RAÚL SOLDI, HACEDOR DE
ARTE
por Eduardo Horacio Bolan
Aclaraciones previas
En
sus casi noventa años de existencia (27 de marzo de 1905 - 21 de abril 1994) la
vida y obra de Raúl Soldi está bien documentada, en especial desde que emerge
como artista reconocido a nivel nacional y mundial.
En
sus primeros años de vida me centro en la carta que le enviara especialmente a
Cayetano Francavilla, médico de profesión e historiador del barrio de Villa
Crespo, para que sea incorporada a su libro “Historia de Villa Crespo, pasado y
presente del barrio” (1978). En ese escrito Soldi varía lo dicho en algunas
notas a modo de autobiografía que escribiera, en lo referente a su llegada a
Villa Crespo.
No
intento hacer, en mi presente trabajo, una completa biografía sobre este gran
pintor, sino un acercamiento, en especial, sobre sus primeras dos décadas de
existencia física.
1905, su nacimiento
En
un caserón ubicado en la calle Cuyo (desde 1911 denominada Sarmiento) al 1600,
cerca del primer Teatro Politeama, el 27 de marzo de 1905 nace Raúl. El recién
nacido es hijo del matrimonio de inmigrantes italianos conformado por Ángel Soldi y Celestina Guglielmino.
A
principios del siglo XX este antiguo y primer Teatro Politeama se encontraba ubicado
en la por entonces Corrientes angosta (y todavía sin Obelisco) al 1400, casi
esquina Paraná. El Teatro Politeama, con su triste historia de construcciones y
demoliciones varias, había sido inaugurado en 1879 por el expresidente de la
Nación Domingo Faustino Sarmiento. Además de representaciones teatrales también
se realizaban bailes. Los más famosos eran los que organizaban los estudiantes
de medicina, es por eso que muchos lo conocían como “del Internado”. Este
nombre le era dado pues esos futuros médicos ya se encontraban en la etapa última
de su carrera (pregrado) y por lo tanto debían fortalecer su formación
profesional y poner en práctica sus aptitudes y, sobre todo, sus actitudes
adquiridas, realizar así la fase de procedimiento de atención a los enfermos
internados en hospitales.
La
familia de Raúl poseía una vocación artística muy marcada. Ángel, el padre, era
violonchelista y además solía actuar en diferentes papeles en representaciones
de óperas. Había nacido en la ciudad de Cremona (región de Lombardía), muy
famosa por ser la metrópoli de reconocidos artesanos de instrumentos de cuerda
frotada y pulsada, uno de ellos fue la familia Stradivari (considerados como
uno de los mejores artífices en producir este tipo de aparatos). Un hermano de Ángel
era, precisamente, luthier. Los Soldi decían ser primos de los Stradivari.
Celestina,
su madre, compartía junto a su esposo el gusto por las óperas. Su lugar de
nacimiento fue en Pinceto, en la región de Liguri cuya ciudad capital es
Génova.
Recibió
el nombre de Raúl en honor al personaje de Raoul de Nangis, uno de los
protagonistas de la ópera “Los hugonotes”, con música de Giacomo Meyerbeer,
estrenada en París en 1836. En sí, la obra es un drama por donde se la mire,
con conflictos religiosos entre católicos y protestantes, entre amores
contrariados y entre padres y su hija (ella,
enamorada, precisamente, de Raoul).
Ya
antes de la edad escolar de Raúl, su padre lo lleva a los ensayos en teatros
cercanos a su hogar. En escritos autobiográficos recuerda el escenario, las
luces y las sombras, tan determinantes en el teatro.
Todo
hacía prever, y estimaba su familia, que su futuro artístico sería el llegar a
ser cantante lírico.
Primeros años
Aquí
es donde los recuerdos de Raúl Soldi difieren, aunque presenta cierta lógica.
En sus textos autobiográficos asegura que llega al barrio de Villa Crespo con
los quince años cumplidos. En cambio, en la nota que le enviara al
villacrespense Francavilla para ser incorporada al mencionado libro, dice: “Me
parece que desde 1909 hasta los veinte años viví en la calle Gurruchaga 576,
entre Triunvirato (actualmente Av. Corrientes) y Vera”. Todo hace suponer que
la familia no se mudara, al incipiente Villa Crespo, en forma definitiva hacia
1909.
Lo
que sí está confirmado es que su padre, italiano emprendedor, compra un amplio terreno
alejado de las luces del centro. Allá, pasando la Av. Pueyrredón y todavía más
allá, pasando Chubut (Av. Ángel Gallardo), donde Corrientes comenzaba a
llamarse Triunvirato.
Su
padre edifica una casa con una sala con dos ventanas que da a la calle. Lógicamente
no falta el zaguán. A esto le agrega dos habitaciones y una cocina. Lo
construído no era para la familia Soldi sino para alquilar. Su padre sigue con
la obra edilicia en los fondos del terreno con dos habitaciones más, en este
caso de madera. Aquí sí, vivirá con su familia.
Los
espacios más cercanos a la calle se alquilan, la sala a un sastre y las
habitaciones a un guarda de tranvía sefardí, según rememora Raúl.
En
los fondos del amplio terreno Raúl recuerda la presencia de una planta de parra
de uvas “chinches”. De esas uvas su madre, en diversas oportunidades, quiere
hacer vino y “se resignaba diciendo que le había salido un excelente vinagre”.
En
ese, su propio descampado, este niño pinta, hace experimentos con pilas
eléctricas caseras, hace los deberes escolares, construye marionetas para dar
espectáculos a sus compañeros. “Era el lugar de mis sueños”.
“La
escuela primaria la pasé en una escuela ubicada en la calle Padilla, frente a
la curtiembre La Federal”. Allí asiste al primer grado inferior, primero
superior y segundo grado.
En
esos primeros diez años del siglo XX la población escolar se duplica, el 70 %
de los niños entre 6 a 13 años asiste a clases.
Raúl
rememora que crece de forma importante en estatura y le da vergüenza las burlas
de sus compañeros. Le dice a su madre que quiere dar libres muchos grados “para
poner mi estatura a la altura del grado”.
Como
su hermana mayor, Amelia, imparte clases de piano y solfeo, concurre a la casa
de los Soldi la maestra Ada Sacchetti de
Villanueva. La madre de Raúl conversa con Ada y le solicita que lo prepare
para dar libre varios grados. De esta manera comienza a estudiar como “loco” en “una
escuelita que tenía Ada de Villanueva en una sala en la calle Frías”. Se
prepara y en un año da los exámenes y aprueba tercero, cuarto y quinto grado libre.
Esto le permite, al año siguiente “entrar en sexto en la misma escuela de
Padilla”.
Lo
dicho por Raúl hace suponer que en Villa Crespo no se mudaron en forma
definitiva en 1909, sino que lo harían en años posteriores y es cuando comienza
su vida escolar y de ahí las burlas de sus compañeros de clase por su estatura,
él más grande de edad y altura corporal y ellos menores.
Además
de esos años escolares Raúl recuerda el recitado que realizara en el Club
Social de San Bernardo de un poema en homenaje al Día de la Madre. En ese mismo
local interviene en una obra cuya autora es Ada de Villanueva. Allí representa
a Alemania y personifica, en algún año que no recuerda con exactitud pero sí
durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), al Kaiser. Al personaje de
Italia lo encarna, José Lucio Bonomi.
Este italiano que ingresa al país en 1906 con tres años de edad llega a ser,
entre muchos trabajos más, ilustrador y diagramador del diario porteño “La
Prensa” e ilustrador de más de trescientas tapas de la colección “El Séptimo
Círculo”, dirigida por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.
También
recuerda Raúl que “cazaba pajaritos en el arroyo Maldonado”, “los corsos que se
hacían en la calle Triunvirato”, “mi padre a veces cantaba en el Circo
Teatro Alhambra que estaba en
Triunvirato entre Gurruchaga y Serrano”, “para las Navidades poníamos la mesa
en la calle y nos intercambiábamos nueces y pan dulce con los vecinos”.
En
las conversaciones que el autor de este artículo mantuvo durante años con Ben Molar, también vecino de Villa
Crespo en su niñez, el creador y hacedor de la obra en disco LP “Los catorce
con el tango” gustaba recordar que él repartía programas, a la gente que
caminaba por la calle, del cinema “Villa Crespo” para entrar gratis a ver
películas en ese cine. No solo a mí le gustaba contar esa anécdota sino que en
cierta reunión en el hall de ese mismo cine muchas décadas después de repartir
los programas, la volvió a relatar a los concurrentes. Es entonces, me dice Ben
Molar, que “ahí salta alguien
y dice “¡ah, no! ¿Sabés lo que hacía yo para entrar gratis? baldeaba este hall
donde ahora estamos”. ¿Sabés quién era? Uno de los más grandes y reconocidos
pintores de la Argentina y del mundo: Raúl Soldi”.
La
primera copia de un cuadro que hiciera Raúl, seguramente en el fondo de su
casa, es sobre una obra de Quinquela Martín, que la había tomado de la revista
Caras y Caretas.
A
sus dieciséis años Raúl Soldi realiza su primer viaje a Europa, visita Alemania
y luego Italia, “Venecia me hizo pintor”. Al llegar a Pinceto, el pueblo natal
de su madre, le ofrecen pintar la capilla “San Fermín”, cuyo origen se
retrotrae al siglo XI. Regresa a su hogar porteño y a los pocos años regresa nuevamente
a Europa “y ya dejamos Villa Crespo”.
Enseñanza y aprendizaje
Todo
presagiaba que sería cantante de ópera pero no le dio la voz y la pasión por la
pintura le fue ganando.
No
existe ecuación definitiva que declare que si el maestro enseña el alumno
aprenda. En el caso de Raúl Soldi fue a aprender y aprendió.
Estudia
cinco años en Milán. Su profesor de dibujo, Camilo Rapetti, lo reprueba en su
primer año de estudio, “pero elegí el camino del esfuerzo”. Dibuja publicidades
para mantenerse económicamente. Al finalizar sus estudios lo galardonan con el
Primer Premio para pintores jóvenes.
En
1933, a su regreso a La Argentina, comienza a trabajar decorando las vidrieras
de Harrod´s. Muy pronto es contratado por Argentina Sono Films en calidad de
escenógrafo, pintando los decorados de las películas. Así se desempeña en más
de ochenta largometrajes, tales como “Madreselva” (1938) con Libertad Lamrque y
Hugo del Carril, bajo la dirección de Luis César Amadori; “Hay que educar a
Niní” (1940) con Niní Marshall, en la dirección de Amadori (Raúl Soldi figura en Diseño de Producción);
“Cándida, la mujer del año” (1943) con Niní Marshal bajo la dirección de
Enrique Santos Discépolo.
Pinta
aunque no puede vivir de la venta de sus obras. Frecuenta la casa del
matrimonio compuesto por el poeta Octavio
José Oliverio Girondo y la escritora Norah
Lange. En varias ocasiones saborea “unas sopas que preparaba Norah Lange y que tardaba como
ocho horas en tenerlas listas”.
El amor y el éxito
Viaja
becado en 1940 para estudiar escenografía a Estados Unidos, pero antes debe
pasar por la Editorial Losada a retirar una reproducción de un cuadro para ser
llevada en su viaje. Se la entrega una mujer, Estela Gaitán.
A
su regreso se pone de novio con Estela, con la cual se casa en 1945. De ese
matrimonio nacen sus hijos, Diego y Daniel.
Es
Estela que le indica el camino a seguir “basta de cine, a pintar todo el día”.
Llegan
las exposiciones y el éxito, tanto artístico como económico. Expone y vende sus
cuadros, por ejemplo en la Editorial Peuser. Sus obras figuran en las tapas de
libros de la Editorial Losada (sí, el ilustrador es Raúl Soldi el de la tapa de “20 poemas de amor y una
canción desesperada, de Pablo Neruda, 1977). Participa con su saber artístico
de la colección “Arte para todos” de EUDEBA y mucho más.
“Yo
pinto música, el músico que nunca pude ser”.
El
reconocimiento es nacional y mundial: viaja a Israel para pintar un fresco en
la Basílica de la Anunciación; a Rumania; un autorretrato es adquirido por la
Galería de Arte Moderno de Milán; realiza el mosaico “Camerata Bariloche” que
se emplaza en el Museo del Parque de Portofino de Italia; su obra “Santa Clara
y la Virgen” ingresa en la Galería de Arte Sagrado del Vaticano”.
También se puede apreciar
su obra en nuestro país. En 1953 decora
la cúpula de la Galería Santa Fe:
la espiral consta de sesenta y tres figuras, reunidas en catorce escenas. En
1966, se inaugura la cúpula del Teatro Colón, redecorada por Soldi.
El que viaje a la
localidad bonaerense de Glew puede visitar la Iglesia “Santa Ana” y disfrutar
de sus frescos. También realiza el mural cerámico “Santa Fiorentina” en la
Catedral de la ciudad de Campana. En Castelar se emplaza su mural de “Santa
Magdalena”. Murales en la plaza “San Martín” de Tres Arroyos.
En el barrio de Saavedra
(Av. San Isidro Labrador 4630), sobresalen sus frescos en la Iglesia “San
Isidro Labrador”.
Caminando, en colectivo,
en auto, en micro, en avión, como elijan y puedan viajar no se pierdan la
oportunidad de apreciar las obras de Raúl Soldi.
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