sábado, 2 de octubre de 2021

RAÚL SOLDI, HACEDOR DE ARTE

 

RAÚL SOLDI, HACEDOR DE ARTE

por Eduardo Horacio Bolan


Aclaraciones previas

En sus casi noventa años de existencia (27 de marzo de 1905 - 21 de abril 1994) la vida y obra de Raúl Soldi está bien documentada, en especial desde que emerge como artista reconocido a nivel nacional y mundial.

En sus primeros años de vida me centro en la carta que le enviara especialmente a Cayetano Francavilla, médico de profesión e historiador del barrio de Villa Crespo, para que sea incorporada a su libro “Historia de Villa Crespo, pasado y presente del barrio” (1978). En ese escrito Soldi varía lo dicho en algunas notas a modo de autobiografía que escribiera, en lo referente a su llegada a Villa Crespo.

No intento hacer, en mi presente trabajo, una completa biografía sobre este gran pintor, sino un acercamiento, en especial, sobre sus primeras dos décadas de existencia física.

 

1905, su nacimiento

En un caserón ubicado en la calle Cuyo (desde 1911 denominada Sarmiento) al 1600, cerca del primer Teatro Politeama, el 27 de marzo de 1905 nace Raúl. El recién nacido es hijo del matrimonio de inmigrantes italianos conformado por Ángel Soldi y Celestina Guglielmino.

A principios del siglo XX este antiguo y primer Teatro Politeama se encontraba ubicado en la por entonces Corrientes angosta (y todavía sin Obelisco) al 1400, casi esquina Paraná. El Teatro Politeama, con su triste historia de construcciones y demoliciones varias, había sido inaugurado en 1879 por el expresidente de la Nación Domingo Faustino Sarmiento. Además de representaciones teatrales también se realizaban bailes. Los más famosos eran los que organizaban los estudiantes de medicina, es por eso que muchos lo conocían como “del Internado”. Este nombre le era dado pues esos futuros médicos ya se encontraban en la etapa última de su carrera (pregrado) y por lo tanto debían fortalecer su formación profesional y poner en práctica sus aptitudes y, sobre todo, sus actitudes adquiridas, realizar así la fase de procedimiento de atención a los enfermos internados en hospitales.

La familia de Raúl poseía una vocación artística muy marcada. Ángel, el padre, era violonchelista y además solía actuar en diferentes papeles en representaciones de óperas. Había nacido en la ciudad de Cremona (región de Lombardía), muy famosa por ser la metrópoli de reconocidos artesanos de instrumentos de cuerda frotada y pulsada, uno de ellos fue la familia Stradivari (considerados como uno de los mejores artífices en producir este tipo de aparatos). Un hermano de Ángel era, precisamente, luthier. Los Soldi decían ser primos de los Stradivari.

Celestina, su madre, compartía junto a su esposo el gusto por las óperas. Su lugar de nacimiento fue en Pinceto, en la región de Liguri cuya ciudad capital es Génova.

Recibió el nombre de Raúl en honor al personaje de Raoul de Nangis, uno de los protagonistas de la ópera “Los hugonotes”, con música de Giacomo Meyerbeer, estrenada en París en 1836. En sí, la obra es un drama por donde se la mire, con conflictos religiosos entre católicos y protestantes, entre amores contrariados y entre  padres y su hija (ella, enamorada, precisamente, de Raoul).

Ya antes de la edad escolar de Raúl, su padre lo lleva a los ensayos en teatros cercanos a su hogar. En escritos autobiográficos recuerda el escenario, las luces y las sombras, tan determinantes en el teatro.

Todo hacía prever, y estimaba su familia, que su futuro artístico sería el llegar a ser cantante lírico.

 

 
Madre y padre de Raúl Soldi



Raúl Soldi con su padre

Primeros años

Aquí es donde los recuerdos de Raúl Soldi difieren, aunque presenta cierta lógica. En sus textos autobiográficos asegura que llega al barrio de Villa Crespo con los quince años cumplidos. En cambio, en la nota que le enviara al villacrespense Francavilla para ser incorporada al mencionado libro, dice: “Me parece que desde 1909 hasta los veinte años viví en la calle Gurruchaga 576, entre Triunvirato (actualmente Av. Corrientes) y Vera”. Todo hace suponer que la familia no se mudara, al incipiente Villa Crespo, en forma definitiva hacia 1909.

Lo que sí está confirmado es que su padre, italiano emprendedor, compra un amplio terreno alejado de las luces del centro. Allá, pasando la Av. Pueyrredón y todavía más allá, pasando Chubut (Av. Ángel Gallardo), donde Corrientes comenzaba a llamarse Triunvirato.

Su padre edifica una casa con una sala con dos ventanas que da a la calle. Lógicamente no falta el zaguán. A esto le agrega dos habitaciones y una cocina. Lo construído no era para la familia Soldi sino para alquilar. Su padre sigue con la obra edilicia en los fondos del terreno con dos habitaciones más, en este caso de madera. Aquí sí, vivirá con su familia.

Los espacios más cercanos a la calle se alquilan, la sala a un sastre y las habitaciones a un guarda de tranvía sefardí, según rememora Raúl.

En los fondos del amplio terreno Raúl recuerda la presencia de una planta de parra de uvas “chinches”. De esas uvas su madre, en diversas oportunidades, quiere hacer vino y “se resignaba diciendo que le había salido un excelente vinagre”.

En ese, su propio descampado, este niño pinta, hace experimentos con pilas eléctricas caseras, hace los deberes escolares, construye marionetas para dar espectáculos a sus compañeros. “Era el lugar de mis sueños”.

“La escuela primaria la pasé en una escuela ubicada en la calle Padilla, frente a la curtiembre La Federal”. Allí asiste al primer grado inferior, primero superior y segundo grado.

En esos primeros diez años del siglo XX la población escolar se duplica, el 70 % de los niños entre 6 a 13 años asiste a clases.

Raúl rememora que crece de forma importante en estatura y le da vergüenza las burlas de sus compañeros. Le dice a su madre que quiere dar libres muchos grados “para poner mi estatura a la altura del grado”.

Como su hermana mayor, Amelia, imparte clases de piano y solfeo, concurre a la casa de los Soldi la maestra Ada Sacchetti de Villanueva. La madre de Raúl conversa con Ada y le solicita que lo prepare para dar libre varios grados. De esta manera  comienza a estudiar como “loco” en “una escuelita que tenía Ada de Villanueva en una sala en la calle Frías”. Se prepara y en un año da los exámenes y aprueba tercero, cuarto y quinto grado libre. Esto le permite, al año siguiente “entrar en sexto en la misma escuela de Padilla”.

Lo dicho por Raúl hace suponer que en Villa Crespo no se mudaron en forma definitiva en 1909, sino que lo harían en años posteriores y es cuando comienza su vida escolar y de ahí las burlas de sus compañeros de clase por su estatura, él más grande de edad y altura corporal y ellos menores.

Además de esos años escolares Raúl recuerda el recitado que realizara en el Club Social de San Bernardo de un poema en homenaje al Día de la Madre. En ese mismo local interviene en una obra cuya autora es Ada de Villanueva. Allí representa a Alemania y personifica, en algún año que no recuerda con exactitud pero sí durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), al Kaiser. Al personaje de Italia lo encarna, José Lucio Bonomi. Este italiano que ingresa al país en 1906 con tres años de edad llega a ser, entre muchos trabajos más, ilustrador y diagramador del diario porteño “La Prensa” e ilustrador de más de trescientas tapas de la colección “El Séptimo Círculo”, dirigida por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.

También recuerda Raúl que “cazaba pajaritos en el arroyo Maldonado”, “los corsos que se hacían en la calle Triunvirato”, “mi padre a veces cantaba en el Circo Teatro  Alhambra que estaba en Triunvirato entre Gurruchaga y Serrano”, “para las Navidades poníamos la mesa en la calle y nos intercambiábamos nueces y pan dulce con los vecinos”.

En las conversaciones que el autor de este artículo mantuvo durante años con Ben Molar, también vecino de Villa Crespo en su niñez, el creador y hacedor de la obra en disco LP “Los catorce con el tango” gustaba recordar que él repartía programas, a la gente que caminaba por la calle, del cinema “Villa Crespo” para entrar gratis a ver películas en ese cine. No solo a mí le gustaba contar esa anécdota sino que en cierta reunión en el hall de ese mismo cine muchas décadas después de repartir los programas, la volvió a relatar a los concurrentes. Es entonces, me dice Ben Molar, que “ahí salta alguien y dice “¡ah, no! ¿Sabés lo que hacía yo para entrar gratis? baldeaba este hall donde ahora estamos”. ¿Sabés quién era? Uno de los más grandes y reconocidos pintores de la Argentina y del mundo: Raúl Soldi”.

La primera copia de un cuadro que hiciera Raúl, seguramente en el fondo de su casa, es sobre una obra de Quinquela Martín, que la había tomado de la revista Caras y Caretas.

A sus dieciséis años Raúl Soldi realiza su primer viaje a Europa, visita Alemania y luego Italia, “Venecia me hizo pintor”. Al llegar a Pinceto, el pueblo natal de su madre, le ofrecen pintar la capilla “San Fermín”, cuyo origen se retrotrae al siglo XI. Regresa a su hogar porteño y a los pocos años regresa nuevamente a Europa “y ya dejamos Villa Crespo”.

 

 
Un joven Raúl Soldi

Enseñanza y aprendizaje

Todo presagiaba que sería cantante de ópera pero no le dio la voz y la pasión por la pintura le fue ganando.

No existe ecuación definitiva que declare que si el maestro enseña el alumno aprenda. En el caso de Raúl Soldi fue a aprender y aprendió.

Estudia cinco años en Milán. Su profesor de dibujo, Camilo Rapetti, lo reprueba en su primer año de estudio, “pero elegí el camino del esfuerzo”. Dibuja publicidades para mantenerse económicamente. Al finalizar sus estudios lo galardonan con el Primer Premio para pintores jóvenes.

En 1933, a su regreso a La Argentina, comienza a trabajar decorando las vidrieras de Harrod´s. Muy pronto es contratado por Argentina Sono Films en calidad de escenógrafo, pintando los decorados de las películas. Así se desempeña en más de ochenta largometrajes, tales como “Madreselva” (1938) con Libertad Lamrque y Hugo del Carril, bajo la dirección de Luis César Amadori; “Hay que educar a Niní” (1940) con Niní Marshall, en la dirección de Amadori  (Raúl Soldi figura en Diseño de Producción); “Cándida, la mujer del año” (1943) con Niní Marshal bajo la dirección de Enrique Santos Discépolo.

Pinta aunque no puede vivir de la venta de sus obras. Frecuenta la casa del matrimonio compuesto por el poeta Octavio José Oliverio Girondo y la escritora Norah Lange. En varias ocasiones saborea  unas sopas que preparaba Norah Lange y que tardaba como ocho horas en tenerlas listas”.

 

El amor y el éxito

Viaja becado en 1940 para estudiar escenografía a Estados Unidos, pero antes debe pasar por la Editorial Losada a retirar una reproducción de un cuadro para ser llevada en su viaje. Se la entrega una mujer, Estela Gaitán.

A su regreso se pone de novio con Estela, con la cual se casa en 1945. De ese matrimonio nacen sus hijos, Diego y Daniel.

Es Estela que le indica el camino a seguir “basta de cine, a pintar todo el día”.

Llegan las exposiciones y el éxito, tanto artístico como económico. Expone y vende sus cuadros, por ejemplo en la Editorial Peuser. Sus obras figuran en las tapas de libros de la Editorial Losada (sí, el ilustrador es Raúl Soldi  el de la tapa de “20 poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda, 1977). Participa con su saber artístico de la colección “Arte para todos” de EUDEBA y mucho más.

“Yo pinto música, el músico que nunca pude ser”.

El reconocimiento es nacional y mundial: viaja a Israel para pintar un fresco en la Basílica de la Anunciación; a Rumania; un autorretrato es adquirido por la Galería de Arte Moderno de Milán; realiza el mosaico “Camerata Bariloche” que se emplaza en el Museo del Parque de Portofino de Italia; su obra “Santa Clara y la Virgen” ingresa en la Galería de Arte Sagrado del Vaticano”.

También se puede apreciar su obra en nuestro país. En 1953 decora la cúpula de la Galería Santa Fe: la espiral consta de sesenta y tres figuras, reunidas en catorce escenas. En 1966, se inaugura la cúpula del Teatro Colón, redecorada por Soldi.

El que viaje a la localidad bonaerense de Glew puede visitar la Iglesia “Santa Ana” y disfrutar de sus frescos. También realiza el mural cerámico “Santa Fiorentina” en la Catedral de la ciudad de Campana. En Castelar se emplaza su mural de “Santa Magdalena”. Murales en la plaza “San Martín” de Tres Arroyos.

En el barrio de Saavedra (Av. San Isidro Labrador 4630), sobresalen sus frescos en la Iglesia “San Isidro Labrador”.

Capilla de Santa Ana en Glew

Caminando, en colectivo, en auto, en micro, en avión, como elijan y puedan viajar no se pierdan la oportunidad de apreciar las obras de Raúl Soldi.


por Eduardo Horacio Bolan



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