Alberto Vacarezza (1º parte)
Nacido en el barrio de Almagro muy pronto dirigió su saber y
su arte al de Villa Crespo.
Su infancia
Nace con el nombre que le pusieron sus padres: Alberto
Bartolomé Ángel Venancio y de apellido Vaccarezza.
El almanaque marcaba 1º de abril de 1886 y abrió sus ojos en Almagro,
barrio de Buenos Aires, cerca de lo que hoy se conoce con los nombres de Av.
Corrientes (en esos años Corrientes, a secas) y Gascón (en 1886 los vecinos la
conocían como Vélez Sarsfield, Sáenz -denominaciones anteriores- o Gazcón, así
con zeta).
El pequeño Vaccarezza fue compañero de escuela primaria de
Armando Discépolo (1887-1971), sí, el hermano de Enrique Santos, conservaron la
amistad toda la vida, además de la visión por esos habitantes tan peculiares
que poblaban los conventillos y las calles de ese Buenos Aires de fin de siglo
XIX y comienzos del XX.
Casi Doctor
Sus padres lo compelían a seguir la carrera de abogado, algo
que Alberto lo veía como una obligación.
Pasó una temporada en el campo. En este ámbito supo observar
y aprender el habla y las costumbres de su gente, posteriormente lo plasmaría
en varios libros con tinte criollo. Llegó a apreciar la vida campestre pero comprendió
que la vida nocturna y la bohemia era lo que en realidad le gustaba a él.
Se interesó por la literatura y a leer. Al poco tiempo ya
escribía esbozos de las personas (personajes y costumbres) que veía en la
calle. Leía en voz alta sus escritos iniciales ante el regocijo de sus amigos.
Claro, pronto se enamoró ((tuvo una novia que vivía por el
Abasto) y comenzaron los versos de amor. No se sentía conforme con esa
literatura y, menos aun, sus amigos “de la noche”. Años de adolescencia.
La familia que conformaba ya se había mudado a Triunvirato (Av.
Corrientes al 5300, casi enfrente donde hoy se encuentra el Cuartel VI de los
Bomberos de Villa Crespo,) y eran propietarios de una talabartería para
satisfacer las demandas del transporte, todavía, de tracción a sangre
(caballos). Eran los años del “nacimiento” y crecimiento de un barrio que,
desde 1888, era conocido por su Fábrica Nacional de Calzado.
La vida bohemia de Alberto Vaccarezza era distendida pero
debía trabajar. Un amigo le consigue el cargo de Secretario en el Juzgado de
Paz Nº 31 ubicado en Triunvirato (hoy Av. Corrientes) y Canning (hoy Av.
Scalabrini Ortiz).
Este tipo de Juzgado funcionaba donde no había ningún
Juzgado de primera instancia y era ejercido por un vecino destacado, sin
obligación de ser abogado. Eran para casos menores, casi siempre concluían en
conciliación entre los litigantes.
A Vaccarezza lo sorprendía que el Juez diera la razón a los
diferentes vecinos que pleiteaban, a pesar de que, precisamente, eran de
opiniones e intereses opuestos. No solo observaba al peculiar “Usía” sino el
comportamiento y vocablo de los vecinos que se presentaban para dirimir sus
cuestiones.
Todo lo vivido y registrado lo trasladó a sus incipientes escritos.
Con sus amigos conformó el grupo actoral amateur
filodramático “La Lira de Orfeo”. En este equipo se encontraba Carlos Perelli
(1896-1960), futuro actor profesional de teatro y cine quien se casaría con
Milagros de la Vega, reconocida actriz dramática.
Vaccarezza y su
comienzo en el Sainete
Sus padres no estaban conformes con el camino que transitaba
su hijo, pero su amor por el mundo teatral pudo más.
Con 17 años Alberto y el grupo filodramático ensayaban en la
Sociedad Italiana de Socorros Mutuo “Il Risorgimiento” de Villa Crespo el
primer sainete escrito por Vaccarezza cuyo título es “El Juzgado”.
Su estreno oficial fue en una noche del mes de mayo de 1903
en el hoy desaparecido salón “El Arte” ubicado en Cuyo (hoy Sarmiento) y
Paraná.
Luego vinieron sus obras de motivos campestres que tan bien
había conocido: “La noche del forastero”, luego, siempre con el grupo “La Lira
de Orfeo” estrenaron “Para los gauchos, querencia”, “Yerba mala” y otras obras
con temática de melodrama rural.
La vida, siempre sabia, le hace sentir en sus bolsillos que
no podía vivir de sus obras teatrales y probó diversas ocupaciones para vivir,
pero sin estar convencido, solo para hacerles caso a sus progenitores.
Una de las formas de intentar vivir con un trabajo “rentable”
fue el de rematador de muebles. Con su acostumbrado humor y ocurrencias los
llamaba “Luis catre” pues eran de dudosa calidad en comparación de los que se
vendían en esos años a comienzo del siglo XX que eran los estilos Luis XV y
Luis XVI.
Conocedor de su potencial artístico presenta su obra “Los
escrushantes” (vocablo del lunfardo: delincuente que utiliza la violencia
contra puertas, ventanas y/o cajas fuertes), en el concurso que promovía
Pascual Carcavallo (1880-1948), empresario italiano director del teatro “El
Nacional” (Av. Corrientes 960). Era un sainete lírico en un acto y tres
cuadros.
Ganó el primer premio y a partir de ese momento decidió que
viviría de su talento como autor.
Decidió que su nombre artístico fuera Alberto Vacarezza (con una sola c).
Aclaraciones
necesarias
La mayoría de sus aspectos de su infancia y juventud se
conoce por el discurso, hasta el momento no fue editado, que manifestara para
la Casa del Teatro (entidad fundada en 1938). No se conoce la fecha que lo
efectuó pero se puede determinar que sería desde la segunda mitad de la década
del ´40 a principios de los ´50.
En uno de los pasajes del discurso, Vacarezza, afirma: “En
una Sala de Almagro, alquilada al efecto, se ensayó mi primer sainete que
titulé El juzgado.”
Eran tiempos de la creación de los barrios en terrenos
recientemente incorporados a la Capital Federal y no se distinguían bien los
límites de cada uno.
Sabemos que fue en “Il Risorgimiento” y esta Sala se
encontraba en Villa Crespo.
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