domingo, 10 de mayo de 2020

JOSÉ FIORAVANTI, SU DIÁLOGO CON LA PIEDRA Y BRONCE


JOSÉ FIORAVANTI, SU DIÁLOGO CON LA PIEDRA Y BRONCE

Por Eduardo Horacio Bolan

Este artista sobresaliente supo maravillar al mundo con sus esculturas y ganar premios nacionales e internacionales. Fue buena persona y amigo, de eso da cuenta el escritor Leopoldo Marechal y quienes lo trataron. Este hombre cabal siendo niño y joven fue nuestro vecino, transitaba por las calles de Villa Crespo.

En familia
Es el primer hijo argentino de la familia de inmigrantes italianos Fioravanti. Su nombre es José. Es el 4 de agosto de 1896. En total serán ocho hermanos, de los cuales dos, Octavio y José, sobresaldrán en el arte escultórico, en especial José. Octavio, de a poco, se destacará en lo pictórico.

De niño a hombre
A la temprana edad de 12 años, José se inicia en la escultura siguiendo los pasos de su hermano Octavio (1894-1970) y con el aprendizaje que en su niñez obtuviera del negocio familiar (venta de mármoles en Chacarita).
En sus inicios,  como lo hiciera Octavio dos años antes, recibe cierta formación del pintor Fernando Santilli y, en especial, del escultor suizo Alejo Joris, pero su instrucción real es ir a museos y observar. Se lo considera autodidacta. Permanece horas examinando las obras del Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473) estudiando la representación del volumen.
Sí, nuestro vecino, ese niño y luego joven, el que camina por Aguirre, Frías, Loyola y Aráoz, sus diferentes domicilios por aquellos primeros años del Siglo XX.
Siendo muy joven esculpe una imagen de sí mismo y la titula “Yo”.
A los 16 años expone en el Salón Nacional.

El Escultor
En 1913 ante la necesidad de encaminar su pasión realiza cursos en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes. No para, sigue su vocación que, en definitiva, es su pasión.
José Fioravanti es el que en 1919 obtiene el máximo galardón en el Salón Nacional de Bellas Artes con “Mi hermana María”, escultura realizada en mármol, el primer material que tiene a mano, el del negocio familiar. La retrata con cabello corto, vestido sencillo, expresión serena.
Conocedor de su destreza no se detiene y quiere perfeccionarse.  En 1924 viaja a España y expone en el Museo de Arte Moderno de Madrid, que compra una de sus obras en mármol. En 1926 expone en París y vende otra de sus obras. Es incansable, viaja para perfeccionarse por Europa, visita Luxemburgo, Italia, Grecia, Inglaterra, Portugal.
Al regresar (1927) es convocado por el Presidente Marcelo Torcuato de Alvear que se deslumbra con su arte y la Casa Rosada se ve galardonada con dos de sus relieves. Sigue, no para.

José Fioravanti

En 1929 regresa a Europa y permanece en París hasta 1935. En Versalles expone tallas en piedra de grandes dimensiones en “Jeu de paume” (juego de la palma, antecesor del tenis) Salón famoso por el juramento de los diputados del Tercer Estado en 1789.
Es en París donde da forma a los monumentos de Nicolás Avellaneda y Luis Sáenz Peña.
Regresa a Buenos Aires e inicia su otra profesión, la de docente, como también lo hace su hermano Octavio.

El Escultor y Docente
José se desempeña como profesor de talla directa en la Escuela Superior de Bellas Artes “Ernesto de la Cárcova” (inaugurada en 1923, con domicilio en Av. España 1701).
Es nombrado en 1936 Académico de Número en la Academia Nacional de Bellas Artes (ANBA). En este mismo año recibe el Gran Premio del Salón Nacional por su escultura “Mujer con libro”. La “mujer” no es otra que su mujer, la pintora rusa Ludmilla Feodorovna (1896-1973) a la cual conoció en París. Como amante esposo la esculpió en varias oportunidades, tanto en bronce como en piedra. Amor por partida doble, hacia su arte y su mujer, pasión duplicada.
También le dio importancia a la amistad. José Fioravanti y el escritor Leopoldo Marechal fueron grandes amigos. Esto se ve plasmado en el libro que Marechal le dedica al escultor (“José Fioravanti”, 1942)

José Fioravanti

El “esencialista”
Fiorvanti se destaca por representar a sus personajes con rasgos esenciales que los caracterizan, identifica su escultura con el representado, justo ejemplo son los de Franklin Delano Rooselvelt, Manuel Mujica Láinez.
Trabaja y domina tanto el mármol como bronce.
Deja de lado, paulatinamente, el monumento “montaña” y comienza a realizarlos en forma donde la montaña vertical da paso a una plataforma horizontal para transitarla.

Monumento a la Bandera, Rosario

Son numerosos los monumentos elaborados por José Fioravanti: los ya nombrados, Manuel Belgrano, Beethoven, Florencio Parravicini, Canto a la Argentina de Rubén Darío, Roque Sáenz Peña (sentado, con un libro en sus manos, se visualiza un hombre de Estado, el del voto obligatorio), Simón Bolívar, con su espada en mano y subido a su caballo (ubicado en el Parque Rivadavia es un monumento horadado, para recorrer).
Monumento a Simón Bolívar

Entre tantos resalto el “Monumento a la Bandera” en Rosario, en colaboración con el escultor Alfredo Bigatti y los arquitectos Alejandro Bustillo y Ángel Guido.

Monumento a la Bandera (detalle)

En la ciudad de Montevideo (Uruguay) se emplaza el monumento al Gral. Fructuoso Rivera que realizara en forma conjunta con el escultor Carlos de la Cárcova (1903-1974, hijo de Ernesto).
Tampoco debo olvidar mencionar los famosos y tan fotografiados Lobos Marinos de Mar del Plata.
La lista sigue porque su obra es prolífica en cantidad y calidad.
Su muerte en 1977 no impide que gocemos de sus magníficas obras.




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