JOSÉ FIORAVANTI, SU DIÁLOGO CON LA PIEDRA Y BRONCE
Por Eduardo Horacio
Bolan
Este artista
sobresaliente supo maravillar al mundo con sus esculturas y ganar premios
nacionales e internacionales. Fue buena persona y amigo, de eso da cuenta el
escritor Leopoldo Marechal y quienes lo trataron. Este hombre cabal siendo niño
y joven fue nuestro vecino, transitaba por las calles de Villa Crespo.
En familia
Es el primer
hijo argentino de la familia de inmigrantes italianos Fioravanti. Su nombre es
José. Es el 4 de agosto de 1896. En total serán ocho hermanos, de los cuales
dos, Octavio y José, sobresaldrán en el arte escultórico, en especial José.
Octavio, de a poco, se destacará en lo pictórico.
De niño a hombre
A la
temprana edad de 12 años, José se inicia en la escultura siguiendo los pasos de
su hermano Octavio (1894-1970) y con el aprendizaje que en su niñez obtuviera
del negocio familiar (venta de mármoles en Chacarita).
En sus
inicios, como lo hiciera Octavio dos
años antes, recibe cierta formación del pintor Fernando Santilli y, en
especial, del escultor suizo Alejo Joris, pero su instrucción real es ir a
museos y observar. Se lo considera autodidacta. Permanece horas examinando las
obras del Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473) estudiando
la representación del volumen.
Sí, nuestro
vecino, ese niño y luego joven, el que camina por Aguirre, Frías, Loyola y
Aráoz, sus diferentes domicilios por aquellos primeros años del Siglo XX.
Siendo muy
joven esculpe una imagen de sí mismo y la titula “Yo”.
A los 16
años expone en el Salón Nacional.
El Escultor
En 1913 ante
la necesidad de encaminar su pasión realiza cursos en la Sociedad Estímulo de
Bellas Artes. No para, sigue su vocación que, en definitiva, es su pasión.
José Fioravanti
es el que en 1919 obtiene el máximo galardón en el Salón Nacional de Bellas
Artes con “Mi hermana María”, escultura realizada en mármol, el primer material
que tiene a mano, el del negocio familiar. La retrata con cabello corto,
vestido sencillo, expresión serena.
Conocedor de
su destreza no se detiene y quiere perfeccionarse. En 1924 viaja a España y expone en el Museo
de Arte Moderno de Madrid, que compra una de sus obras en mármol. En 1926
expone en París y vende otra de sus obras. Es incansable, viaja para
perfeccionarse por Europa, visita Luxemburgo, Italia, Grecia, Inglaterra,
Portugal.
Al regresar
(1927) es convocado por el Presidente Marcelo Torcuato de Alvear que se
deslumbra con su arte y la Casa Rosada se ve galardonada con dos de sus relieves.
Sigue, no para.
José Fioravanti
En 1929
regresa a Europa y permanece en París hasta 1935. En Versalles expone tallas en
piedra de grandes dimensiones en “Jeu de paume” (juego de la palma, antecesor
del tenis) Salón famoso por el juramento de los diputados del Tercer Estado en
1789.
Es en París
donde da forma a los monumentos de Nicolás Avellaneda y Luis Sáenz Peña.
Regresa a
Buenos Aires e inicia su otra profesión, la de docente, como también lo hace su
hermano Octavio.
El Escultor y Docente
José se
desempeña como profesor de talla directa en la Escuela Superior de Bellas Artes
“Ernesto de la Cárcova” (inaugurada en 1923, con domicilio en Av. España 1701).
Es nombrado
en 1936 Académico de Número en la Academia Nacional de Bellas Artes (ANBA). En
este mismo año recibe el Gran Premio del Salón Nacional por su escultura “Mujer
con libro”. La “mujer” no es otra que su mujer, la pintora rusa Ludmilla
Feodorovna (1896-1973) a la cual conoció en París. Como amante esposo la
esculpió en varias oportunidades, tanto en bronce como en piedra. Amor por
partida doble, hacia su arte y su mujer, pasión duplicada.
También le
dio importancia a la amistad. José Fioravanti y el escritor Leopoldo Marechal
fueron grandes amigos. Esto se ve plasmado en el libro que Marechal le dedica
al escultor (“José Fioravanti”, 1942)
José Fioravanti
El “esencialista”
Fiorvanti se
destaca por representar a sus personajes con rasgos esenciales que los
caracterizan, identifica su escultura con el representado, justo ejemplo son
los de Franklin Delano Rooselvelt, Manuel Mujica Láinez.
Trabaja y domina
tanto el mármol como bronce.
Deja de
lado, paulatinamente, el monumento “montaña” y comienza a realizarlos en forma donde
la montaña vertical da paso a una plataforma horizontal para transitarla.
Monumento a la Bandera, Rosario
Son
numerosos los monumentos elaborados por José Fioravanti: los ya nombrados, Manuel
Belgrano, Beethoven, Florencio Parravicini, Canto a la Argentina de Rubén
Darío, Roque Sáenz Peña (sentado, con un libro en sus manos, se visualiza un
hombre de Estado, el del voto obligatorio), Simón Bolívar, con su espada en
mano y subido a su caballo (ubicado en el Parque Rivadavia es un monumento
horadado, para recorrer).
Monumento a Simón Bolívar
Entre tantos
resalto el “Monumento a la Bandera” en Rosario, en colaboración con el escultor
Alfredo Bigatti y los arquitectos Alejandro Bustillo y Ángel Guido.
Monumento a la Bandera (detalle)
En la ciudad
de Montevideo (Uruguay) se emplaza el monumento al Gral. Fructuoso Rivera que
realizara en forma conjunta con el escultor Carlos de la Cárcova (1903-1974,
hijo de Ernesto).
Tampoco debo
olvidar mencionar los famosos y tan fotografiados Lobos Marinos de Mar del Plata.
La lista
sigue porque su obra es prolífica en cantidad y calidad.
Su muerte en
1977 no impide que gocemos de sus magníficas obras.
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