VILLA TALAR: INFORMACIÓN SOBRE UN BARRIO PORTEÑO QUE NO EXISTE MÁS
Parte V
A inicios
de 1921 uno de los varios problemas menores de los talarenses era -imagino-
como sobrevivir al verano. A la hora de "la fresca" se acababan todos
los problemas porque Villa Talar, Devoto, Villa del Parque y aledañas era -y en
mi juventud siguió siendo- una de esas zonas en las que la saludable supremacía
de la naturaleza se notaba hasta en la piel.
Todavía en
los años 60, al volver del centro al terminar el día, bastaba cruzar el puente
de la Av. San Martín con el ferrocarril llamado entonces San Martín, para que
todos se sintieran claramente envueltos por un aire fresco saludable, reparador
y hasta perfumado. No idealizo, simplemente había muchos más jardines y menos
concreto que en años posteriores y que hoy.
Pero en
1921, durante el día, había que ingeniárselas. El aire acondicionado no existía
y los ventiladores eran raros. Los de techo, hace un tiempo resucitados,
giraban solamente en algunos lugares públicos y -por lo que sé- eran caros para
las casas de familia. Cada tanto, el hielero, en reparto domiciliario,
entregaba las barras que se conservaban envueltas en arpillera dentro de las
heladeras de entonces, o sea un mueble de madera sin motor algunos, con patas y
tres o cuatro compartimentos forrados con una lámina de zinc para conservar el
frío lo más posible. Ahí se atesoraban las bebidas y los alimentos.
Sumada a
los muchos árboles y al pasto abundante, la arquitectura ayudaba: techos altos,
patios, aleros, ventanas que se podía -¡qué épocas!- con toda tranquilidad
mantener abiertas y pisos con frecuencia algo elevados.
No conocí
la casa de mi abuelo en ese entonces, en Pedro Morán 3140 / 3146, entre Cuenca
y Helguera. Sé que no tenía lujos, aunque era lo suficientemente amplia para
una familia de diez personas: mi abuelo, su madre y su segunda esposa; cuatro
hijas y dos hijos más una querida sobrina que vivió años con ellos. Bastante gente,
es cierto, pero esas "muchedumbres" eran entonces algo bastante
habitual.
La casa era
del estilo que muchos porteños mayores conocemos: dos patios, el primero
rodeado por la sala, el comedor, la cocina; el segundo por las habitaciones y
más atrás el baño, que debía parecer muy alejado en las noches de invierno. Al
fondo había una huerta pequeña donde se cultivaba algo de lo que se comía.
Durante muchos años, tiempo atrás, cuando hacía tiempo que la casa no
pertenecía ya a la familia, me prometí reiteradamente tomarle una foto, cosa
que, como era joven, nunca hice. Hacia los cuarenta, creo, se instaló allí una
escuela pública y algunas décadas después se presentó -infaltable- la piqueta
demoledora. Hoy hay allí un edificio de departamentos. Solamente un par de
fotos, como la que se muestra, permiten hoy entrever como eran esas casas. Pero
salvo por lo personal y emotivo, este pequeño recuerdo nada tiene de original.
¡Cuántas personas pueden contar lo mismo!
Pero volvamos al verano de 1921 y el modo de soportar el verano y entretenerse. Para el 9 de enero, la Asociación de Fomento de Villa Talar (AFVT) organizó una "fiesta campestre" a realizar en las playas de Olivos. La comisión directiva dispuso que varios "tranvías expresos" condujeran a los asistentes al lugar. Allí había programados una serie de "números interesantes" con premios de importancia. También, como frecuentemente ocurría, estaba previsto que una orquesta amenizara la fiesta.
Uno puede
imaginarse a las señoras con ropas frescas pero abundantes con y simpáticos
sombreritos y a los señores con trajes de verano y ranchos, o gorras tipo
"borsalino" (o "de golf"), pero con infaltables moñitos o
corbatas.
Lamentablemente, mi recorte de "El Oeste" es del mismo día 9 y no podemos saber si los excursionistas lo pasaron bien o si una lluvia imprevista estropeó la fiesta. Deseemos retrospectivamente que todo haya ocurrido como deseaban.
El 4 de marzo el periódico "La República" permitía apreciar algún avance burocrático.
En la
sección Municipales, expresaba: "Con el fin de iniciar en la brevedad
posible la ejecución de la apertura de la avenida Nazca, de Tres Cruces (o sea
la actual Francisco Beiró) a la avenida San Martín, la intendencia ha remitido
una nota al ministro del Interior solicitando la entrega de la superficie de
5.924,74 metros cuadrados de terreno, que en su oportunidad cedió el gobierno a
la comuna con ese fin."
Esta
apertura sería la que separaría los terrenos del parque de Agronomía del triángulo
que ocupa el Instituto de Medicina Experimental, hoy Instituto de Oncología
Ángel H. Roffo.
"La
enumeración de las calles que por el presente proyecto se manda pavimentar y la
vinculación que ellas tienen en la unión de arterias importantes como Avenida
Tres Cruces, Los Incas y América (hoy Mosconi), justifican de manera elocuente
la presentación de este proyecto."
"Unir
Villa Devoto con Urquiza y con Belgrano es un alto pensamiento edilicio que no
trepidamos en auspiciar en mérito a los importantes beneficios que prestarían a
esas poblaciones, facilitando su vialidad y mejorando sensiblemente sus vías de
comunicación"
Quienes
así se expresaban eran los concejales Remigio Iriondo (conocidísima figura de
Villa Crespo y la ciudad toda), J. J. Díaz Arana y Virgilio Tedín Uriburu, al
suscribir un proyecto de Ordenanza a girarse a la Comisión de Obras Públicas y
Seguridad, según consta en el "Boletín Taquigráfico del Consejo
Deliberante" del 29 de marzo de 1921. (Remigio Iriondo tuvo abundante
actuación en la parroquia de San Bernardo y fue autor de algún curioso proyecto
edilicio que en otra oportunidad comentaremos).
El
artículo de fondo del proyecto referido decía así: "El D. E. procederá a
pavimentar con adoquines de granito y base de hormigón de acuerdo con la ley de
la materia y ordenanzas vigentes, las siguientes calles: Tres Cruces, desde
Avenida San Martín hasta Constituyentes. Constituyentes, desde Tres Cruces
hasta Avenida América. Avenida de los Incas, desde Tres Cruces y Constituyentes
hasta Triunvirato." En base a los fundamentos antes citados, los
concejales esperaban contar con la cooperación de sus colegas para traducir en
realidad lo que ese momento era sólo una aspiración vecinal.
La
irregularidad de los recortes que son mi fuente me obliga a pasar por alto, y lo
lamento, a todo el año 1923 y a la mayor parte del 24.
El 31 de
agosto 1924 se realizó en el Instituto de Medicina Experimental y con la
asistencia de numerosos socios, la asamblea extraordinaria de la Asociación
Cultural de Villa del Parque, Devoto y Talar. Se sometió a consideración de los
socios la Memoria del ejercicio anterior, la que resultó aprobada sin
observación.
Según nos
comenta "La Razón", esta entidad realizaba, como es obvio, actos
culturales, en especial conferencias sobre temas científicos, sociales,
económicos y de divulgación de conocimientos para combatir el cáncer y otras
enfermedades.
En el
ejercicio social considerado en esta oportunidad, adicionalmente, se hicieron,
homenajes a la fundadora de la institución, Sra. Helena Larroque de Roffo
-fallecida tempranamente en febrero de ese año-
y gestiones ante el Consejo
Nacional de Educación para obtener la creación de una escuela nocturna de
varones en Villa del Parque.
Es justo
detenerse un poco en la figura de la Sra. de Roffo y en su obra. Era
entrerriana, nacida en 1883 e hija de un abogado. Estudió medicina pero no
llegó a recibirse aunque en la Facultad conoció a quien sería su esposo, el Dr.
Ángel H. Roffo. Éste fue un reputado especialista en cáncer - sobre este mal
fue su tesis doctoral- y su esposa colaboró activamente en sus estudios e
investigaciones. Juntos fundaron el Instituto de Medicina Experimental (hoy
Instituto Oncológico) y la Liga Argentina de lucha contra el cáncer. La Sra. de
Roffo fundó, como ya dijimos, y trabajó
además activamente en la Asociación Cultural de Villa del Parque, Devoto y
Talar cuya asamblea reseñamos. Hoy el Instituto, la entonces "Escuela de
Nurses" y hoy de Enfermería, la Fundación y la Asociación Cultural Social
y Biblioteca Popular Helena Larroque de Roffo con sus múltiples actividades
forman un complejo que honra la labor tan destacada de este matrimonio.
Volviendo a
la asamblea que tratábamos, uno de los hechos más recordables es que, ante
iniciativas complementarias de los vecinos Biedma y Golpe, se aprobó por
unanimidad que la Asociación llevara en adelante el nombre de la señora de
Roffo. Se tomaron además otras decisiones y se eligió a las nuevas autoridades.
Las informaciones sobre esta asamblea corresponden a notas de "La
Razón" de ese mes de septiembre. Reproducimos aquí el correspondiente al
día 6.
En esos
mismos días la A.F.V.T. celebró su asamblea societaria, aprobó sus balances y
renovó autoridades como reseña otra nota del mismo periódico y fecha.
Reservamos para un próximo contacto algunos detalles de lo realizado en el período y otros hechos de esta década.