aquellas gigantescas comparsas que delataban su presencia un mes antes con el ruido de  tambores y silbatos, que se escuchaban en la noche, con mil sugerencias. 
La ilusión se cobija entonces en cada muchacha, en todos los chicos, porque el “Corso”  significaba disfraces, galanes, bailes, palcos, serpentinas mojaduras, risas, color, música. Era  la evasión transitoria, llena de expectativas.  La calle Triunvirato cambiaba de rostro: palcos “Municipales”, lamparitas de colores,  vidrieras adornadas con caretas o antifaces románticos, pomos, “bombitas” y, de pronto, ya  en pleno Carnaval, era cosa de ponerse a esperar la presencia de infaltables “murgas”, con  sus saltos imposibles, chiquilines en lo alto, armazones de paraguas, narices de papel o de  cartón y bigotazos de “italiano”.  Las comparsas se preparaban para presentarse en el “Cine Teatro Villa Crespo”, para divertir  a un público que no tenía muchos entretenimientos ni exigencias.  Nos vemos caminando por aquella calle Triunvirato (adoquines, faroles de hierro, refugios,  tranvías, ómnibus repletos), con sólo diez años, con una gorrita de marino que costaba  treinta centavos, un bastón a lo Carlitos Chaplin (cinco centavos), un pomo de agua  perfumada y una nariz de cartón, que nos molestaba pero que, no sé por qué, era  imprescindible llevar. Íbamos caminando y riendo, desde Dorrego a Canning, y nos  deteníamos en algún zaguán donde una canilla nos permitía llenar las bombitas, terror de las  niñas.” 

Si hablamos de Villa Crespo no podemos dejar de lado al destacado vecino de este barrio, Dr.  Cayetano Francavilla.
Hombre villacrespence por excelencia fue, además de médico y Dr. en  Medicina, un ser muy comprometido con el barrio, participando activamente en numerosas  instituciones de nuestro barrio. Para resumir su accionar baste decir que fue el fundador de  la Junta de Estudios Históricos del barrio de Villa Crespo. En su obra más importante  “Historia de Villa Crespo, pasado y presente del barrio” (1978) por supuesto que rememora  los carnavales y los corsos de nuestro barrio:  “Cuando llegaba el Carnaval, desde semanas anteriores a él, comenzaba una febril actividad:  preparación de disfraces, vestimentas de todo tipo. Al “barullo” de sus cánticos y rústicos  instrumentos, las “murgas” preparaban sus estribillos, picarescos y emotivos.  No bien almorzábamos, comenzaba el juego con agua entre vecinos, que se convertían en  verdaderas batallas. Durante varias horas, grandes y chicos alternábamos con este ir y venir  con el agua, que a veces provocaba serios problemas por el prurito de algún mojado y el  exceso del mojante.  Desde el Maldonado a la calle Canning, Triunvirato se vestía de gala, mediante una profusa  iluminación color que, de vereda a vereda, prestaba un marco imponente. Y al comenzar el  corso el incesante desfile de carros, carrozas alegóricas, comparsas y mugas hacían que  nuestros vecinos -por una vez en al año- vivieran dichosos la quimera del carnaval, olvidando  penurias y problemas.    Desfilan por mi memoria el Centro Coral y Musical “Los Defensores de Villa Crespo”; el  “Orfeón Argentino” constituído por más de 150 personas, entre los que había violinistas,  acordeonistas, cantores, payasos, elegantemente ataviados; los “Pecosos de Chacarita”; “Los  Dandy de Palermo”; “Los Marineros del Plata”, que eran del Abasto (…) y muchos más que  hoy son solo un vago y grato recuerdo.” 

No puedo dejar de mencionar al importante periódico “El Progreso” fundado en 1895 por  “un puñado de ciudadanos y vecinos de la parroquia de San Bernardo -zona Villa Crespo-“  nos comenta en 1938 otro destacado vecino del barrio, el siempre recordado Don Remigio  Iriondo
“El Progreso” en su edición del 27 de febrero de 1943 en su tercera página (sin numerar)  titula: “El Corso de mi Barrio” artículo escrito por la pluma del columnista Alfredo Omar. Allí  escribe para que hoy podamos recordarlo: “Cada comarca en la tierra, tiene un rasgo  prominente y mi barrio tiene el corso. Cuando se acerca Carnaval, se imita a la langosta y de  puerta en puerta se va con el cantito:  Venimos de la Sala de Primeros Auxilios. Somos la comisión organizadora del corso.  Así contribuímos los vecinos para las fiestas carnavalescas. Por eso, como sucedió el año  pasado, solo hubo dos noches de iluminación. Resulta que la cantidad recaudada, era de  unos cincuenta pesos más o menos, y ella, se destinó a la luz. Los palcos y adornos eran lo de  menos. 
Era en momentos que uno, disfrazado de gaucho auténtico, estaba pregonando en latín  aquello de “Fiat-lux”, que terminó traduciéndolo al apagarse las bombitas con un “Fiate vos  de la luz”. Pero no hubo caso. No le fiaron ni cinco minutos a las autoridades del corso y nos  quedamos a oscuras. Mas todo eso no interesaba. Ni podía importar habiendo entusiasmo y  optimismo general. 
El que quiere divertirse, aunque sea a la luz de una vela, sabe estar contento y el corso de mi  barrio, siguió en tinieblas.”   

Ya lo dijo el pensador  Rodolfo Aníbal Sciammarella (1902-1973) pianista, compositor y autor de “Por cuatro días  locos”, entre otros tantos éxitos, nos recomendaba “Por cuatro días locos que vamos a vivir  (…) por cuatro días locos te tenés que divertir.”

eduardobolan@gmail.com

ESCRITOS SOBRE RECUERDOS VIVIDOS EN UN VILLA CRESPO AÑEJO

ESCRITOS SOBRE RECUERDOS VIVIDOS EN UN VILLA CRESPO AÑEJO

Por Eduardo Horacio Bolan

“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,  y un huerto claro donde madura el limonero;  mi juventud, veinte años en tierras de Castilla (…),  nos dice Antonio Machado (1875-1939) en su poema “Retrato”(incluído en el poemario  “Campos de Castilla”, 1906).   

Nosotros aquí, en este barrio, también hemos tenido grandes autores literarios y poetas que  escribieron sobre este terruño llamado Villa Crespo. Por antonomasia, en quien pensamos  primero, es Leopoldo Marechal (1900-1970). Describe lugares, personajes, situaciones; nos  hace latir esos momentos que vivió Adán Buenosayres (novela publicada en 1948). 

En el Teatro
Otro artífice literario capaz de hacernos estremecer y de llevar a todos los rincones el nombre  de este Barrio es el autor teatral, dramaturgo, comediógrafo, poeta y gran amigo de Carlos  Gardel, don Alberto Vacarezza (1886-1959). Para los villacrespenses, “El Conventillo de la  Paloma”, es su obra teatral por excelencia. Es un sainete que se desarrolla en un acto y tres  cuadros, fue estrenado el 5 de abril de 1929 en el Teatro Nacional por la compañía de Pascual  Carcavallo. Allí describe brevemente en el cuadro primero el ambiente, adaptado a la obra  teatral, de ese “Conventillo Nacional” que disponía de dos entradas, una por Serrano 148 y la  otra por la calle Thames 152:  “Pintoresco patio de un conventillo en Villa Crespo. Dos puertas practicables en cada lateral y  tres en el foro. La del centro da a la calle. Entre los laterales y el foro, espacios libres que dan  acceso a los otros patios.” 
Es a uno de sus principales personajes, llamado “Villa Crespo”, que le hace decir:  “¡Villa Crespo!... Barrio reo,  el de las calles estrechas  y las casitas mal hechas  que eras lindo por lo feo (…)  Ya no sos lo que antes eras  Villa Crespo de mis sueños,  otras leyes y otros dueños  te ensancharon las veredas (…)  Ah, Villa Crespo querida,  de mi recuerdo inocente  ¡cómo se cambia la gente!  ¡cómo se pianta la vida! (…)”   

En la poesía de un tanguero
En este muy breve e incompleto repaso por los grandes autores que nos hacen mirar por  medio de sus ojos al Barrio, el “Negro Cele”, Celedonio Esteban Flores (1896-1947), letrista del  arrabal, autor de más de veinte tangos cantados por Carlos Gardel, nos dice en su poema  lunfardo precisamente titulado “Villa Crespo”:  “Barrio piringundín, barrio malevo,  donde aprendí a marcar la vida maula  en mis días papusos de purrete (…)  Barrio de contras bravas, tus hazañas  que rubricaron fieras puñaladas (…)!  En un primer momento, quizá, los poetas ya encumbrados creyeron que era más poético tratar  a este barrio como reo, malevo, donde no faltaban puñaladas. Si fue así, la transformación se  dio muy pronto con la incorporación de trabajadores y sus familias.    Sigamos con Antonio Machado y su “Retrato”:  “(…) mi verso brota de manantial sereno; (…)  soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. “  

En el recuerdo de un vecino
Es por eso que quiero rendir un homenaje a un Hombre (así con mayúscula) sereno, bueno  pero al mismo tiempo firme en sus convicciones y en su accionar. Narciso Nicolás De Filpo  (1920–2015), de él se trata, tuvo un muy buen ejemplo de vida en su familia y en especial de  su padre, Narciso Nicolás De Firpo (sí, son homónimos).
Ambos descollaron en la actividad  social y cultural del barrio colaborando desinteresadamente en numerosas Instituciones del  barrio.  Nicolás De Filpo (h), como gustaba que le llamaran, o simplemente Nicolás, suplo plasmar en  un escrito su visión, su amor a ese Villa Crespo de la década del ´20 (del siglo pasado, del XX)  en unas líneas donde nos brinda ese ambiente de amistad, de familia, donde los problemas no  faltaban pero todo se hacía y se expresaba con dignidad. 
Nicolás nos muestra su profundo amor por el barrio que lo vio nacer, justo enfrente de la  primer sede (Malabia 233) de la actual “Liga Argentina Médica Asistencial de Villa Crespo” por  aquel entonces denominada “Liga Argentina contra la Tuberculosis – Comisión Villa Crespo”. 
De esas líneas que originalmente se publicaran en el libro “Un vuelo de palabras en la  Biblioteca Popular Alberdi – Antología” (2013) podemos extraer párrafos bien ilustrativos, casi  fotográficos:  Recuerdos de mi infancia en Villa Crespo, por Nicolás De Filpo:
"Quiero evocar en estas líneas, la casa que me vio nacer: Malabia 234 de Villa Crespo, que para  mí siempre fue “mi pueblo” querido.  Habitaba esta casa, muy grande a mi parecer, aunque para mis mayores -tal vez- no lo fuera  tanto, con mis padres, abuelos paternos y mis tíos. 
De mi abuelo guardo un eterno recuerdo, hombre de campo, resero en su mocedad en las  sabanas patagónicas y pampa bonaerense. Mi abuelo, hombre bondadoso, desinteresado y  amigo a carta cabal, nos daba lecciones de ética, humildad, honradez, aprendidas en la  “Universidad de la Vida”. 
Mi abuela, amorosa, cariñosa, respaldo de sus nietos en los “momentos difíciles” de nuestra  niñez, era la encargada de cuidar las plantas del patio grande, que en grandes macetones,  guardaban, jazmines, rosales y los infaltables malvones de todos colores que, en perfume,  regalaban a la “Pacha” (así le decíamos a la abuela por la Pacha Mama) por los cuidados que le  dedicaba.
Era mi deber, junto con mi hermanita y primos, ayudar en el cuidado del “hogar de  las aves” -gallinas, pavos, pájaros, también conejos, peces, el mono tití, que pasaba todo el día  haciendo diabluras en la higuera, que hacía por su corpulencia el resguardo de las aves-. 
Mi madre, dulce y cariñosa; a pedido siempre del abuelo, le cebaba sus amargos en su viejo  mate galleta y le hacia las rosquitas que tanto le gustaban junto con los borrachitos untados  con miel. Tía Rosa tenía que contarme una canción campera, “El zorzal”, para que me  durmiera.
La tía Sara nos deleitaba tocando el piano y haciendo los antes famosos “crispitelli”  bañados con miel.  Llegada la tarde y anocheciendo ya, un señor a quién nosotros le llamábamos “El Velero”,  encendía con un palo largo y mechero el farol que estaba junto a la puerta de calle para el  paso del gas carburado. Se encontraba en la puerta (marco) de nuestra casa.
Al tiempo, siendo  pequeño, se instaló en el centro de la cuadra un farol con luz eléctrica. A todos los vecinos les  pareció que el sol no se había ocultado. Dado el acontecimiento, se realizó un baile popular. 
Mi padre, alegre y bonachón, hacía con mi madre, adorable y querida por todos, una pareja  ideal. Se dedicaba, aparte del comercio, al periodismo y gustaba de incursiones en el teatro,  que era su pasión, interpretando obras de Calderón de la Barca, Laferrere, Belisario Roldán,  entre otros reconocidos autores.
En suma y pasado el tiempo, pude darme cuenta que era una  casa feliz y que impartía felicidad a todo aquel que la visitara.  Así pude conocer a personalidades del barrio como ser al profesor Julio Fagione, Director del  Colegio Buenos Aires que luego fuera mi profesor en el ingreso al magisterio; al profesor  D´agostino, Director del Conservatorio “Odeón”, a Don Alberto Vaccarezza, conocido autor  teatral; al reconocido editor Gleizer, cuyo hijo Sam, fuera compañero en la primaria y otros  más, que mientras mateaban o tomaban café discutían sobre temas que yo no entendía, pero  sí recuerdo el tema de una de las exposiciones: “El origen del hombre”. 
Otro caso que es muy digno recordar, se relaciona con la vigilancia no solo del barrio, sino de  las casas en particular. El policía, a quien correspondía la custodia del área donde se  encontraba nuestra casa, era un sargento cuyo nombre lamento no recordar. Una persona  amable, locuaz y bonachón con todos, sobre todo con los niños. Tenía, por costumbre u  obligación, no sé, de constatar después de la ronda de las 24 horas, la cual consistía en  anunciar con su silbato, como así también todos los agentes que correspondían al tercio  nocturno, que cada uno estaba en su puesto, como queriendo significar que cada agente  cumplía con su tarea en el lugar asignado.
Luego se hacía la revisión de las puertas de las casa  para comprobar si estaban bien cerradas, si no lo estaba, llamaban por el “llamador” a su  dueño y se lo comunicaban. En los tercios de mañana o tarde, el sargento de marras, hacía la  gloria de todos los chicos de la cuadra, paseándonos con su caballo “alazán tostado” como él lo  llamaba por su pelaje y, nosotros agradecidos por los paseos diarios, le comprábamos entre  todos, un fardo de alfalfa y maíz, que este buen hombre contento agradecía. Este era nuestro  humilde regalo al noble flete. Y para el querido sargento siempre teníamos preparada una  “milanesa o un estofado” para obsequiársela a la hora señalada (las 11 horas).
Una semblanza  y un recuerdo para ese hombre que, montado en su alazán dorado con su uniforme y casco  prusiano, parecía un guerrero de épocas muy lejanas.” 

Hasta aquí esta impresión que nos regalara Nicolás.    Los recuerdos vividos, que hace mención el título de este artículo, desempeñan un rol  fundamental en la memoria colectiva, en la valoración del pasado reciente y es por ese motivo  que deben hacerse conocer y que aquí quedan plasmados. 

Nicolás De Filpo nos dejó físicamente el 8 de marzo de 2015 pero su impronta en el Barrio aún  se mantiene y esto es algo que debe destacarse y contarse. 

eduardobolan@gmail.com


CELEDONIO FLORES, EL OTRO “MOROCHO”

CELEDONIO FLORES, EL OTRO MOROCHO

Por Eduardo Horacio Bolan





- Pibe, estos versos ¿no te los habrá escrito tu tío? –preguntó en forma socarrona “El  Morocho” (Carlos Gardel)  Por toda respuesta el muchacho, también morocho, robusto y más bien bajo, sacó un  cuaderno donde escribía sus poemas desde 1915 y afirmó sin vacilar:  - Son míos.  (Diálogo recreado de una conversación real)  

Celedonio Esteban Flores (3 de agosto de 1896 – 28 de julio de 1947) desde muy temprana  edad leyó poesía de destacados autores, en especial Rubén Darío (Félix Rubén García  Sarmiento, el del estilo “modernista”, el que escribió “Azul” en 1888).

Su juventud: deporte y poesía
Siendo joven, hacia 1915, comenzó a escribir sus propios poemas, decido a no plagiar ni a  copiar a nadie, los cuales dejó plasmados en un cuaderno que muy pronto llamó “Flores y Yuyos”.
Con el ímpetu que da la juventud y la competitividad de un deportista, practicaba boxeo, se  presentó con un poema de su autoría al certamen organizado por el diario vespertino “Última Hora”.
Ganó el concurso de esa semana y obtuvo dos premios: el dinero en juego, que por  cierto no era mucho, y la publicación del poema ganador “Por la pinta” en la sección “El gorro de dormir” en ese periódico. Corría el año 1920. 
Otro morocho, que también peleaba duro contra “esos kilos de más” reparó en esos versos y solicita una entrevista con el autor para hacerle una propuesta.
Esa decisión del “Morocho del Abasto” (Carlos Gardel)  benefició al Tango pues dio su justo lugar al “Negro Cele”, poeta del Tango.
Carlos Gardel, al conocer más poemas de Celedonio, es el caso de “Mano a mano”, se refiere socarronamente sobre la autenticidad del verdadero autor.  Por decisión de Gardel y el permiso de Celedonio, muy pronto “Por la pinta” pasa a llamarse  “Margot”
Estos versos son musicalizados por otro “Negro”, José Ricardo, aunque en la autoría  de la música figuran Gardel-Razzano. El éxito es imparable.

Poeta del tango
Lector de innumerables e inmejorables poetas nacionales e internacionales, “el Negro Cele”  adquirió el conocimiento y la técnica para dar a sus letras de tango versos bien medidos. La  gran variedad temática, tanto amorosa como con tinte social, fue producto de su impronta.
Utilizó de manera equilibrada el idioma del lunfardo, con cierto grado de dramatismo sin caer  en el tango “llorón”. Supo no seguir el camino de Pascual Contursi, creador de tangos  lacrimógenos (por ejemplo el extraordinario “Mi noche triste”, el primer tango canción, 1916).
Celedonio sí supo imprimir en sus temas un sentido de sentencias moralizantes, de hablar  lunfardo pero, también, de metáforas donde refiere fenómenos celestiales:
“La luna es la  bruja fulera que raja
y el sol, una rubia que se suelta el pelo”
(de “Gorriones”,1926, tango,  con música de Eduardo “Chon” Pereyra), o metáforas tomando como eje al juego de cartas: 
“sos la carta salidora
sos la banca tentadora” 
(de “A la más linda del barrio”, milonga, con  música de Juan José Guichandut)  

Qué decir de las reminiscencias y descripciones de ese Buenos Aires céntrico en “Corrientes y Esmeralda”:
“Amainaron guapos junto a tus ochavas
Esquina porteña
De Esmeralda al norte, del lao de Retiro
Esquina porteña, este milonguero te ofrece su afecto más hondo y cordial” 
(1933, tango, con música de Francisco Pracánico). 

Si bien comprendió al hombre (al varón) en su intento de “gambetear” las penurias de la vida no fue lo mismo con la mujer:
“Son mentiras, no fue el guapo
compadrón ni prepotente
ni un malevo veterano
el que al vicio te largó
Vos rodaste por tu culpa
y no fue inocentemente
berretines de bacana
que tenías en la mente” 
nos dice en “Por la pinta”,  perdón, en “Margot”.
Según mi opinión, ambos, hombres y mujeres, deseaban salir de la pobreza pero a la mujer no se le permitía concretarlo “de cualquier manera”.  

Poeta comprometido
Celedonio era un poeta comprometido con la situación de miseria que aquejaba a gran parte de la población, es por eso que en su juventud abrazó ciertas ideas del anarquismo.
Con los  años nos legó esa maravilla de versos que tituló “Pan” (1932, tango con música de Eduardo  Pereyra):
“Sus pibes no lloran por llorar
Sus pibes se mueren de frío
y lloran, hambrientos  de pan
doliente reproche que ofende a su hombría. 
también su mujer
escuálida y flaca,  con una mirada
toda la tragedia le ha dado a entender.
Se durmieron todos, cachó la barreta
¡si Jesús no ayuda que ayude Satán!
un vidrio, unos gritos ¡Auxilio! Carreras
un hombre  que llora y un cacho de pan…”  
Cómo no recordar al personaje Jean Valjean de la novela “Los miserables” del francés Víctor  Hugo. 

Tras el golpe militar de 1943 muchos de las letras de tango con vocablos lunfardos fueron  retocadas por otras que no fueran nocivas al oído y al buen gusto. Tan es así que en “Pan” se  cambió
“¡Si Jesús no ayuda que ayude Satán!” 
por:
“se puso la gorra dispuesto a robar”. 
Este es  un ejemplo y hay muchísimos casos más. 

Aquí “me planto” para que cada uno de los lectores escuche y se deleite con las innumerables  versiones de los tangos y milongas compuestas con letra de Celedonio Flores. Allí estarán  Carlos Gardel, Rosita Quiroga, Alberto Gómez, Edmundo Rivero, Julio Sosa y sigue la lista.  En un tono más literario también podemos leerlos como poemas, porque en definitiva el  “Negro Cele” fue sobre todo un poeta.


eduardobolan@gmail.com


“EL NEGRO CELE” POETA DEL TANGO

"EL NEGRO CELE" POETA DEL TANGO

Por Eduardo Horacio Bolan

Celedonio Esteban Flores, así su nombre de nacimiento, supo ser boxeador, letrista,  recitador, poeta. Entró a la historia del tango por la puerta grande como Celedonio  Flores o simplemente “el Negro Cele”.

Autor de numerosas letras de tango que  dejaron una marca imborrable en el 2x4. 
Había nacido el 3 de agosto de 1896, cuando el siglo XIX moría. Todo indica (aunque  hay opiniones encontradas) que supo ser su cuna el Barrio de Villa Crespo donde  convivían criollos e inmigrantes de diversas latitudes. Ese barrio y ese tiempo, el de la  Fábrica Nacional de Calzado.  

Infancia  
Fruto del matrimonio de Manuel Ceferino Flores y Fermina Rueda, Celedonio fue el  segundo de sus cinco hijos. Ya había nacido su hermana Amelia, luego llegarían  Manuel, Andrés y Héctor. Manuel Flores también supo ser autor de algún tango pero,  sobre todo, fue el que, sin ser su biógrafo, conservó material de su famoso hermano. 
Familia que crece necesita casa más grande. Se trasladaron al centro, a Talcahuano 48,  casi Av. Rivadavia (es avenida desde la Ordenanza del 28 de setiembre de 1897). Sin  lujos pero casa más amplia. (Hay quienes opinan que nació en el barrio de Almagro o  en el centro y hacia 1910 la familia se mudó a Villa Crespo).  Sus estudios primarios, Celedonio, los inicia en la Escuela “Presidente Roca” (calle  Libertad 581). Aun hoy, esta escuela pública ubicada, frente a Plaza Lavalle, presenta el  aspecto de un templo. Inaugurada en el año 1903 siendo obra del arquitecto italiano  Carlos Morra, seguramente influído por la sentencia que dejara plasmada Domingo  Faustino Sarmiento: “Nuestras escuelas públicas deben ser construídas de manera que  su espectáculo, obrando diariamente sobre el espíritu de los niños, eduque su gusto,  su físico (…)” 
Próximo a concluir la escuela primaria, en Celedonio se despiertan anhelos artísticos y  comienza a estudiar violín, en la Academia de Alberto Williams (1862-1952) para luego  inclinarse por el dibujo. Muy pronto se da cuenta que esa no es su vocación y se dedica  a escribir.
Lector nato desde la primaria, en su etapa adolescente dedica su tiempo  libre a leer todo tipo de poemas y poetas: Evaristo Carriego, Belisario Roldán, Amado  Nervo y muchos más, en especial, el “modernista” Rubén Darío (poeta, periodista y  diplomático nicaragüense, 1867-1916).
En el decir de Augusto Roa Batos: “El lector  nato siempre lee dos libros a la vez, el que tiene en sus manos y el que reescribe  interiormente con su propia verdad al tiempo que lee. Un solo libro pero diferentes  entre sí.”  

Poeta  
Celedonio, poeta genuino al fin, decide no copiar a los grandes escritores que había  absorbido y resuelve adoptar su propio estilo.  Escribe y trabaja en el Ferrocarril Central Argentino. Escribe y practica boxeo, es más,  logró decisivos triunfos pugilísticos sin llegar a ser campeón. Su categoría corresponde  a la de liviano; con el tiempo, su aumento de peso lo deja fuera del ring y de la  competencia deportiva pero no su frenesí por el boxeo. 
Su pasión lo guía y su destino lo lleva a ser poeta. De esto dan cuenta sus versos  escritos sobre las hojas de un cuaderno, con fecha de 1915, y que tituló “Flores y  Yuyos”. Según cuenta la leyenda, ese cuaderno es el que, años después, muestra a  Carlos Gardel para demostrarle que realmente él, el joven Cele, es el autor de los  versos.  Sus ganas de hacer conocer su arte hacen que participe, en 1920, en el concurso que  organiza el diario “Última hora”. Sale triunfador en el certamen y es ahí donde Carlos  Gardel repara en ese joven.
Así comienza la historia grande de “el negro Cele”.  Gracias a “la mano” que le dio “el morocho del Abasto” ese joven pasó a ser popular. 

Se casa, con Luisa Vince; se vuelve amante del turf (acaso por su amistad con Gardel) y  propietario de dos caballos de carrera, denominados “Gaucho” y “Tango”; desde  siempre fanático del fútbol, se lo menciona como reconocido hincha del Racing Club de  Avellaneda (al igual que Gardel). 
Por un tiempo fue a vivir a la localidad de Claypole para alejarse de la noche porteña  pero, con los años vuelve a la Ciudad de Buenos Aires, vive por un tiempo en Villa  Urquiza y luego se muda a la calle Malabia 2154.

Entre ese año de 1920, ese joven que escribía versos ya antes de 1915, y ese día del 28  de julio de 1947 en que fallece, hay una “pila” de tangos que serán interpretados por  Carlos Gardel y con mucha historia para contar. 

eduardobolan@gmail.com


BEN MOLAR, INFATIGABLE CREADOR

BEN MOLAR, INFATIGABLE CREADOR

Por Eduardo Horacio Bolan


Moisés Smolarchik Brenner, segundo hijo de León y Fanny, nació el 3 de octubre de 1915 en la calle México 2041. A los pocos años la familia se mudó al barrio de Villa Crespo. Muy pronto este niño llegaría a ser conocido como Ben Molar. 

COSA DE PURRETES  
En conversaciones que mantuve con Ben Molar me contó anécdotas de su infancia en Villa Crespo: “Tengo grandes y pequeños recuerdos, por ejemplo el de un Festival que se hizo en la calle que se llamaba Triunvirato (hoy Av. Corrientes); estaban los cines: primero era el “Rívoli”, luego el cine teatro “Mitre” y luego el cine “Villa Crespo”. Tengo especial recuerdo para el cine “Villa Crespo”. Resulta que en años posteriores se estaba festejando un acontecimiento del Cine y, entonces yo, para acompañar como siempre, dije: “lo que pasa es que acá ninguno de ustedes, como yo, entraba gratis al cine ¿saben por qué? porque repartía programas dos o tres veces por semana”. Ahí salta alguien y dice “¡ah, no! ¿Sabés lo que hacía yo para entrar gratis? baldeaba este hall donde ahora estamos”. ¿Sabés quién era? Uno de los más grandes y reconocidos pintores de la Argentina y del mundo: Raúl Soldi”  Su madre, doña Fanny Brenner, no veía con buenos ojos que su pequeño hijo estuviera tantas horas en la calle y es por eso que le recomienda asistir a la Biblioteca del barrio. 

PRIMER ENCUENTRO CON LEOPOLDO MARECHAL  
En el año 1921 la Biblioteca Popular Alberdi tenía su sede en Camargo 570 y hacia 1922 y 1923 era visitada asiduamente por el niño Moisés Smolarchik que cursaba la escuela primaria.
En palabras de ese niño ya hecho hombre: “La querida Biblioteca Popular Alberdi a la que tanto debo de cuando estaba en otra dirección. Yo iba constantemente ya que no podía comprar los libros del curso de segundo grado, entonces había un bibliotecario que tengo un recuerdo imborrable de él también, porque durante muchos años después fue amigo mío, pero en ese entonces me recomendaba ciertos libros. Yo no sabía que era Leopoldo Marechal, que sería un hombre tan importante para la literatura”. 
Leopoldo Marechal se desempeñó como bibliotecario en la “Alberdi” desde 1919 hasta 1923. Con los años recuperarían esa amistad cuando el niño Moisés ya fuera Ben Molar y Marechal el destacado escritor reconocido internacionalmente. 

INICIO “LITERARIO”  
Niño de barrio, Moisés Smolarchik no se pierde ningún Carnaval y participa activamente en esos festejos. Por el Triunvirato villacrespense, desde Thames hasta Canning, con sus adoquines y lamparitas de colores, hacen su aparición las murgas con sus saltos, ropaje colorido y sus estribillos pegadizos.
Este niño/púber Smolarchik integra la murga “Los Presidiarios” y muchas de las letras que cantan son escritas por él.  Con sus veintidós años hace el servicio militar y allí ya se “larga” a escribir versos (simples letrillas) para canciones que no tenían letra, comienza por las navideñas “Noche de paz” y “Repican las campanas”.
Hace copias de sus letras en papeles sueltos y las reparte en la Iglesia Nuestra Señora de la Consolación ubicada en Canning (actual Av. Raúl Scalabrini Ortiz) 1073 entre Rivera (actual Av. Córdoba) y Lerma. 

EN EL COMIENZO FUE EL BOLERO  
Década de 1940. Eran tiempos de tangos… y de boleros. Este género musical proveniente de Cuba, que hace furor en México y en toda hispanoamérica no pasa desapercibo para el inquieto Smolarchik Brenner. 
Creativo por naturaleza compone varias letras para ser cantadas en ritmo de bolero. Intuye que siendo argentino y bajo su nombre real no tendrá aceptación en el ambiente artístico, es por eso que inventa el pseudónimo BEN MOLAR. 

“NACE” BEN MOLAR  
Con su gracia sin igual decía que Ben Molar era por el “hijo de la muela”, aunque claro que en el pseudónimo están reflejadas letras de su apellido materno y paterno. 
Gracias a la amistad entablada con el músico Paul Misraki (1908-1998), y a instancias de este compositor, Ben Molar logra instalarse en el medio artístico como un letrista de boleros que, decía, vivía en París.
De esta dupla surge “Final”,Volvamos a empezar” que fueran cantados por Gregorio Barrios, “Una mujer”, interpretada entre otros por Joao Gilberto. 
También compuso “Sin importancia”, vocalizada por el mexicano Juan “el tenor de la voz de seda” Arvizu (1900-1985). 
Ningún ritmo le es ajeno a Ben Molar, compone guaranias (música popular de origen paraguaya) como “Mensaje”, “Te sigo esperando”, “Sin saber por qué” con música de Florentín Giménez (1925).
Con Demetrio Ortiz (1916-1975) compone “Recuerdos del Paraguay” 

Eso de crear a una persona que no existe en realidad, quizá haya sido un “guiño” hacia, o lo haya tomado de, César Tiempo (Israel Zeitlin, 1906-1980) con su imaginada Clara Beter, aquella prostituta judía que había publicado “Versos de una …” en la Editorial Claridad.
César Tiempo debe salir a aclarar que él era el autor de esa creación y así también confiesa Ben Molar al reconocer que no es un parisino sino un porteño “de ley”. 

Luego vendrán las letras en castellano de canciones extranjeras de intérpretes internacionales destacados, letras para incipientes cantantes nacionales (solistas y grupos musicales); lo convocan como representante artístico, una actividad febril. La consagración vendrá de la mano con la obra “14 con el Tango” y su idea para declarar el 11 de diciembre como “El Día Nacional del Tango”.   

UN DÍA SE NOS FUE  
En la mañana del sábado 25 de abril de 2015 cuando partíamos de la Biblioteca Popular Alberdi para comenzar el acostumbro recorrido por los caminos de la emblemática novela de Leopoldo Marechal “Adán Buenosayres”, el gran Ben Molar abandonaba este mundo con sus infatigables 99 años. 
Los que lo conocimos lo tenemos presente así como esta Ciudad que lo declaró Ciudadano Ilustre. 



eduardobolan@gmail.com