TIEMPO
ATRÁS, POR EL CAMINO DE MORENO
Antes que el barrio de
Villa Crespo sea así llamado por los rematadores de lotes, un camino de barro
fue una de las vías para trasladar a los muertos a su última morada.
CAMINO DE MORENO
La actual Av. Warnes
(denominada así por Ordenanza de 1893) en la década de 1870 era un sendero de barro conocido como el
Camino de Moreno. Pocos pobladores moraban en las residencias veraniegas de
recreo propiedad de familias porteñas y en las viviendas precarias con quintas
habitadas por criollos e inmigrantes italianos.
Este camino era así
conocido porque se encontraba en la propiedad de Pedro Moreno, próxima a las de
la familia Antezana, a la quinta de los Balcarce, a la del Ministro
inglés Henry Southern, entre otras.
Esta vía era transitada
por carretas tiradas por bueyes que llevaban verduras y hortalizas al casco
céntrico porteño. Un paisaje campestre, así era la vista que se ofrecía a los
posibles visitantes décadas antes que se conociera esta zona como Parroquia de
San Bernardo o como la denominaran los rematadores de lotes, la Villa de
Crespo.
El de Moreno era uno de
los pasos obligados para dirigirse a las “chacritas de los colegiales” ya que a
la altura de Thames se había construido un puente para cruzar el Arroyo
Maldonado.
FIEBRE AMARILLA DE 1871
Al concluir la Guerra de
la Triple Alianza o Guerra del Paraguay (1864-1870 entre, por un lado, Brasil,
Argentina y Uruguay y por el otro Paraguay) los soldados argentinos vuelven a
sus lugares de residencia: Corrientes y Buenos Aires.
Esta guerra los brasileños
la recuerdan bajo el nombre de Guerra do Paraguai y los paraguayos Guerra
Grande, o Guerra contra la Triple Alianza o Guerra Guasú.
Muchos combatientes
regresan a sus hogares portando la enfermedad de la fiebre amarilla, producida
por la picadura del mosquito hembra infectada aedes aegypti (el cual también es
transmisor de dengue, zika y chikunguya).
Muy pronto el contagio es
masivo en Buenos Aires ciudad, especialmente en los conventillos habitados, en
general, por inmigrantes de múltiples nacionalidades diferentes.
La mortalidad en Buenos
Aires aumenta cada día de ese año 1871. Se calcula que en esta ciudad las
muertes ascendieron a 14.000 en total y más de 3.400 fallecidos fueron
trasladados al cementerio de la Chacarita. Una de las vías para llegar era el
Camino de Moreno.
En esos años el cementerio
de la Chacarita estaba emplazado en lo que hoy es el Parque Los Andes.
LA PINTURA QUE REFLEJA EL DRAMA
La obra pictórica “Un
episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires” del pintor uruguayo Juan Manuel
Blanes (1830-1901) nos muestra el drama que se vivía día a día, casa por casa,
habitación por habitación.
Entre Roque Pérez y
Argerich, en un plano posterior, se halla un hombre agachado que ve la escena
con mirada desconcertada. Arriba de él, otro hombre también observa a la mujer
muerta y tapa su nariz y boca con un pañuelo.
A la derecha del cuadro
yace acostado un hombre muerto con el torso desnudo, cubierto hasta la cintura
por una sábana y frazada. Arriba de él puede observarse en la oscuridad del cuarto
una cruz cristiana.
A la izquierda de Argerich
se observa a un jovencito con chaleco y con las manos en los bolsillos del
pantalón. También se encuentra descalzo con los dedos del pie izquierdo sobre
los del derecho y con su mirada perdida, quizá en una actitud de nerviosismo.
Puede ser que sea el hijo mayor de esa mujer alcanzada por la muerte.
Juan Manuel Blanes realizó
una representación del drama que sufrieron tantas miles de personas. Se basó en
el parte policial confeccionado por el Comisario Lisandro Suárez, es por eso
que se conocen los datos de la mujer. Su nombre era Ana Brisitiani y era de
nacionalidad italiana. Se la encontró muerta el 17 de marzo de 1871 en Balcarce
384 (barrio de San Telmo).
El parte policial dice que
en realidad la mujer se encontraba muerta sobre el colchón “con una criatura de
pecho mamándole”. El marido de la mujer, en esa fecha, se encontraba “enfermo
en la Boca del Riachuelo”.
Tal vez Blanes, en su
obra, incorporó al marido en la escena o, como sugieren algunos críticos de
arte, el autor quiso representar al Cristo tendido en la cama.
Tanto Roque Pérez como
Argerich murieron de esa fiebre que asoló a Buenos Aires junto a otros diez
médicos, dos practicantes y cinco farmacéuticos.
COCHES FÚNEBRES EN AV. WARNES
Por varios años más este
Camino de Moreno fue escenario del lento transitar de coches fúnebres tirados
por caballos, esta vez en 1887 con la epidemia del cólera.
Los carruajes llevando a
los cadáveres y sus acompañantes partían de la esquina de Corrientes y Centro
América (actual Av. Pueyrredón).
EL PASO DE LOS CARRUAJES FÚNEBRES POR WARNES EN LA
LITERATURA
En la novela “Adán
Buenosayres” de Leopoldo Marechal se percibe el impacto de los vecinos ante la
presencia de estos carros fúnebres portando cadáveres hacia su descanso eterno.
En el capítulo I del Libro
Segundo nos dice Marechal:
“-¡Ojo al entierro!
Adán había llegado a la
calle Warnes, y como intentara el cruce debió retroceder precipitadamente.
¡Hurra! El cortejo avanzaba entre un ondear de penachos luctuosos y un repique
de solemnes herraduras. Seis caballos negros, (…) tiraban del coche fúnebre.
Detrás venía la carroza de las flores, palmas, coronas y cintas de color
morado. Luego los cupés de los deudos con sus farolas enlutadas, y veinte más
en fila, relampagueantes de charol.
Detenido en la esquina de
Monte Egmont y Warnes, Adán leyó las dos letras de oro que relucían en el
cortinado funeral de la carroza. R.F.”
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