viernes, 4 de septiembre de 2020

DARWIN, NUESTRO VISITANTE

 DARWIN, NUESTRO VISITANTE

 Apenas transcurridos sesenta años de que Charles Darwin visitara nuestras tierras en plan de estudios científicos, la Ciudad de Buenos Aires le rindió su homenaje designando con su apellido el nombre de una calle porteña.


Ubicación y orígenes

La hoy Darwin, es una calle muy antigua, anterior a la creación oficial del barrio de Villa Crespo (1888).

Nace en Av. Warnes, transita por Villa Crespo, cruza Av. Córdoba  y concluye su recorrido en el barrio de Palermo, en la calle Honduras.

Su primera denominación fue 52 A, cuando a las calles, que no eran tales todavía, se las denominaba con números y letras para su mejor ubicación en el tramado de las quintas y descampados; años de mucho terreno y cielo e incipiente población.

La Ordenanza del 27 de noviembre de 1893 cambia su denominación por Darwin.

Con la expansión demográfica y urbanística producida por la integración a la Capital Federal de los recientemente incorporados (por aquellos años) partidos de Flores y Belgrano, esta Ordenanza de 1893 vino a tratar de dar soluciones con respecto a las nomenclaturas de las calles.

Se incorporaron nombres de personas sobresalientes del descubrimiento, de la Colonia, adelantados, fundadores, Virreyes, gobernadores coloniales, hombres de nuestra tradición militar, de la Independencia, combates, nomenclatura de accidentes geográficos, hombres de la política y también recordaron a los hombres de Ciencia.


Charles Robert Darwin

Este científico nace en la ciudad inglesa de Shrewsbury en el año de 1809.

Nieto de Erasmus Darwin, médico, botánico, fisiólogo, poeta, inventor, naturista. Erasmus es coetáneo de otros naturistas como el francés Lamarck, el sueco Linneo (a quien el barrio de La Paternal lo recuerda en el nombre de una de sus calles).

Erasmus es defensor del evolucionismo… pero del evolucionismo proveniente de un Gran Creador, Dios. Su nieto Charles, con sus estudios, lo desautorizará.

El padre de Charles es Robert Waring Darwin, también médico y naturista como su padre Erasmus.

A los dieciséis años Charles, siguiendo la tradición familiar, comienza sus estudios de Medicina, pero muy pronto comprende que no es para él  y se deja tentar por las Ciencias Naturales, ciencia a quien le dedica su vida.

Por tradición familiar y por haber leído al naturista y explorador alemán Alexander von Humboldt (otro nombre de calle) Charles, con veintidós años, se embarca en el bergantín británico “HMS Beagle” acompañando  la expedición comandada por el capitán Robert Fitz Roy (otro nombre de calle) y que recorrerá nuestra Patagonia, Tierra del Fuego, costas de Chile y Perú, islas del Pacífico, Galápagos. Tahití, Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica. La vuelta al mundo (realizada en cinco años desde fines de 1831 hasta octubre de  1836) para realizar estudios topográficos y que Charles Darwin aprovecha para realizar sus estudios que lo llevarán a desarrollar sus ideas y encumbrarse científicamente.

 

Charles Darwin

Obra fundamental

Charles Darwin pasa  a la posteridad sobre todo por su obra, publicada en 1859, “El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida” Ya desde el título no deja dudas sobre sus ideas que ampliará en obras posteriores.

 

Darwin en nuestras Pampas

Entre sus escritos hechos libros se encuentra “Diario del viaje de un naturista alrededor del mundo”. De la edición autorizada, corregida y ampliada por Darwin del año 1844 extraigo algunos párrafos con la traducción realizada en  1921 por el teólogo jesuita Juan Mateos:

“El campamento del general Rosas estaba cerca del rio Colorado. Casi todas las tropas eran de caballería (…) La parte de los soldados eran mestizos de negro, indio y español (…)  Pedí ver al secretario para presentarle mi pasaporte (…) llevaba una carta de recomendación del gobierno de Buenos Aires para el Comandante de Patagones (…)

Mi principal entretenimiento consistió en observar a las familias indias (…) Supe que el general Rosas tenía cerca de seiscientos aliados indios.

El general Rosas insinuó que deseaba verme (…) Es un hombre de extraordinario carácter y ejerce en el país avasalladora influencia. Se dice que posee unas trescientas mil cabezas de ganado. Sus fincas están admirablemente administradas.  El general Rosas es, además, un perfecto jinete. Acomodándose a costumbres de los gauchos ha tenido una popularidad ilimitada en el país y por eso un poder despótico.

En la conversación es vehemente sensato y muy grave. Su gravedad rebasa los límites ordinarios; a uno de sus dicharacheros bufones (pues tiene dos, a usanza de los barones de la Edad Media), le oí referir la siguiente anécdota: una vez me entraron ganas de oír cierta clase de música por lo que fui a pedirle permiso al general dos o tres veces pero me contestó ´si vuelves te castigaré´. Insistí en pedir el permiso y al verme se echó a reír. Salí corriendo, pero era demasiado tarde, pues mandó a dos soldados a que me pusieran en estacas. Supliqué pero de nada me sirvió; cuando el general se ríe no perdona a nadie.

(…) Mi entrevista con Rosas terminó sin una sonrisa y obtuve un pasaporte  con una orden para las postas del gobierno, que me facilitó del modo más atento y cortés.”

 

El "Beagle" en Tierra del Fuego

Reconocimiento

Varias calles porteñas llevan nombres de científicos. En un corto trayecto podemos encontrar a algunos naturistas: Darwin, Humboldt, Fitz Roy (no por carrera sino por haber facilitado a Charles Darwin a realizar su formación y exámenes) y Bonpland. Un justo homenaje.

Por Eduardo Horacio Bolan


 

 

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