sábado, 16 de enero de 2021

UNA CALLE EN VILLA CRESPO: JUFRÉ VISTA POR CARLOS LEVIN

 UNA CALLE EN VILLA CRESPO: JUFRÉ VISTA POR CARLOS LEVIN

Nuestros recuerdos pueden llevarnos a muchos lugares, uno de ellos puede ser una calle, unos pocos metros donde se desarrolla toda una vida.

 Una calle en Buenos Aires

Carlos Levín tiene una memoria prodigiosa, no tanto de lo que sucedió ayer o la semana anterior sino por lo vivido en décadas pasadas.

“Siempre añoramos algo de nuestro pasado” dice su escrito presentado aquel 15 de diciembre de 1990 cuando, en forma conjunta, nos presentamos, en una charla abierta a los vecinos dada en la Biblioteca Popular Alberdi.

Carlos Levín y el autor de esta nota el 15 de diciembre de 1990 en la charla dada en la 
Biblioteca Popular Alberdi (Acevedo 666, Villa Crespo) (Foto GG)

Mi participación era conversar sobre la Historia de Villa Crespo, tratando de que no quedaran en el olvido los estudios realizados por los historiadores del barrio: Diego del Pino y Cayetano Francavilla.

Mario Rubín, que supo integrar el equipo de basketball del Club Villa Crespo, y Emilio Menini, dos personas amantes del barrio, nos contactaron, a Carlos y a mí, y nos abrieron las puertas de esa admirable institución cultural.

La propuesta de Carlos Levín fue presentar su poema “Una calle en Buenos Aires” hecha canción, con música de José Chacoma.


José Chacoma en la guitarra, Carlos Levín y el autor de esta nota (Foto GG)


“No me considero poeta, lo que me gusta son las palabras. De chico me gustaba redactar cartas. Escribo vivencias, sobre personas que conocí, acontecimientos que me impactaron, lo vivido”, me dice Carlos.

“Escribo y en mi mente escucho la música para esa letra. Al escribir me “suena” la melodía, ya sea para tango o para folclore”, acota.

Al no saber cómo plasmar en el pentagrama esas composiciones musicales que creaba en su mente obtuvo la colaboración de diversos músicos para hacer realidad su cancionero.

En la presentación de “Una calle…” comentaba a los asistentes sus remembranzas, hechos poesía, esos que sirven para visualizar una época y darle valor testimonial:

“Fue escrita recordando viejas costumbres, como la venta de pavos vivos para Navidad. Pasaban con los animales por la calle, el cliente elegía uno y el vendedor lo cazaba con un alambre y se lo entregaba. O al de la leche que llegaba por Gurruchaga con la vaquita. Si uno tardaba en ir a buscar la taza y los diez centavos, lo alcanza recién frente a Iglesia San José.

Cuando uno es niño se le graban opiniones vertidas sobre el carácter de algún vecino  o sobre la actitud que tomaba alguno de ellos.

Como en la letra de una canción no es posible nombrar a todos, quiero decir que estos recuerdos abarcan a cada una de esas familias que habitaba la cuadra Jufré al 600, mi cuadra.”

 

Fragmentos del poema, escogidos y desordenados por EHB

Comienza con una evocación:

“Jufré del ´40 y tantos

quimera del porteño aquel,

del tano hacerse la América

gallego, judío, árabe o japonés.”

Carlos aclara que no había japoneses en su cuadra pero sí en el barrio.

Continúa el poema con un rumor de trabajo que posee el encanto de la emoción:

“Doña María el consejo

como una madre querida.

Juan el almacenero,

Don Domingo el peluquero,

la verdura de Ricardo

aunque fuera de Acevedo.

Amado, en el verano,

vendiendo barras de hielo”

Ecos casi melancólicos y expresivos de sus moradores:

“La señora alta del balcón

tan buena de corazón,

los desmayos de Josefa,

las peleas de mi vieja.

La maestra, sus enojos.

Gregorio las inyecciones

con su mamá tan enferma.”

Sencillez en la expresión:

“El arbusto de mi casa

descanso de mariposas,

la higuera grande de al lado

cuyos frutos regalaban.

Fogata de Pedro y Pablo

todos colaboraban.

El autito de la cana

o el botón de la parada.”

Una realidad que, acaso, lo hiere y no comprende:

“Paraísos, adoquines,

y ni un piso de burgués.

Los que se hicieron de guita

del barrio se las tomaron.”

Para luego decir:

“pero vino el progreso

desalojos de por medio”

Gustos infantiles y recuerdos:

“El helado Scanapieco

se tomaba en la Avenida

mientras pasaba el tranvía,

de cuando en cuando, un mateo.”

En su mente de palabras y música no hay artificio:

“Ya no cantan más los gallos

ni hay quintitas en las casas,

en Navidad ya no hay pavos

no hay carrito de lechero

ni leche al pie de la vaca

por la calle Gurruchaga.

Los que se hicieron de guita

del barrio se las tomaron.

La vida sigue su curso

pero nunca olvidaré”

 

Al darle a Chacoma el poema para musicalizarlo, éste le dijo: “es un chorizo” y le aconsejó que parte sea recitada y la otra cantada. Así se grabó e integró el álbum de música “Canciones con opinión” que apareció en formato cassette (¡aquellos años 80!) y a pesar de todo, su extensión supera los ocho minutos.

 

Letra y música

El repertorio de su cancionero le pertenece en gran medida pero también obtuvo numerosas colaboraciones de destacados músicos que lo ayudaron en los arreglos y le trasladaron en partituras sus composiciones musicales.

         

                                                    CD "Guitarrita de los pobres"


Jorge Gordillo, virtuoso del violín, realizó la música de la chacarera “Cambiar la suerte”.

En guitarra fue acompañado por Ángel Contópulos, que le grabó varios temas como cantante.

También en guitarra y arreglos tuvo la colaboración del correntino Pascual Verón.

En el poemario de Levín no podía faltar el recuerdo hacia uno de los cafés más emblemáticos del barrio de Villa Crespo. Ese Café ABC legendario, lindante con Palermo, de encuentro de los vecinos, donde supo tocar Osvaldo Pugliese. Hoy ya no existe pero supo ocupar la esquina de Canning y Rivera (hoy Av. Raúl Scalabrini Ortiz y Av. Córdoba,) El poema “Café ABC” fue hecho tango y cantado por Ramón Cáceres.

En la zamba “Guitarrita de los pobres” la música pertenece a Sergio Morra.

“El cantor popular”, en ritmo musical retumbo, rinde homenaje al cantor, compositor y escritor Horacio Guarany (1925-2017), siendo cantado por Horacio Pérez.

En diferentes temas fue acompañado en el piano por Tito Ferrari, en contrabajo por Roberto Ruiz y Juan Carlos Dubois y en bandoneón por Víctor Solari y Rubén Serra.






Hasta el mismísimo Armando Laborde grabó un tango de la autoría de Carlos Levín.

Laborde nació bajo el nombre José Atilio Dattoli (27 de abril 1922 – 1996) Desde pequeño sobresalió como cantante de tangos. En los escenarios donde era convocado se cambiaba constantemente el nombre artístico, no se decidía por uno. Eran años donde era frecuente que los artistas se renombraran con un nombre artístico, no el que figuraba en el documento de identidad (Libreta de Enrolamiento o Libreta Cívica). Al ingresar a la Orquesta de Juan “El Rey del compás” D´Arienzo este emblemático músico de tango le urgió que se decidiera cómo debía llamarse de ahí en más, pero Dattoli no lo hacía. En una de las giras que realizaba la orquesta en Uruguay, D´Arienzo, en el trayecto de un viaje en taxi junto con su cantante, le pregunta al chofer cuál era su nombre. “Armando Laborde” le responde el taxista y así quedó sellado el nombre del destino artístico de este cantante. Esta anécdota fue corroborada también por Silvia, la esposa de Armando Laborde. Además de la orquesta de Juan D´Arienzo supo cantar  con las de Héctor Varela y Alberto Di Paulo.

El tema elegido por Laborde con letra y música de Carlos Levín fue el tango “De regreso”. Todo un símbolo ya que hacía diez años que no grababa un tema y fue su última interpretación.

Silvia Laborde le grabó dos tangos a Levín: “Pichuco, el ángel” y “No pasa nada” (tango reo… con perdón de la palabra, acota Carlos Levín).

 

Familia

“Nací el 15 junio de 1940 en el Hospital Rivadavia”  rememora Carlos Levín, “así, sin segundo nombre” me dice y sonríe al recordar su niñez con papá Julio, de oficio sastre, y mamá Teresa, ambos nacidos en Polonia. Su primer año de vida lo vivió en la calle Gallo, entre la Av. Córdoba y Cabrera, junto a su hermano Marcos. Luego vendría su hermana Luisa (“Lea”).

En 1941 la familia se mudó a Jufré 614. Hasta sus cuatro años allí vivieron para luego mudarse a la esquina, Jufré 690, casi Gurruchaga.

A partir de sus diez años, hasta hoy, Carlos habita en Jufré al 500, a mitad de cuadra. Allí se casó con María Eugenia Kyropulos, de esta unión nacieron sus hijos Daniel y Mariano.

 

Firmes convicciones políticas

Carlos Levín recuerda que entre el 23 y 24 de setiembre de 1959, durante la presidencia de Arturo Frondizi, se produjo unos de los tantos paros generales que se llevaban a cabo. En esa oportunidad cayó preso por repartir volantes políticos a favor de la huelga.

En su corto período presidencial (1958-1962) Frondizi sufrió cinco paros generales.

Con sus 19 años, Carlos Levín, militaba en la Federación Juvenil Comunista. La FJC o La Fede, como se la conocía, había sido fundada en 1921 con la idea de impulsar la ideología comunista en Argentina.

Por repartir panfletos fue llevado a la Comisaría 23 (Av. Santa Fe y Gurruchaga). Allí permaneció dos días. Luego fue trasladado al Departamento Central de Policía (Moreno 1502) donde surgieron sus encendidos versos:

“Nos llaman antisociales

pues luchamos

por el pan, la libertad

y no aflojamos.

La oligarquía imperialista

patalea decadente

porque la clase obrera y el pueblo

formamos nuestro frente

y en momentos decisivos de la lucha

nos encarcelan y nos confinan.”

Estas estrofas fueron dichas ante sus compañeros de infortunio, entre los que se encontraban el dirigente sindical y peronista Andrés “el Negro” Framini y el Secretario del Sindicato de la Construcción Rubens Libertario Íscaro, de orientación comunista.

Otros dos días “a la sombra” y el nuevo destino de Carlos Levín fue la cárcel de Villa Devoto.

Un par de días estuvo recluído allí y como castigo, no ya por repartir panfletos sino por su ideología marxista fue movilizado en avión militar.

Del aeropuerto de El Palomar dos aviones tenían su destino prefijado. Uno, el que trasladaba a peronistas, iría a la Colonia Penal de Santa Rosa (provincia de La Pampa) y el que llevaba a los izquierdistas al penal de Viedma. Por impericia en las directivas, el que transportaba a los “zurdos” terminó en Santa Rosa. Allí pernoctaron en la enfermería para no ser mezclarlos con los peronistas.

Framini, que en 1962 ganaría las elecciones como gobernador de la provincia de Buenos Aires pero no lo dejaron asumir, cumplió en el Penal de Santa Rosa uno de sus tres arrestos sufridos en ese año 1959.

Para enmendar la equivocación del lugar de destino, los aviones militares, finalmente, lograron su objetivo y Carlos fue a parar a Viedma.

“Tenemos fama de ser organizados”, me dice Carlos en relación a lo que pensaba la gente de los miembros de “el partido”. A él le toco organizar a sus compañeros de infortunio (no solo a sus camaradas porque también había reclusos “trotskistas” -los de la IV Internacional-) en el ejercicio físico diario y levantarse a horario.

Poco antes de la Navidad, de ese año, fue liberado.

Su ideología no la ha cambiado y cree firmemente que la igualdad llegará de la mano de las masas, del sujeto colectivo.

 

Museo de Villa Crespo

Continúa con su firme idea de hacer realidad un Museo para Villa Crespo. Desde hace 50 años, me comenta, recoge lo que muchos dejan abandonado, objetos que ya no les sirve a los vecinos y que son representativos del barrio: carteles, fotos, documentación y cosas que hacen a la cultural barrial.

Como muchos otras personas, ama la historia de las calles que transita y la de los habitantes del barrio.

Este poeta, con su visión ocular hoy muy disminuída, que dice no escribir poesías sino recuerdos y homenajes a personas y situaciones queridas, no olvida lo que vivió y como en aquel 15 de diciembre de 1990 nos vuelve a decir: “aun puedo recordarlo”.


Por Eduardo Horacio Bolan